El incremento de temperaturas registrado en los últimos años, a consecuencia del cambio climático, no impedirá que se den episodios repetitivos de frío extremo en las próximas décadas. Por tanto, se tiene que estar preparado y conocer los riesgos que las bajas temperaturas pueden suponer para la salud, ya que son responsables de buena parte de los ingresos hospitalarios, visitas a urgencias, consultas ambulatorias y defunciones que se producen durante el invierno.
Y es que es bien conocido que, con la llegada del frío, también lo hacen varias enfermedades como la gripe y otras afecciones producidas por virus. No obstante, las bajas temperaturas también pueden impactar otros aspectos de la salud menos conocidos. Para entenderlo mejor, se tiene que partir del hecho que, cuando el cuerpo se expone al frío, le ocurren una serie de adaptaciones fisiológicas con el objetivo de mantener una temperatura estable (alrededor de los 37 ºC).
El frío y las enfermedades cardiovasculares
Uno de estos cambios que experimenta el cuerpo es el aumento del tono simpático, de la viscosidad sanguínea, de la presión arterial y de la frecuencia cardiaca. Todo esto comporta un estrés para el cuerpo, como la demanda de oxígeno por parte del organismo, cosa que puede comportar graves problemas de salud, especialmente en personas vulnerables. Así, personas como aquellas con antecedentes cardiovasculares tienen más posibilidades de presentar complicaciones derivadas de las bajas temperaturas y del frío.
De hecho, varios estudios reportan una relación entre la exposición a temperaturas bajas y un aumento en la mortalidad. Algunos de estos estudios han llegado a concluir que un 5,5% de las muertes son debidas al frío en nuestro medio. Otro estudio, realizado en Barcelona, reveló un incremento del 25% en la mortalidad en población de más de 65 años en los días más fríos del año.
Las principales causas de estas muertes tienen relación con enfermedades cardiovasculares, como las cardiopatías isquémicas o los infartos. De hecho, el frío provoca vasoconstricción, un estrechamiento de las arterias coronarias y una disminución del riego cardiaco.
El frío y las afecciones respiratorias
Por otro lado, el descenso de las temperaturas también puede comportar un aumento de las afecciones respiratorias y un empeoramiento de aquellos pacientes con enfermedades respiratorias de base, como la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) o el asma. Esto es debido al hecho que el frío, en especial cuando es seco, hace que las células que revisten las vías respiratorias disminuyan la capacidad de respuesta en la entrada de virus, por lo que aumenta el riesgo de tener infecciones respiratorias.
El nivel socioeconómico juega también un papel importante en cómo las bajas temperaturas pueden afectar la salud. Así, a las vulnerabilidades cardiovasculares y respiratorias que tienen algunas personas, se suma el colectivo que vive en situación de pobreza energética.
INFORMACIÓN DOCUMENTADA POR:
Dra. Elisenda Gómez-Angelats, especialista en Medicina Interna del Área de Urgencias del hospital Clínic Barcelona.