Vivir con TDAH

Tiempo de lectura: 3 min

Según algunos estudios, las madres con TDAH suelen tener con más frecuencia depresión, ansiedad, baja autoestima y mayor nivel de estrés. También menor capacidad para hacer frente a las exigencias propias de la familia por las dificultades propias del TDAH de planificar, organizar y controlar las propias emociones. También se ha visto que la involucración del padre en la educación de los hijos hace que la educación sea más efectiva.  

Cuando el padre tiene TDAH su participación en la educación, aun siendo igualmente importante, puede resultar más inefectiva, posiblemente por su falta de habilidad para ser consistente.

Como consecuencia del estrés asociado al comportamiento de los niños con TDAH los padres muchas veces se sienten insatisfechos, con baja autoestima y tienen serias dudas de su capacidad para ejercer su función. Por lo tanto, pueden aumentar los problemas de pareja entre los padres. Toda esta presión parece repercutir en la convivencia de la pareja y que, en conjunto, el estrés soportado por los padres conduzca a un mayor riesgo de padecer trastornos psiquiátricos, como la depresión.

Los hermanos del niño con TDAH sienten con frecuencia tristeza, preocupación o manifiestan nerviosismo, en parte porque la dinámica familiar puede estar dirigida por la situación del hermano con TDAH. En ocasiones se espera de ellos actitudes más adultas como cuidar de su hermano o ignorar sus provocaciones. Entre los problemas que pueden surgir entre hermanos destacan la envidia entre ellos y el resentimiento porque al niño con TDAH se le trata de forma diferente.

Uno de los problemas más comunes que comunican los adultos con TDAH a los especialistas son los problemas de pareja.  

Llegados a la edad adulta, parte de las capacidades de relacionarse de una persona con TDAH han sido adquiridas de forma incompleta. La falta de autoestima también es un factor importante, ya que es probable que los adultos que presentan este trastorno hayan sufrido en un momento de su vida alguna forma de aislamiento social. Síntomas de ansiedad, preocupación excesiva y miedo a equivocarse son frecuentes y pueden llegar a constituir un trastorno de ansiedad. También en ocasiones aparecen sentimientos de indefensión ante acontecimientos adversos relacionados con su impulsividad y pobre análisis previo de las consecuencias.

Pueden ofenderse con facilidad, enfadarse y sentirse dolidos. Responder casi instintivamente ante el menor cambio en su entorno, tanto emocional como físico.  

La falta de regulación entre el impulso de hacer algo y la capacidad de reflexionar sobre las consecuencias antes de actuar puede tener también un fuerte impacto en las relaciones.

Suelen tener problemas de organización y memoria que contribuyen a la creación de conflictos. Desembocan en; pérdida de llaves, ausencia a eventos, facturas que se ha olvidado pagar, llegar tarde, tareas del hogar no realizadas o inacabadas. Estos comportamientos a la larga pueden crear falta de confianza.

Información documentada por:

Marta Garcia Giral
Montse Vila
Rosa Nicolau

Publicado: 18 de febrero del 2022
Actualizado: 18 de febrero del 2022

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