Tratamiento de la Cirrosis hepática

Actualmente, el único tratamiento curativo para la cirrosis hepática es el trasplante hepático, pero este procedimiento no puede llevarse a cabo en todos los pacientes. El trasplante hepático no puede realizarse en todos los casos por dos razones principales: porque el número de donantes es limitado y por la posible existencia de otras enfermedades asociadas que contraindican el trasplante. 

Aun así, el tratamiento de la causa de la cirrosis puede ralentizar, e incluso detener, la progresión de la enfermedad. Por ejemplo:

En el caso de pacientes con cirrosis descompensada, el tratamiento se basa en el control de las complicaciones. En caso de presentar ascitas, se administra tratamiento diurético y dieta baja en sal; para la encefalopatía hepática, se iniciará tratamiento con lactitol y, en ocasiones, rifaximina. El uso de betabloqueantes está indicado en pacientes con alto riesgo de tener una hemorragía digestiva por varillas esofagogástricas. 

Existen datos que sugieren que algunos tratamientos como las estatinas o la albúmina pueden modificar la evolución de la enfermedad, si bien éstos todavía no están aprobados para su uso en el día a día de la práctica clínica.