Preguntas frecuentes sobre el Cáncer de Ovario
La mayoría de los tumores de ovario que se detectan (ecografía) no son malignos, sobre todo, en gente joven. Las características ecográficas de la tumoración y otros criterios orientan al médico sobre la naturaleza benigna o maligna. En caso de duda puede pedir otras pruebas diagnósticas (analítica con marcadores tumorales o resonancia magnética, entre otros). A veces, aunque las pruebas orienten a benignidad se prefiere extirpar el tumor (que puede implicar extirpar solo la parte enferma, por ejemplo, un quiste de ovario, o todo el ovario entero). De todos modos, el diagnóstico definitivo se obtiene solo tras el estudio histológico (microscópico) que hará el patólogo.
La cirugía conservadora, en caso de tumores borderline, se considera segura. Hay riesgo incrementado de aparición (aproximadamente 15-20%) en el otro ovario, en forma de un nuevo tumor borderline, que se puede volver a operar con seguridad.
No se incrementa el riesgo de morir por la enfermedad y se puede seguir conservando ovario y matriz después de tener el hijo. Por otra parte, extirpar el otro ovario significa quedarse menopáusica e incrementar el riesgo de patología cardiovascular y osteoporosis.
Es comprensible pensar que la cirugía debe ser la primera opción y que hay que "sacar todo lo que se pueda". Pero no siempre esto es lo mejor. El cáncer de ovario se entiende como una enfermedad en que ambas terapias, cirugía y quimioterapia, van de la mano. En algún momento del proceso se debe conseguir que no quede enfermedad visible en la pelvis y abdomen después de operarla. Sabemos que, si se hace una gran cirugía, pero se deja enfermedad dentro del abdomen (es decir, la cirugía no ha podido extirpar toda la enfermedad), la intervención no sirve de gran cosa y el pronóstico no es bueno. Además, las cirugías extensas pueden tener complicaciones y un postoperatorio largo, lo que puede conllevar a un retraso en el inicio de la quimioterapia.
A pesar de que las pruebas complementarias de imagen pueden orientar sobre la resecabilidad (la posibilidad de extirpar completamente todas las masas tumorales), a veces, en casos dudosos, no hay más remedio que explorar quirúrgicamente la cavidad abdominal para decidir si vale la pena intentar o no la cirugía. La laparoscopia es una técnica de mínima invasión, que facilita esta exploración quirúrgica.
En caso de que el equipo de terapeutas decida comenzar por quimioterapia, le harán un seguimiento para comprobar la reducción tumoral e indicar la cirugía en el momento óptimo (a menudo después de 3 o 4 ciclos de quimioterapia).
Efectivamente, el riesgo de desarrollar cáncer de ovario es alto, así como el riesgo de cáncer de mama. El problema del cáncer de ovario es que, a pesar del seguimiento estrecho, se puede desarrollar un tumor de ovario muy rápidamente y convertirse en una etapa avanzada de la enfermedad (por ejemplo, un estadio III) en el momento del diagnóstico. Hay que tener presente que el pronóstico en estas fases avanzadas no es bueno. Esto es diferente de lo que ocurre en el caso de la mama.
Otro aspecto que considerar es cuando se estudian los ovarios de mujeres sometidas a anexectomía (extirpación del ovario y la trompa de Falopio del lado izquierdo) preventiva por ser portadoras de BRCA, en una proporción significativa de casos ya se encuentra un carcinoma oculto dentro del ovario. Por otra parte, debe saber que la anexectomía también reduce el riesgo de cáncer de mama.
En cualquier caso, la decisión corresponde a la paciente. En caso de que decida no operarse, sino hacerse controles, debe discutir su seguimiento, que se debe hacer con ecografía y marcadores tumorales cada seis meses. También debe discutir otras medidas protectoras, como la toma de anticonceptivos orales.
Aunque aparentemente no hay enfermedad por técnicas de imagen y por la exploración quirúrgica, esto no excluye la posibilidad de la existencia de enfermedad microscópica en los lugares frecuentes de diseminación del tumor. Esta enfermedad se ha de ir a buscar activamente y la tiene que descartar el patólogo. Para hacer esto, hay que extirpar quirúrgicamente una serie de estructuras. Esta cirugía se conoce como cirugía de estadificación. Esto condiciona el pronóstico y, en su caso concreto, también la indicación de una quimioterapia posterior. De hecho, hasta una tercera parte de los tumores supuestamente limitados al ovario tienen enfermedad extraovárica cuando se hacen los procedimientos quirúrgicos de estadificación. Lo que hay que hacer es: explorar quirúrgicamente la cavidad pélvica-abdominal, hacer lavados con suero del abdomen para estudio citológico, extirpar la matriz y el otro anexo (trompa y ovario), hacer biopsias de diferentes superficies peritoneales y extirpar los ganglios linfáticos (linfadenectomía) de las regiones pélvica y aórtica. Todos estos procedimientos se pueden hacer por laparoscopia.
Normalmente, la vagina no está afectada en cáncer de ovario. La parte ginecológica de la cirugía se limita a extirpar la matriz y los ovarios, no la vagina. La cavidad vaginal queda preservada, por lo que se pueden mantener relaciones sexuales satisfactorias. A menudo, sin embargo, puede haber una respuesta sexual alterada, con falta de deseo, insatisfacción o dolor, de causa multifactorial. Si se diera este caso, no dude en consultar con su equipo terapéutico, porque seguro que la podrán ayudar.
No. El cáncer de ovario no puede transmitirse a la pareja, ni por vía sexual ni por ninguna otra vía. Por lo que se puede tener una vida sexual plena sin este tipo de preocupación.
Este esquema de tratamiento se denomina quimioterapia neoadyuvante con cirugía de intervalo. Efectivamente, cuando pensamos que la cirugía de entrada no conseguirá eliminar toda la enfermedad optamos por esta aproximación. El mejor momento de la cirugía es cuando el equipo terapéutico ha observado una disminución bastante importante de la masa tumoral y piensan que será factible la cirugía. A menudo, esto se consigue después de tres ciclos, como en su caso. Lo que sabemos, sin embargo, es que cuántos más ciclos tardamos en poder operar, peor pronóstico tiene la enfermedad. Por lo tanto, si se puede operar después del tercer ciclo, no se debe hacer después del cuarto o del quinto.
El cáncer de ovario hereditario representa alrededor del 16-20% de todos los cánceres de ovario. Se trata de pacientes que tienen en todas las células del cuerpo una mutación concreta en uno de los genes implicados, los más frecuentes de los que son BRCA1 o BRCA2. Estas mujeres también presentan un riesgo aumentado de desarrollar cáncer de mama y otros cánceres. Los familiares de sexo masculino portadores de alguna de estas mutaciones también tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer de próstata, cáncer de mama y otros cánceres, por lo que también se recomienda el estudio. La única forma de determinar si existe o no una mutación es con un análisis en sangre y un estudio genético específico.
No, no siempre. Aunque el análisis de sangre CA-125 puede ser una herramienta útil para el diagnóstico y seguimiento del cáncer de ovario, no es extraño que salga elevado en situaciones benignas como pueden ser los fibromas uterinos, una inflamación hepática, u otros procesos inflamatorios. La prueba del CA-125 es más precisa en mujeres posmenopáusicas que presentan un tumor pélvico.
El cáncer de ovario suele diagnosticarse en fases avanzadas de la enfermedad debido a que no da síntomas o estos son inespecíficos y, por tanto, pueden observarse en otras afecciones comunes y leves. Además, no existen pruebas que permitan diagnosticar de forma precoz, a diferencia del diagnóstico precoz del cáncer de mama con la realización de mamografías periódicas. Solo en mujeres con un alto riesgo de des desarrollar cáncer de ovario (antecedentes familiares de cáncer de mama y/u ovario) puede tener eficacia realizar controles mediante exploración pélvica, análisis de sangre y ecografía ginecológica. Cuando hay sospecha de cáncer de ovario se realizan pruebas para confirmar el diagnóstico, las cuales pueden incluir una analítica, un TC, un PET, entre otras.
Constantemente se investigan nuevos fármacos que pueden ser útiles para curar enfermedades como el cáncer. Para probar la seguridad y la eficacia se diseñan los ensayos clínicos. Hay diferentes tipos de ensayo en función de los objetivos a investigar. Los ensayos se realizan bajo estrictas condiciones y deben estar aprobados por las autoridades competentes que los regulan. A menudo, se pretende comparar la eficacia de la nueva sustancia con otro fármaco efectivo para la enfermedad estudiada, o bien con placebo (sustancia que no tiene ningún efecto terapéutico) en caso de que no se dispongan de fármacos útiles. A menudo, el paciente (y también el médico) no saben qué fármaco (o placebo) está tomando el paciente (el fármaco tradicional o el nuevo que se está estudiando).
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Publicado: 3 de julio del 2020
Actualizado: 3 de julio del 2020
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