Se sabe que, cuando se tiene la gripe, duele la cabeza, se tiene fatiga, congestión nasal, dolor de garganta, tos e, incluso, fiebre. Estos síntomas son los que causan los virus de la influenza que, a su vez, causan la enfermedad infecciosa respiratoria contagiosa llamada gripe.
La mayoría de las personas se recuperan por sí solas de la gripe. Sin embargo, en grupos de riesgo como niños, embarazadas, personas mayores y personas con enfermedades crónicas como la diabetes o el asma o inmunodeprimidas, la enfermedad puede ser más grave y durar más tiempo. Por ello, es importante tener en cuenta ciertas medidas de prevención, que ayudarán a evitar la gripe o a disminuir los síntomas.
Evitar el contacto cercano con personas que estén enfermas o quedarse en casa si se está enfermo son algunas de estas medidas. También es recomendable cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo de un solo uso al toser o estornudar, y tirar los pañuelos usados a la papelera. Lavarse las manos con frecuencia para protegerse contra los gérmenes, evitar tocarse los ojos, la nariz o la boca con las manos sucias y llevar mascarilla durante la atención sanitaria son otros de los hábitos saludables recomendados para protegerse y proteger a los demás de la gripe.
Sin embargo, la medida preventiva más eficaz es la vacunación anual. La vacuna, que está recomendada para ciertas personas desde los seis meses de vida en delante, reduce entre un 40% - 60% el riesgo de contraer la infección en la población en general. Y, en caso de ponerse enferma una persona vacunada, los síntomas serán más leves.
Esta vacuna anual se recomienda principalmente a aquellas personas que tienen más riesgo de desarrollar complicaciones en el caso de infectarse con el virus de la influenza y a aquellas que están en contacto con personas de alto riesgo. Es decir:
- Personas de 60 años o más.
- Niños de 6 a 59 meses de edad.
- Personas a partir de 5 años institucionalizadas.
- Personas que presenten condiciones de riesgo (enfermedades crónicas, inmunosupresión, cáncer, etc.).
- Mujeres embarazadas, en cualquier trimestre de gestación.
- Niños y adolescentes de 5 a 18 años en tratamiento prolongado con ácido acetilsalicílico.
- Personal de centros sanitarios y sociosanitarios (tanto personal sanitario como no sanitario).
- Personas que pueden transmitir la gripe a aquellas que tienen un alto riesgo de presentar complicaciones, como sus convivientes y las personas que proporcionan cuidados domiciliarios.
- Personal esencial, como trabajadores de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, bomberos, protección civil, funcionarios de instituciones penitenciarias, etc.