27 de noviembre del 2019
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Preguntas frecuentes sobre Obesidad
La obesidad es una patología crónica, progresiva, que no tiene cura, que requiere un tratamiento específico para perder peso y de un seguimiento continuo para evitar la recuperación ponderal. Existen varios tratamientos para la obesidad pero ninguna la cura de forma definitiva. Por desgracia, las adaptaciones fisiológicas a la pérdida de peso favorecen la recuperación del mismo. Estas adaptaciones incluyen variaciones en los niveles de hormonas circulantes que regulan el apetito y el equilibrio energético.
Los cambios en el estilo de vida y los fármacos aprobados para la obesidad tienen una eficacia limitada y además sus efectos desaparecen al momento de dejar de practicarlos y/o consumirlos. La cirugía bariátrica produce una pérdida importante de peso, que se mantiene a largo plazo (> 5 años). Sin embargo, el 20% aproximadamente de los sujetos que se someten a este tipo de tratamiento recuperan el peso perdido al no ser capaces por diversas causas de mantener los cambios en el estilo de vida. Para evitar la recuperación del peso las personas deben mantener unos hábitos de vida que contrarresten las adaptaciones fisiológicas y los factores que favorecen la recuperación de peso.
¿Cómo mantener la motivación para perder y no recuperar el peso?
Existe evidencia consistente de que la obesidad está asociada con algunos tipos de cáncer. Estos tipos incluyen: cáncer de endometrio y cáncer de ovario en mujeres postmenopáusicas, cáncer de mama en hombres y mujeres, cáncer de esófago, cáncer de estómago, cáncer de hígado (sobre una base de hígado graso), cáncer de vesícula biliar, cáncer colorrectal, cáncer de páncreas, cáncer de riñón, mieloma múltiple, meningioma, entre otros.
El porcentaje de casos de cáncer atribuidos a la obesidad varía de forma amplia según el tipo de cáncer, desde un 54% para el cáncer de vesícula biliar en mujeres o un 44% para el cáncer de esófago en hombres.
Se han sugerido varios mecanismos que explican como la obesidad incrementa el riesgo de desarrollar estos tipos de cáncer. El tejido graso (adiposo) produce estrógenos y estos niveles elevados de estrógenos se han asociado al desarrollo del cáncer de mama, cáncer de ovario y cáncer de endometrio. Las personas con obesidad también tienen niveles aumentados de insulina (hiperinsulinemia o resistencia a la insulina) y del factor de crecimiento similar a la insulina (IGF-1). Niveles elevados de insulina y de IGF-1 se han asociado al desarrollo de cáncer de colon, cáncer de riñón, cáncer de próstata y cáncer endometrial. Las personas con obesidad tienen una inflamación crónica de bajo grado que con el tiempo puede causar daño en el DNA e iniciar cáncer. Personas con obesidad comparados con personas de peso normal, tienen condiciones o alteraciones que se asocian con inflamación crónica local que son factores de riesgo de ciertos cánceres, por ejemplo, la inflamación crónica que produce la enfermedad por reflujo gastroesofágico es una causa de adenocarcinoma de esófago.
Según las recomendaciones de las sociedades científicas son candidatos para cirugía bariátrica las personas con un:
• IMC superior a 35 kg/m2 con presencia de otras comorbilidades mayores como diabetes tipo 2, hipertensión arterial, apnea del sueño, artropatía severa, etc.
• La edad recomendada oscila entre los 18-60 años, aunque cada vez es más frecuente la cirugía en personas mayores de 60 años con una evaluación y preparación médica adecuada.
• Aceptable riesgo quirúrgico, pacientes con patología orgánica grave que no puedan tolerar la inducción anestésica (cirrosis hepática, enfermedad cardiaca severa) no pueden sufrir una cirugía bariátrica.
• No han funcionado los tratamientos médicos (no quirúrgicos) de pérdida de peso.
• Ausencia de adicción a droga o alcohol.
• Patología oncológica incurable.
• Estabilidad psicológica, ausencia de psicopatología grave, retraso mental severo.
• Compromiso para el seguimiento por parte del paciente de garantizar el éxito a largo plazo (al tratarse de una cirugía funcional que altera la anatomía del aparato digestivo produce una malabsorción intestinal con alteraciones nutricionales, por lo que es necesario realizar un seguimiento del paciente a largo plazo).
• Expectativas realistas de los resultados de la cirugía bariátrica. El paciente debe conocer que aunque los beneficios estéticos son importantes no son el objetivo de la cirugía, así como tampoco lo es el alcanzar el peso ideal.
• El paciente bien informado debe conocer que la cirugía es de alto riesgo, entre otros motivos por las comorbilidades asociadas a la obesidad.
La cirugía bariátrica puede:
- Alcanzar un peso saludable o disminuirlo de manera importante y sostenido en el tiempo. En este sentido, todas las técnicas son eficaces. Aunque existe un amplio rango de variabilidad en la magnitud de la reducción del exceso de peso en relación a factores relacionados con la técnica quirúrgica y del propio individuo.
- Tras la cirugía bariátrica se ha reportado mejoría en una larga lista de comorbilidades: como mejora o remisión de la diabetes de tipo 2, la hipertensión arterial, la apnea del sueño, el reflujo gastroesofágico, la estasis venosa, el dolor articular y la incontinencia urinaria, entre otras. La disminución de la adiposidad mejora el nivel de estrógenos (hormonas femeninas), disminuye la producción de andrógenos (hormonas masculinas), lo que junto con el aumento de la sensibilidad a la insulina produce una mejoría del síndrome de ovario poliquístico.
- Ayuda a normalizar el nivel de grasa en la sangre, lo que reduce el colesterol de baja densidad o LDL (nocivo) y los triglicéridos, y aumenta el colesterol de alta densidad o HDL (beneficioso).
- Disminuir el riesgo asociado a la gestación y aumentar los niveles de testosterona en el hombre.
- Los cambios en las comorbilidades metabólicas llevan a una disminución en el riesgo y mortalidad cardiovascular.
- Disminuir el riesgo a aparición de algunas enfermedades crónicas: Previene el desarrollo de la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico, la hipertensión y el hígado graso.
- También se ha observado una disminución en la incidencia de cáncer en sujetos con obesidad intervenidos.
- Mejorar la calidad de vida, la autoestima, la percepción sobre la propia imagen y el carácter.
- Disminuir la prevalencia del trastorno depresivo.
Existen trastornos relacionados con la obesidad, tanto en el hombre como en la mujer, que pueden interferir con la concepción (natural o por medios de técnicas de fertilización asistida) y con el desarrollo normal del embarazo.
Algunas mujeres presentan desequilibrios hormonales que afectan sus ciclos menstruales e interfieren con la ovulación y provocan infertilidad. La obesidad está estrechamente relacionada con el síndrome de ovario poliquístico en la que los ovarios no producen suficiente cantidad de hormonas que estimulen el óvulo para que madure y sea liberado (anovulación) produciendo infertilidad.
En el caso de los hombres, la obesidad puede reducir tanto la cantidad de espermatozoides, como la actividad espermática con alteración de su función y modificación en su forma.
La buena noticia es que disminuir peso (mediante estrategias dietéticas y conductuales o mediante cirugía bariátrica) mejora significativamente las probabilidades de concebir y de tener un embarazo saludable.
Se recomienda tras la cirugía bariátrica evitar la gestación al menos durante el primer año postcirugía, ya que la salud del feto depende en gran medida del estado nutricional materno y la posibilidad de déficits nutricionales representan una fuente importante de riesgo para el bienestar materno y fetal.
El balón intragástrico está aprobado para el tratamiento de la obesidad. Es un tratamiento mínimamente invasivo y efectivo a corto plazo a la hora de lograr una pérdida de peso moderada 10-20 kg. Consiste en introducir en el estómago por vía endoscópica un globo de silicona con contenido de suero fisiológico con capacidad de 400 a 900 cc según el fabricante. El balón se mantiene aproximadamente durante 6 meses. Su mecanismo de acción es restrictivo al ser un dispositivo que ocupa espacio, reduce la capacidad del estómago y produce sensación de saciedad precoz y disminución del apetito. Una vez extraído el balón, para evitar la recuperación ponderal, es imprescindible que el paciente modifique su estilo de vida. Sin embargo, la tasa de recuperación del peso perdido, aunque depende del tiempo en que se evalúa, supera el 50% al año de retirada del balón gástrico. Los efectos secundarios son frecuentes. Las náuseas y los vómitos se producen en el 70-90% de los pacientes, así como, malestar a nivel abdominal y estreñimiento.
En la actualidad, en la obesidad se utiliza como tratamiento adyuvante cuando el paciente no desea o no es elegible para la cirugía bariátrica o, como tratamiento inicial de pérdida de peso en pacientes con alto riesgo quirúrgico. Hay que tener en consideración que no es un tratamiento financiado por la Seguridad Social por lo que los costes dependiendo de los centros pueden llegar a ser elevados.
Las investigaciones sugieren que la manera más saludable de perder peso es mantener un objetivo de pérdida de 0,5-1 kg por semana o de 2 -3 kg al mes.
Las “dietas milagro” son aquellas que pretenden lograr resultados de pérdida de peso rápidos sin apenas esfuerzo, y tienen múltiples riesgos para la salud. Estas aumentan el riesgo de carencias nutricionales que pueden producir alteración del gusto y del apetito, caída del cabello, uñas débiles, así como favorecer la osteoporosis o los trastornos en la coagulación sanguínea. Por otra parte, el déficit vitamínico puede provocar irritabilidad, lesiones oculares, cutáneas y gastrointestinales, y falta de memoria y dificultad de concentración, entre otras. También producen efectos psicológicos negativos como ansiedad, estrés y depresión que pueden desencadenar trastornos del comportamiento alimentario. Y favorecen el efecto rebote, en el momento que se vuelve a los hábitos anteriores.
¿Cómo perder peso sin pasar hambre?
En absoluto, saltarte comidas puede producir el efecto contrario. Estar muchas horas sin realizar una toma puede aumentar la sensación de hambre, con mayor riesgo de picar, generalmente alimentos de consumo rápido y apetecible, muy ricos en grasas y azúcares.
Las recomendaciones para iniciarse con la práctica regular de ejercicio físico promueven dedicar unos 30 minutos diarios a la actividad física, por lo que es muy importante la planificación de las tareas diarias, dejando este espacio mínimo para cuidar la salud. Si a pesar de ello no se encuentra este hueco, se podría fraccionar en varios tramos no inferiores a los 10 minutos continuos.
Consejos para iniciarse y mantener el ejercicio físico
Se pueden realizar múltiples actividades con un impacto económico bajo: salir a caminar a paso rápido o correr, entrenar con APPs y tutoriales gratuitos, practicar en parques con equipamientos de ejercicio físico, gimnasios “low cost”, natación en la playa...
En la aparición de la obesidad pueden influir múltiples factores. Si bien el componente genético es un importante factor de riesgo, son los aspectos ambientales aquellos que se asocian con un mayor riesgo de aparición del problema. En el caso de tener un problema de obesidad, se peude prevenir su aparición en nuestros hijos promoviendo y manteniendo un estilo de vida saludable.
A pesar de la pérdida de peso significativa que se produce tras la cirugía bariátrica, siempre se debe tratar de mantener un estilo de vida saludable, siguiendo una pauta alimentaria equilibrada y una rutina de actividad física regular, con la finalidad de mantener el peso perdido.
Contrariamente al dicho popular, las personas con obesidad no son más felices en general, sino que suelen presentar un mayor número de alteraciones psicológicas que las personas con un peso normal. Las más frecuentes son el trastorno depresivo, la ansiedad, el consumo de sustancias tóxicas y algunos trastornos de la conducta alimentaria. Los problemas de autoestima y de aceptación de la imagen corporal son frecuentes incluso en personas que no presenten un trastorno psicopatológico, lo que puede condicionar las relaciones con los demás, el trabajo, los estudios y los hobbies.
Existe una relación entre ansiedad y conducta alimentaria. Algunas personas cuando se encuentran ansiosas tienden a no comer o a comer menos, por lo que pueden perder peso. Otras, sin embargo, tienden a comer más, ya sea en las comidas principales o a lo largo del día en pequeñas cantidades (como el “picar”) y, en ocasiones, alimentos poco saludables. Sólo las personas que, al sentirse ansiosas aumentan su ingesta calórica, de una u otra manera, pueden finalmente ganar peso.
Comer emocional es aquella ingesta de alimentos desencadenada por una emoción negativa, generalmente en situaciones de estrés, que se produce sin que haya una necesidad fisiológica de nutrientes. En estas circunstancias, suele presentarse apetencia por alimentos de gran contenido calórico (dulces, helados, chocolate, patatas fritas, etc.) con escaso valor nutricional.
Las causas del comer emocional son complejas y muy diversas, siempre hay que hacer un análisis individual del caso. Los estados emocionales que con mayor frecuencia pueden desencadenar un episodio de comer emocional son el aburrimiento, la soledad, la tristeza y la ansiedad. En estas circunstancias, la comida actúa como un método que alivia de manera inmediata la emoción negativa o desagradable, aunque solo de manera transitoria. Cuando este comportamiento se establece de manera habitual para hacer frente a situaciones difíciles o emociones negativas se habla de comer emocional.
El comer emocional puede estar presente en personas con y sin enfermedad psiquiátrica, obesas y no obesas. Puede conducir al desarrollo de obesidad y dificultar el seguimiento de cualquier tratamiento para la pérdida de peso. También puede predisponer al desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria. La valoración y tratamiento por un profesional de salud mental, psicólogo o psiquiatra, puede ayudar a superar este problema.
Algunas personas con obesidad pueden haber sufrido en algún momento de su vida o sufren alteraciones en su forma de comer que pueden ser diagnosticadas como trastorno de la conducta alimentaria. A veces, la negación, culpabilidad o vergüenza asociadas a este problema no permiten identificar el caso, dificultando la derivación necesaria a un tratamiento psicoterapéutico.
En general, las personas con una buena evolución tras la cirugía bariátrica se encuentran mejor desde el punto de vista psicológico. Esto se debe a que mejora su estado de salud, calidad de vida y autoestima, permitiendo una mejor adaptación a su entorno laboral, social y personal. Sin embargo, la cirugía de la obesidad no es un tratamiento para trastornos psiquiátricos, como la depresión, la ansiedad o los trastornos de conducta alimentaria entre otros. Las personas que sufren cualquier trastorno psicopatológico deben ser evaluadas para poder recibir el tratamiento adecuado y permitir la mejor evolución posible con cualquier tratamiento para la pérdida de peso.
Algunas investigaciones así lo señalan, ya que los cambios inducidos por la propia cirugía pueden modificar la absorción del alcohol en el organismo aumentando su toxicidad, con valores más altos y durante más tiempo en sangre. Esto implicaría un mayor riesgo de desarrollar un consumo problemático aun con un consumo escaso, a nivel físico y psicológico, por lo que se recomienda no consumir alcohol tras la cirugía.
Información documentada por:
Publicado: 17 de agosto del 2018
Actualizado: 20 de enero del 2022
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