Aunque es difícil generalizar, se considera que las personas con enfermedades autoinmunes sistémicas (EAS) tienen un mayor riesgo de presentar formas graves y mayor mortalidad por COVID-19. Los factores de riesgo asociados a mayor gravedad son, por una parte, los mismos que los de la población general como la edad mayor a 65 años, sexo masculino, hipertensión arterial, enfermedad cardíaca y enfermedad pulmonar o renal crónica. Por otra parte, existen factores inherentes a las EAS que contribuyen a una mayor gravedad y mortalidad de estos pacientes por COVID-19 como la actividad moderada-alta de la enfermedad, el uso de una dosis mayor de 10 mg/día de prednisona, o el uso de rituximab (Ann Rheum Dis 2020;79:1544-1549).
Sí. En estos momentos hay tres vacunas disponibles (Pfizer, Moderna y AstraZeneca) que se pueden administrar en pacientes con EAS. Ninguna de ellas contiene el virus atenuado. Actualmente no disponemos de datos de eficacia y seguridad de las vacunas contra la COVID-19 en personas con EAS porque no se han incluido en los ensayos clínicos (solo en la vacuna de Pfizer se incluyeron pacientes con enfermedades reumatológicas y fueron menos del 1% del total de personas incluidas).
No. No tenemos estudios comparativos de las vacunas en personas con EAS. Por tanto, se espera que su eficacia sea la misma que en la población general.
Es muy poco probable tanto por el diseño de la vacuna como por su forma de generar anticuerpos contra el SARS-CoV-2, que la administración de la vacuna provoque un brote de la EAS y solo por el hecho de tener una EAS no hay riesgo de presentar un efecto adverso grave. Todas las sociedades científicas consideran las vacunas contra la COVID-19 como seguras y que el beneficio de la vacunación supera en mucho la posibilidad de un potencial efecto adverso grave que, por otra parte, es muy poco frecuente en personas sin EAS.
En general, todas las sociedades científicas están de acuerdo en que no se debe dejar el tratamiento ya que el riesgo de brote es elevado. El argumento para hacerlo sería que el propio tratamiento inmunosupresor pudiera disminuir o dificultar la generación de anticuerpos contra el SARS-COV-2. Sin embargo, existe unanimidad acerca del hecho que es mejor generar poca cantidad que no tener.
Igual que ocurre con otras vacunas recomendadas en personas con EAS como la de la gripe o el neumococo, se recomienda recibir la vacuna cuando la enfermedad está inactiva o estable. En otras palabras, si se está en pleno brote, lo mejor es tratarlo y retrasar la administración de la vacuna.
Tu especialista en la enfermedad autoinmune es quien mejor conoce tu caso, tu evolución y tu tratamiento y es el que te puede aconsejar sobre el mejor momento de recibir la vacuna.
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Información documentada por:
Antoni TrillaConsultor Sénior del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología
Eduard Vieta PascualPsiquiatraJefe del Servicio de Psiquiatría y Psicología
Gema Maria Lledó IbáñezMédico internistaServicio de enfermedades autoinmunes
Jacobo Sellarés TorresNeumólogoServicio de Neumología y Alergia Respiratoria
Josep M. Miró MedaMédico Enfermedades Infecciosas, HCBPresidente
Josep Maria PeriPsicólogo clínico
Maica RubinatEspecialista en Medicina del DeporteSecretaria General del Deporte y la Actividad Física de la Generalitat de Catalunya
Mariona ViolanEspecialista en Medicina del DeporteSecretaria General del Deporte y la Actividad Física de la Generalitat de Catalunya
Publicado: 12 de marzo del 2020
Actualizado: 12 de marzo del 2020
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