Diagnóstico de la Gripe

En general, el diagnóstico suele ser clínico, es decir, se basa en los síntomas que presenta la persona y que son compatibles con la infección por el virus de la gripe, en la coincidencia con la temporada gripal y en los datos epidemiológicos, como haber estado en contacto con personas infectadas por el virus de la gripe.

En la mayoría de las personas que tienen gripe no es necesario realizar pruebas diagnósticas, ya que los resultados de estas pruebas no cambian ni modifican el tratamiento que recibirán, que generalmente consiste en hidratación, medidas de control de la fiebre y otros síntomas, y reposo.

En las personas con riesgo de desarrollar complicaciones por la gripe (mujeres embarazadas, niños menores de cinco años, personas mayores de 65 años, personas con enfermedades crónicas como el asma, enfermedades cardíacas y pulmonares, diabetes, o personas con deficiencias en el sistema inmunológico) se pueden realizar pruebas diagnósticas (PCR o pruebas antigénicas rápidas) con el objetivo de establecer un diagnóstico seguro, descartar otras enfermedades como la COVID-19 o la infección por VRS, y considerar iniciar un tratamiento antiviral lo antes posible, que ayude a atenuar los síntomas, reducir la gravedad de la infección y el riesgo de complicaciones que pueden llegar a ser graves o mortales en estas personas.

Existen varios tipos de pruebas diagnósticas para identificar el virus de la influenza:

En la época gripal y debido a la cantidad de pacientes en los servicios de urgencias, se realizan pruebas rápidas de detección de antígenos que ofrecen resultados en 30 minutos. Esta técnica solo puede diferenciar el virus Influenza de tipo A y B. Su limitación es su baja sensibilidad, por lo que debe interpretarse junto con los datos clínicos del paciente.