Tratamiento del TDAH
El tratamiento completo del TDAH incluye intervenciones en varios aspectos: tratamiento psicológico, tratamiento farmacológico y tratamiento psicopedagógico.
El TDAH es un trastorno que tiende a ser crónico. Por eso, el tratamiento debe irse adaptando para atender las conductas que suelen estar más afectadas en las diferentes etapas del desarrollo y, al mismo tiempo, tener en cuenta el nivel de comprensión de la persona según la edad.
El objetivo del tratamiento no es solo reducir los síntomas del TDAH sino educar al paciente y a su entorno sobre el trastorno, para que así se puedan hacer las adaptaciones necesarias.
Es importante destacar que el tratamiento farmacológico en el TDAH está indicado en pacientes con sintomatología moderada o severa con un impacto importante en su vida académica, laboral, familiar y social. Su nivel de eficacia en la reducción de los síntomas es muy alto, entre el 70-90%. Son fármacos que atenúan los síntomas y que facilitan el tratamiento psicológico y psicopedagógico.
Se administran fármacos de tres familias principales:
- Psicoestimulantes: aumentan la liberación de dopamina, que es la sustancia que facilita el paso del estímulo eléctrico de una neurona cerebral a otra. En un cerebro de una persona con TDAH suele producirse una menor estimulación. Las guías clínicas consideran a los psicoestimulantes la primera opción terapéutica. Su nivel de eficacia es de entre el 70-90%.
- Nordadrenérgicos: Estimulan la liberación de noradrenalina, también implicada en el origen del TDAH. En la actualidad solo se administra la atomoxetina. Se considera una segunda opción terapéutica. En este caso no se trata de un psicoestimulante. Tiene una seguridad y tolerancia demostrada a corto y largo plazo. No tiene potencial de abuso.
- Agonistas alfa adrenérgicos: actúan en la liberación de la adrenalina como la clonidina y la guanfacina. Son fármacos que normalmente se utilizan para bajar la tensión arterial, pero se ha demostrado que disminuyen la impulsividad y agresividad en los niños con TDAH. Se utilizan como tercera opción terapéutica y generalmente complementando la acción de alguno otro fármaco específico del TDAH.
- Efectos secundarios de los psicoestimulantes: suelen ser poco frecuentes y muchos de ellos se reducen con el tiempo. Entre los efectos más destacables están la disminución del apetito, dificultades en conciliar el sueño, malestar gastrointestinal, inquietud motora, tristeza, efecto rebote de conducta, irritabilidad y cefalea. A nivel cardiovascular pueden aumentar la frecuencia cardiaca y la tensión arterial, por ello es importante registrarla antes de iniciar la administración del fármaco.
- Efectos secundarios de los noradrenérgicos: Entre los efectos secundarios más destacados de los noradrenérgicos están el malestar gástrico, mareos, dermatitis, somnolencia, efectos sobre la presión arterial y la frecuencia cardiaca, irritabilidad, entre otros. Dentro de los efectos secundarios destaca una posible alteración afectiva durante los primeros meses, que en algunos niños puede dar lugar a un aumento de la ideación suicida, que ya es frecuente en los pacientes con TDAH (en un 50%).
- Efectos secundarios de los agonistas alfa adrenérgicos: los efectos secundarios más relevantes son: somnolencia, hipotensión, aumento de peso, cefalea, fatiga, dolor abdominal, entre otros.
Dentro del tratamiento psicológico, la psicoterapia cognitivo conductual o comportamental es la que ha demostrado efectividad en la mejora del trastorno. Esta se aplica directamente al niño, adolescente o adulto. En el caso de menores se entrena también a padres y maestros a aplicar estrategias cognitivas-conductuales.
El objetivo principal de la psicoterapia es que el niño/a comprenda qué le sucede y colabore en el tratamiento, que acepte estas dificultades de las cuáles no tiene “culpa” pero debe responsabilizarse de ellas, cómo se hace en otros ámbitos de la salud (por ejemplo, ir al dentista y aceptar ponerse ortodoncia y cuidar de ella).
Otros de los objetivos son: mejorar la conducta del niño, mejorar su autocontrol (reduciendo así sus conductas agresivas), mejorar el cumplimiento de hábitos: hacer deberes, ducharse, vestirse.
Se utiliza un sistema de incentivos para mejorar el retraso en el desarrollo de la motivación, se pasa de motivaciones externas (premios) a las internas poco a poco. Por ejemplo: pensar en “estudiar para sacar buenas notas”).
Se trabajan también habilidades sociales, como el uso de la comunicación asertiva. También se entrenan habilidades de identificación de sentimientos y emociones, para que aprenda a manifestar su rabia verbalmente en vez de con su conducta.
En el caso de adolescentes y jóvenes, deben tener toda la información sobre su trastorno para aumentar la autoconciencia de dificultad, prevenir riesgos y para que acepten el tratamiento. Es fundamental trabajar estrategias para el control del tiempo, la motivación, la tolerancia a la frustración, y estrategias de orden y planificación.
Este tratamiento psicológico tiene como objetivo que las familias aprendan a manejar la conducta de su hijo/a utilizando técnicas que han demostrado su eficacia en el tratamiento del TDAH.
Algunas de estas técnicas son: llevar registros dónde se establecen unos objetivos pactados con el niño o adolescente y se aplican sistemas de incentivos, la retirada de privilegios cuando no cumplen, o la gestión de quejas o amenazas. Es importante que se realice también un entrenamiento en resolución de problemas.
Se recomienda incluir estrategias para mejorar la comunicación padres e hijos, como dar órdenes, para fomentar una buena autoestima, para afrontar cambios.
Cuando los maestros y profesores conocen la existencia del trastorno en un alumno y comprenden cómo ayudar al niño, pueden adaptar mejor el ambiente a sus dificultades. De esta forma, se les recomienda usar algunos métodos para un mayor control de la conducta de estos niños/as y aumentar la posibilidad que tengan éxito en las tareas escolares.
Algunas de estas técnicas son: prestar mayor atención a la conducta positiva del niño, enseñarles como estructurar los deberes, estructurar el curso de la clase para facilitar el seguimiento por parte de los niños que presentan TDAH. Por ejemplo, intercalar períodos de lectura con ejercicio físico.
Es importante que el profesor pueda identificar problemas de comportamiento, y registrar los progresos del niño.
La coordinación con el psicólogo o psicopedagogo escolar y con el profesional sanitario deben permitir establecer objetivos comunes y estrategias compartidas.
Información documentada por:
Publicado: 18 de febrero del 2022
Actualizado: 18 de febrero del 2022
Mantente al día sobre este contenido
Suscríbete para recibir información sobre las últimas actualizaciones relacionadas con este contenido.
¡Gracias por tu suscripción!
Si es la primera vez que te suscribes recibirás un mail de confirmación, comprueba tu bandeja de entrada.