Debido a las lluvias recientes y a las temperaturas suaves, este año los niveles de polen son elevados, lo que augura una temporada complicada para las personas que presentan reacciones alérgicas.
Ante esta situación, conviene saber qué son las alergias respiratorias estacionales propias de la primavera, cuáles son sus síntomas y cómo podemos prevenirlas y tratarlas.
¿Qué es la alergia respiratoria?
La alergia respiratoria es una reacción del sistema inmunitario ante elementos presentes en el aire, como el polen, que son inofensivos para la mayoría de las personas. Esta respuesta exagerada del organismo genera una serie de síntomas que pueden afectar significativamente la calidad de vida de quienes la padecen. Se estima que la alergia respiratoria afecta aproximadamente al 25% de la población general.
“Cuando hablamos de alergia respiratoria causada por el polen, hablamos de conjuntivitis, picor ocular, ojos enrojecidos y lagrimeo. Hablamos también de congestión nasal, como si fuera un resfriado, obstrucción, mucosidad, estornudos y picazón. Y también podemos referirnos a síntomas de asma: dificultad para respirar, silbidos o tos seca”, explica el Dr. Joan Bartra, médico del Servicio de Neumología y Alergia Respiratoria del Hospital Clínic.
¿Cómo se puede prevenir?
La prevención es fundamental para reducir los efectos de la alergia. Es necesario evitar en lo posible aquello que provoca la reacción alérgica. Por eso, la mejor herramienta siempre es un diagnóstico preciso que permita identificar a qué estamos expuestos y cómo podemos mantenernos alejados de ello.
En el caso del polen, que es un agente ambiental, la protección física puede ser muy útil. “Todo lo que actúe como una barrera nos ayudará a estar menos expuestos. Las mascarillas y las gafas de sol impedirán que el polen llegue a las vías respiratorias y a la conjuntiva ocular. Por tanto, a menor exposición, menos síntomas”, destaca el Dr. Bartra.
Tratamiento sintomático
Cuando los síntomas aparecen, existen diversos tratamientos disponibles. Hay múltiples medicamentos que resultan muy eficaces para la mayoría de los pacientes, aunque es importante tener en cuenta que cada caso es único y requiere un diagnóstico personalizado.
Los tratamientos más habituales incluyen:
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Antihistamínicos de segunda generación, que no provocan somnolencia.
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Corticoides tópicos nasales, que actúan de forma localizada y no tienen los efectos secundarios de los corticoides sistémicos (administrados por vía oral o inyectada).
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Vasoconstrictores nasales, que pueden aliviar la congestión de manera puntual, pero deben usarse con precaución y solo en situaciones concretas y bajo recomendación médica.
Recomendaciones prácticas para personas alérgicas al polen
Para disminuir los síntomas y mejorar el bienestar durante los meses de polinización, se aconseja:
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Consultar a un especialista para obtener un diagnóstico preciso.
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Evitar actividades al aire libre en días de alta concentración de polen (especialmente por la mañana).
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Mantener las ventanas cerradas en casa y en el coche durante las horas de mayor polinización.
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Ventilar brevemente a primera o última hora del día, cuando la concentración de polen es menor.
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Usar gafas de sol y mascarilla en el exterior para reducir el contacto con el polen.
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Ducharse y cambiarse de ropa al llegar a casa para eliminar partículas de polen adheridas.
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Consultar el calendario polínico local para saber cuándo aumentará la presencia del polen causante de la reacción.
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Seguir correctamente el tratamiento farmacológico según las indicaciones del profesional médico.
Cabe señalar que las alergias no son innatas, es decir, no se nace con alergia, sino que esta puede manifestarse en cualquier etapa de la vida, desde la lactancia hasta la edad adulta. Existe un componente hereditario, como tener familiares cercanos —padres o hermanos— con antecedentes alérgicos, que puede favorecer su aparición. Además, los factores ambientales también juegan un papel importante, y cuando se combinan con la predisposición genética, aumentan las probabilidades de desarrollar una alergia. Por lo tanto, el origen de las alergias no se puede atribuir a una única causa, sino que es el resultado de la interacción de múltiples factores.