22 de enero del 2024
Tratamiento de la Hipercolesterolemia
La necesidad de tratamiento para reducir los niveles de colesterol debe individualizarse en cada persona y depende, en gran parte, del riesgo que exista de tener un evento cardiovascular (infarto o ictus).
Todas las personas que han tenido ya un problema cardiovascular deben recibir tratamiento para reducir el colesterol, independientemente de los niveles de colesterol que tenían antes de ese problema: es lo que se llama tratamiento en prevención secundaria. En este caso el tratamiento tiene por finalidad reducir el riesgo de un nuevo problema cardiovascular, ya que la reducción del colesterol es un elemento protector común para mejorar el estado de las arterias dañadas, ya sea por tabaco, por hipertensión, por diabetes, por colesterol o por una combinación de estos u otros factores de riesgo.
Para evaluar la necesidad de tratamiento en personas que no han tenido un problema cardiovascular (tratamiento de prevención primaria) es necesario evaluar el riesgo cardiovascular global que tiene la persona y decidir en función del mismo.
En el momento que una persona recibe tratamiento para reducir los niveles de colesterol se deben estimar los valores a los que tiene que llegar para prevenir un problema cardiovascular. Es lo que se conoce como objetivos de colesterol. Estos objetivos se suelen establecer como cifras de colesterol LDL o “malo”.
Los objetivos son diferentes si la persona ha tenido o no un problema cardiovascular (prevención secundaria o prevención primaria, respectivamente). Y en el caso de la prevención primaria, también se tiene en cuenta el nivel de riesgo cardiovascular global. Así, en función de si se está en prevención secundaria o primaria y de los factores de riesgo, los objetivos de LDL pueden ser de 70, 100, o 115-130 mg/dl.
Por ello es importante que una vez se inicie el tratamiento saber cuáles son los objetivos de control. En algunos países, sobre todo anglosajones, no se tienen tan en cuenta los objetivos de LDL, sino el tipo de tratamiento que la persona debe seguir.
Mantener un estilo de vida saludable, con una alimentación sana y la práctica regular de actividad física se asocia a un mejor control de los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre. Además, la consecución y el mantenimiento de un peso adecuado y la deshabituación tabáquica tienen también beneficios para la salud cardiovascular.
Alimentación. La dieta mediterránea ha demostrado tener un efecto beneficioso sobre el nivel de colesterol y triglicéridos y en la disminución de enfermedades cardiovasculares. Por ello, se recomienda como patrón básico de alimentación, en general, y también para personas con niveles elevados de colesterol.
Peso. Mantener un peso lo más saludable posible.
Ejercicio. Se recomienda practicar actividad física de intensidad moderada, al menos 175 minutos a la semana.
Hábitos tóxicos. Evitar los hábitos tóxicos como el alcohol y el tabaco.
Estrés. Utilizar estrategias para combatir el estrés.
Existen varias estrategias farmacológicas para reducir el colesterol. Pueden usarse fármacos que reducen la producción de colesterol dentro del hígado o que facilitan que el hígado capte o “limpie” más colesterol de la sangre., o bien los que disminuyen la absorción de colesterol de la alimentación o facilitan su eliminación intestinal.
Estatinas. Son el tratamiento de elección y del que se dispone de más experiencia. En la actualidad es el más utilizado. Dentro de esta familia hay diferentes compuestos y los dos más representativos son la simvastatina y la atorvastatina. Actúan reduciendo el colesterol dentro del hígado lo que hace que capte más colesterol de la sangre y que disminuyan los niveles circulantes. En dosis elevadas pueden reducir las cifras de colesterol LDL (colesterol “malo”) hasta en un 50%.
Ezetimiba. Actúa reduciendo la absorción de colesterol en el intestino. Es un fármaco muy bien tolerado que se asocia a reducciones del colesterol LDL de un 15-20%.
Fibratos (fenofibrato o gemfibrozilo). Se usan sobre todo para reducir las cifras de triglicéridos, aunque pueden tener un efecto discreto o moderado de reducción del colesterol.
Resinas. Son fármacos que actúan a nivel intestinal por lo que favorecen la eliminación de la bilis (muy rica en colesterol). En este sentido, el organismo ha de fabricar más bilis y “gastar” más colesterol de la sangre para su producción.
Aféresis. En personas con enfermedades genéticas graves del colesterol y que tienen niveles muy elevados, a pesar del tratamiento farmacológico habitual o que no toleran la medicación, existen técnicas de depuración del colesterol de la sangre (aféresis) parecidas, aunque muchos más sencillas y mejor toleradas, a la diálisis de las personas con enfermedades del riñón.
El tratamiento con estatinas es la opción de tratamiento más antigua y actualmente más utilizada para controlar el colesterol. Se les atribuye multitud de efectos secundarios, en particular problemas musculares y articulares, y se las ha descrito como inadecuadas para su uso continuado.
Sin embargo, la evidencia científica muestra que el riesgo de efectos adversos relevantes atribuibles a las estatinas es muy bajo. Además el paciente es controlado a través de entrevistas periódicas con el equipo médico y análisis de sangre.
El tratamiento prolongado con estatinas es muy seguro y previene problemas cardiovasculares como infartos, ictus, entre otros, por lo que suele ser la primera opción terapéutica. El profesional de la salud debe informar al paciente sobre el beneficio-riesgo que supone el tratamiento para que pueda finalmente tomar una decisión sobre el tratamiento a seguir.
Los tratamientos para reducir el colesterol son muy seguros y han demostrado en multitud de estudios, y desde hace años, que reducen el riesgo de tener problemas cardiovasculares. Por todo ello, estos fármacos, en especial las estatinas, son tomados por millones de personas en todo el mundo.
Los efectos secundarios que se pueden atribuir a las estatinas se compensan ampliamente por la reducción del riesgo de eventos cardiovasculares, pero algunos de los potenciales efectos adversos son:
Demostrados:
- Problemas musculares. Se ha descrito que estos fármacos pueden ocasionar dolores musculares (mialgias), fácilmente reversibles al reducir la dosis o retirar el fármaco. Los efectos secundarios musculares graves son extremadamente infrecuentes.
- Elevación de las transaminasas (marcadores de hígado). Aunque se puede asociar con elevaciones de estos parámetros de la analítica, suelen ser poco relevantes, infrecuentes y reversibles. Su uso en pacientes con incremento de grasa en el hígado es seguro.
- Aumento del riesgo de diabetes. Estos fármacos se asocian con un incremento ligero del riesgo de diabetes cifrado en 1 de cada mil personas tratadas durante un año.
No demostrados:
- Problemas de memoria. Los estudios no han encontrado relación entre el uso de estos fármacos y el riesgo de demencia.
- Problemas renales. No hay asociación entre el uso de estatinas y el empeoramiento de la función del riñón. Su uso es seguro en pacientes con insuficiencia renal tras hacer un pequeño ajuste de dosis en algunos casos.
Los problemas de colesterol no se tratan con procedimientos quirúrgicos, solo cuando existen complicaciones cardiovasculares. Es el caso de los procedimientos de by-pass (o puentes) entre arterias coronarias o entre arterias de las extremidades inferiores para rodear segmentos de arterias obstruidas, o de la colocación de prótesis dentro de las arterias para liberar una obstrucción arterial (STENT). Algunos casos muy infrecuentes de hipercolesterolemias muy graves de causa genética pueden tratarse excepcionalmente mediante trasplante de hígado.
Los tratamientos para reducir el colesterol han avanzado de forma muy notable en los últimos años. Fruto de estos avances se han aprobado hace pocos años dos fármacos biológicos (alirocumab y evolocumab) para la hipercolesterolemia. Actúan bloqueando de forma selectiva una sustancia que genera el hígado (llamada PCSK9) que de forma natural reduce la cantidad de receptores que contienen las células del hígado para “limpiar” el colesterol de la sangre. Estos fármacos se administran mediante autoinyección (de forma similar a la insulina) cada 2 o 4 semanas. Reduce los niveles de colesterol LDL hasta en un 60%.
Debido a su elevado coste, en estos momentos, son únicamente de dispensación hospitalaria y en centros especializados. En los países donde el sistema público de salud financia total o parcialmente los fármacos (como es el caso de España), estos medicamentos se pueden recibir sin coste para el paciente en situaciones concretas cuando los niveles de colesterol LDL siguen elevados tras recibir el tratamiento convencional (al menos estatinas potentes a dosis elevadas). Estas situaciones son:
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Publicado: 2 de octubre del 2018
Actualizado: 2 de octubre del 2018
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