Si tú no estás bien, ellos tampoco

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El ejercicio de cuidar se podría definir como el comportamiento y acciones que incluyen conocimiento, valores, habilidades y actividades emprendidas en el sentido de mantener o mejorar el proceso de vivir y morir. El cuidador o la cuidadora es la persona que ofrece esta atención.

Los cuidados a personas en el hogar permiten mantener, en la medida de lo posible, a la persona dependiente en un entorno habitual y cerca de las personas conocidas.

El cuidador o la cuidadora es la persona que ofrece esta atención. Puede ser un familiar, un amigo o una persona próxima, pero en todo caso, no había previsto convertirse en persona cuidadora y posiblemente no tenga preparación para ello.

Es esencial que la persona cuidadora sea capaz de autocuidarse tanto física como emocionalmente sinó, no podrá cuidar a la persona dependiente.

La persona cuidadora debe aprender a:

Persona tocándole la espalda a otra, apoyo emocional

Pedir ayuda

  • Pedir ayuda a otros familiares y amigos desde el primer momento.
  • Pedir ayuda de forma clara y expresa
  • Si es posible reunir a las personas cuidadoras para organizar el tiempo y ser más efectivos.
  • Agradecer la ayuda.
  • Recurrir a servicios, instituciones y asociaciones de ayuda para el cuidado.
Formulario con casillas marcadas en una carpeta

Organizar el tiempo

  • Hacer una lista de tareas realizadas a lo largo del día y el tiempo empleado.
  • Clasificar las tareas por orden de prioridad y verificar si alguna de ellas la puede llevar a cabo la persona cuidada por sí misma. Si es así,  animarle a que la haga.
  • Poner límites a la cantidad de ayuda prestada. Puede ser que la persona cuidadora se involucre demasiado o que la persona esté demandando una atención desproporcionada.
  • Fijar entre todas ellas tiempos de descanso, y procurar mantenerlos.
Persona durmiendo en una cama

Mantener unos hábitos saludables

  • Dormir si es posible 7 u 8 horas. Si no es posible porque la persona cuidada tiene sueño intermitente, procurar turnarse con otro familiar o persona cuidadora.
  • Procurar realizar, antes de acostarse, algún tipo de actividad relajante, que elimine la tensión de todo un día de actividad.
  • Encontrar momentos, distribuidos a lo largo del día, en los que parar y descansar.
  • Mantener aficiones y amistades y salir de casa.
  • Practicar ejercicio moderado regularmente.
  • Cuidar la alimentación. Las prisas, el estrés, los nervios conlleva perder los hábitos horarios y alimenticios. Es importante mantener una alimentación equilibrada y no saltar ninguna comida.
Mujer levantándose de la cama con un sueño no reparador

Escuchar las señales de alarma de su cuerpo para tomar medidas

  • Cansancio y sensación de sueño.
  • Aislamiento: salir a la calle lo estrictamente necesario, no ver a los amigos, no practicar actividades de ocio, etc.
  • Aumento en el consumo de medicamentos, tabaco, alcohol.
  • Palpitaciones, temblores, molestias digestivas, dolores de huesos y articulaciones, etc.
  • Aumento o disminución del apetito.
  • Cambios de humor y aumento de la irritabilidad.
  • Dificultad para la concentración, fallos de memoria, dificultad para tomar decisiones.
  • Problemas económicos.
  • Retrasos o ausencias reiteradas en el trabajo, dificultad para realizar tareas habituales, etc.

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