Las vacunas son productos biológicos que pueden contener virus, bacterias o partes de estos. Su función es la prevención de enfermedades infecciosas o que estas sean más leves. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la inmunización gracias a las vacunas permite evitar de 2 a 3 millones de muertes cada año. La evidencia científica sobre el conocimiento y los efectos que tienen las vacunas en el cuerpo es muy amplia. Gracias a ella, se han podido desmentir algunos mitos relacionados con sus efectos:
- Las enfermedades que se previenen ya están casi eliminadas, por lo que las vacunas no son necesarias.
- La inmunidad producida por la enfermedad “natural” es mejor que la de las vacunas.
- Los brotes y epidemias también afectan a las personas vacunadas.
- Vacunar durante el primer año de vida es contraproducente porque el sistema inmunitario está inmaduro.
- Las vacunas contienen productos tóxicos como el aluminio y el mercurio.
- Las vacunas causan enfermedades como el trastorno del espectro autista, diabetes, esclerosis múltiple, enfermedad inflamatoria intestinal y muerte súbita del lactante.
1. Las enfermedades que se previenen ya están casi eliminadas, por lo que las vacunas no son necesarias.
Pese a que algunos de los patógenos por los que se vacuna son muy poco comunes, estos siguen existiendo alrededor del mundo. Esto hace que puedan infectar a cualquier persona no protegida y esta contagiar a más individuos no protegidos o con un sistema inmunitario debilitado. Si la mayoría de los individuos se vacuna, la mayoría de la población se inmuniza contra ese patógeno y esto crea la inmunidad de grupo. De esta manera, se previene la propagación de la enfermedad.
2. La inmunidad producida por la enfermedad “natural” es mejor que la de las vacunas.
La respuesta inmunitaria de las vacunas es similar a la que se produce por una infección natural. Las ventajas de la vacunación es que, pese a que la inmunidad generada es parecida, se evita la enfermedad como tal: sus síntomas y sus complicaciones, que pueden ser muy graves.
3. Los brotes y epidemias también afectan a las personas vacunadas.
En este caso, la afirmación no se ajusta a la realidad. Las vacunas no son tratamientos preventivos infalibles, por lo que es normal que algunas personas, pese a estar vacunadas, se acaben infectando. No obstante, gracias a la inmunidad de grupo se consigue que la infección no se propague entre la población. Si se analizan los datos, la proporción de personas vacunadas que se infectan es inferior a aquellas que no se vacunan.
4. Vacunar durante el primer año de vida es contraproducente porque el sistema inmunitario está inmaduro.
Retrasar la vacunación, sobre todo en los primeros años de vida, deja a la población infantil en un estado de vulnerabilidad. En este periodo es cuando se producen la mayor parte de infecciones y donde existe mayor riesgo de que se complique la infección y de muerte.
5. Las vacunas contienen productos tóxicos como el aluminio y el mercurio.
Las vacunas actuales no contienen productos tóxicos para la salud. El mercurio no es tóxico en todas sus formas. El mercurio que forma parte de las vacunas es el etilmercurio, que no tiene consecuencias negativas sobre la salud. El tiomersal, que es otra forma de mercurio que se usaba anteriormente en las vacunas, en la actualidad no se usa. La forma de mercurio que supone un riesgo para la salud es el metilmercurio; componente que no forma parte de las vacunas. Por otro lado, tampoco existe evidencia científica sobre intoxicación por aluminio relacionada con la vacunación. Existen otras fuentes naturales de aluminio mucho más frecuentes y habituales, como algunos alimentos o el tabaco.
6. Las vacunas causan enfermedades como el trastorno del espectro autista, diabetes, esclerosis múltiple, enfermedad inflamatoria intestinal y muerte súbita del lactante.
No se han demostrado asociaciones entre las vacunas y el desarrollo de estas enfermedades. La mayoría de las veces se tratan de relaciones de coincidencia, pero no es una consecuencia. En concreto, se ha demostrado que no existe relación entre la vacunación y el trastorno del espectro autista. El estudio que lo sugirió en el 1998 se demostró que fue un fraude y se retractó.
Las vacunas son necesarias para controlar las enfermedades infecciosas. Es importante recalcar que no solo son un componente de protección individual sino también colectivo. Gracias a las vacunas se ha conseguido erradicar la viruela. Es responsabilidad de todos seguir trabajando para erradicar muchas otras.
Información documentada por:
Dra. Anna Vilella, Jefa de Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del hospital Clínic Barcelona.