El COVID prolongado o post-agudo (PACS por sus siglas en inglés) es una enfermedad multi orgánica con un amplio espectro de manifestaciones. Las más prevalentes son: fatiga (52%), síntomas cardiorespiratorios (30-42%) como la disnea, y síntomas neurológicos (40%) como dolor de cabeza, y problemas de atención.
El COVID post-agudo incluye dos subgrupos: COVID-prolongado: persistencia de síntomas (presentes o no al inicio de la infección) después de 4 semanas de la infección, de forma permanente, remitente o de mejora progresiva. Secuela: daño irreversible en los tejidos después de 12 semanas, que puede desencadenar diferentes grados de disfunción permanente y la correspondiente sintomatología.
Las causas que producen COVID prolongado siguen sin conocerse, pero se cree que algunas de las posibles causas son:
La presencia de reservorios virales: células que contienen virus pero están inactivados
El daño inflamatorio como respuesta a la infección aguda.
Las alteraciones del sistema inmunitario que se produzcan por la interacción del virus con el organismo.
Varios estudios han sugerido que entre un 10-15% de pacientes con COVID-19 pueden presentar sintomatología semanas o meses después de la infección, aunque recientemente plantean que pueda llegar incluso al 25-30%. En Cataluña se calcula que 90.000 pacientes podrían estar afectados por COVID post-agudo.
Los niños desarrollan la infección por COVID de forma asintomática o mucho más leve que los adultos. Si hay síntomas, éstos son de corta duración. Sin embargo, se han observado casos leves y asintomáticos que han desarrollado síntomas prolongados como insomnio, fatiga, disnea, palpitaciones, dolor de cabeza, dificultad para concentrarse, debilidad muscular, entre otros. A medida que la edad se incrementa mayor es el riesgo de presentar estos síntomas.
Aunque es poco frecuente, se ha descrito el desarrollo de un síndrome inflamatorio multisistémico (MIS-C: Multisystem inflammatory syndrome in children) que puede aparecer a las 3-6 semanas desde el diagnóstico y que suele requerir tratamiento para el control de los síntomas.
No hay estudios de síntomas persistentes en este grupo de pacientes, pero sí que hay registros de algunas complicaciones como preeclampsia (presión arterial alta y signos de daño en algunos órganos), embarazo pretérmino (aquel que se produce entre las 22 y las 36 semanas, 6 días después de la última menstruación), un incremento de las cesáreas y en algunos pacientes se ha descrito alteración en la maduración y crecimiento fetal por la inflamación de la placenta.
La sintomatología más común es la fatiga, que es uno de los síntomas más predominantes e invalidantes junto a la disnea (sensación de falta de aire). Estos síntomas suelen durar más allá de las 4 semanas y pueden aparecer de forma intermitente sin un daño que los justifique.
Situaciones que pueden desencadenar un COVID prolongado:
Los casos de COVID prolongado pueden tener su origen en casos COVID asintomáticos, sintomáticos y de casos graves que han requerido hospitalización. Los casos de COVID post-agudo con secuelas no siempre se producen en personas que han requerido hospitalización. La gran mayoría de los pacientes con secuelas pulmonares son personas que han sido ingresadas y han necesitado oxígeno y ventilación y que han necesitado tratamiento antiinflamatorio para el control de la respuesta inmunitaria generada por el virus. En estos pacientes puede que después de terminarse esta fase hiperinflamatoria puedan tener dolor residual o cicatriz pulmonar, o incluso con una inflamación persistente que precisaría de la prolongación del tratamiento.
El coronavirus es un virus sistémico, que afecta a todo el organismo y la sintomatología es diversa. Se observan casos de COVID post-agudo con afectación en distintos órganos:
Efectos hematológicos: trombosis (formación de coágulos sanguíneos) y descenso de células sanguíneas
Efectos neurológicos: fatiga, dolor de cabeza, niebla mental
Mareo
Pérdida de olfato, gusto y/o alucinaciones olfativas: Se ha observado que esta sintomatología no se produce de forma tan frecuente con la variante Òmicron, y particularmente afecta a mujeres jóvenes menores de 50 años. A partir de los 6 meses, aquellos pacientes que no lo recuperan quizá les cuesta un poco más, o en algunos casos puede convertirse en una secuela. Por eso se debe realizar un entrenamiento olfativo, que consiste en enseñar nuevamente al olfato exponiéndolo a fragancias u olores habituales, ya que por ahora no existe ningún tratamiento que revierta los síntomas.
Otros trastornos psicológicos: pueden deberse al confinamiento y aislamiento social, aunque todavía se desconoce si también pudieran estar causados por la infección viral y la respuesta inmunitaria desencadenada para combatir el virus. Los más comunes son: ansiedad y depresión, alteraciones del sueño, trastorno por estrés post-traumático (TEPT).
Efectos musculoesqueléticos: dolor muscular, dolor de las articulaciones
Efectos gastrointestinales y hepatobiliares: diarrea, alteración de la microbiota intestinal por la disminución de los microorganismos beneficiosos.
Efectos endocrinos: diabetes o empeoramiento de algunos casos diagnosticados, irregularidades en el ciclo menstrual, tiroiditis, desmineralización ósea.
Efectos dermatológicos: pérdida del cabello (en el 25% de casos), lesiones cutáneas, picores en la piel.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico, en base a la presencia de síntomas que no se justificarían por otra causa distinta a la infección por SARS-CoV2.
Actualmente, no existe tratamiento para el síndrome de COVID post agudo, pero sí para determinados síntomas. En muchos casos a partir de los 3 meses los pacientes mejoran y algunos se les da el alta.
El tratamiento clave es la rehabilitación física, neurocognitiva y el soporte psicológico. La sintomatología de estos pacientes tiene un impacto en su calidad de vida tanto a nivel físico como psicológico, por eso, realizar un abordaje en estos dos ámbitos aporta una mejora sustancial.
La actividad física puede dificultarse en estos pacientes con fatiga y no tendrán el mismo rendimiento que antes de haber pasado la COVID, pero pueden mejorar si la realizan de forma planificada, programada y con control del ritmo.
El sedentarismo prolongado, tanto en la fase aguda como posteriormente, puede favorecer el deterioro físico, incrementar la fatiga y la intolerancia al esfuerzo, así como enfermedades musculoesqueléticas.
Es necesaria más evidencia e investigación de equipos multidisciplinares para comprender las causas que provocan estos efectos a largo plazo. Falta información sobre los mecanismos que se desencadenan a partir de la infección, para poder mejorar el análisis y el tratamiento de una sintomatología tan diversa, y así poder desarrollar medidas preventivas y de rehabilitación.
A nivel global, esta pandemia demuestra que los casos seguirán aumentando. El Hospital Clínic de Barcelona ha creado una consulta específica vinculada a los Servicios de Medicina Interna y de Neumología para atender a todos estos pacientes, estudiar cómo evolucionan a lo largo del tiempo y ofrecerles tratamiento para paliar las secuelas que presentan.
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Información documentada por:
Antoni TrillaConsultor Sénior del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología
Eduard Vieta PascualPsiquiatraJefe del Servicio de Psiquiatría y Psicología
Gema Maria Lledó IbáñezMédico internistaServicio de enfermedades autoinmunes
Jacobo Sellarés TorresNeumólogoServicio de Neumología y Alergia Respiratoria
Josep M. Miró MedaMédico Enfermedades Infecciosas, HCBPresidente
Josep Maria PeriPsicólogo clínico
Maica RubinatEspecialista en Medicina del DeporteSecretaria General del Deporte y la Actividad Física de la Generalitat de Catalunya
Mariona ViolanEspecialista en Medicina del DeporteSecretaria General del Deporte y la Actividad Física de la Generalitat de Catalunya
Publicado: 12 de marzo del 2020
Actualizado: 12 de marzo del 2020
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