Tratamiento de la Fibrilación Auricular
El tratamiento de la fibrilación auricular tiene un doble objetivo: evitar los síntomas y las molestias que causa la fibrilación auricular y evitar las complicaciones graves que puede ocasionar y, en especial, la aparición de ictus.
Cada uno de estos objetivos requiere una valoración por separado y un tratamiento específico para cada persona.
Tratamiento no farmacológico
Se recomienda seguir un estilo de vida que mejore la salud en general del corazón, especialmente para prevenir o tratar enfermedades como la hipertensión arterial y las enfermedades cardiovasculares. En este sentido es muy importante:
Peso. Mantener un peso adecuado.
Ejercicio. Realizar actividad física de manera moderada. Caminar 30 minutos cada día.
Tabaco y alcohol. Evitar totalmente el tabaco y el alcohol.
Dormir. Se aconseja tener un sueño saludable. Seguir horarios regulares a la hora de irse a dormir y levantarse, que el ambiente sea el adecuado respecto al silencio, oscuridad, temperatura y dormir unas 7 horas diarias.
Tratamiento farmacológico
La elección del tratamiento depende del objetivo que se quiera conseguir que puede variar durante la evolución de la enfermedad.
Mantener el ritmo cardíaco normal (sinusal). Son fármacos que se administran para evitar los episodios de fibrilación auricular y mantener el ritmo cardiaco normal (sinusal). Su elección depende de si hay una enfermedad cardíaca y de la frecuencia de los síntomas. En el caso de que los episodios sean poco frecuentes se puede optar por tomar la medicación solo cuando se tenga un episodio de fibrilación auricular. Si los episodios son repetitivos el tratamiento arrítmico preventivo se ha de tomar a diario. En otras ocasiones es necesario parar la fibrilación auricular para volver al ritmo normal (sinusal) mediante una cardioversión eléctrica o con medicación.
La eficacia de los tratamientos arrítmicos es variable, por lo que si no se consigue controlar los síntomas se puede plantear la realización de un proceso de ablación.
No mantener el ritmo cardíaco normal (sinusal). Se opta por esta opción en aquellas personas que tienen pocos síntomas derivados de la fibrilación auricular y en las que es poco probable mantener el ritmo sinusal. En estos casos, también pueden ser necesarios los medicamentos arrítmicos para evitar una frecuencia cardiaca demasiado elevada.
Controlar el riesgo de embolias. Unas de las complicaciones de la fibrilación auricular son las embolias. En caso de que se considere que el riesgo de embolias es elevado, se prescriben medicamentos anticoagulantes (Sintrom® o Aldocumar®) que requieren de controles regulares. Además, se han de seguir una serie de precauciones con la alimentación y con la interacción con otros medicamentos. En determinados casos se pueden prescribir los llamados anticoagulantes directos, que no requieren controles de sangre habituales. Es muy importante remarcar que la necesidad de tratamiento anticoagulante no depende de la frecuencia o duración de los episodios de fibrilación auricular y que nunca se debe dejar el tratamiento anticoagulante sin consultar previamente con el equipo de salud.
El seguimiento estricto de la medicación es imprescindible para un buen control de la fibrilación auricular, pero de forma muy especial el del tratamiento anticoagulante. Si se toma el tratamiento prescrito, tal y como se ha prescrito, y sin dejarse ninguna dosis, se mantiene la protección contra la posibilidad de tener una embolia.
Tratamiento quirúrgico
Ablación con catéteres. Si la medicación arrítmica no es efectiva, se pueden plantear hacer una ablación de la aurícula con catéteres. Con los procedimientos de ablación se crean lesiones que rodean y aíslan las venas pulmonares, situadas en la aurícula izquierda, que es donde se origina la fibrilación auricular. La ablación se puede hacer con catéteres, que son tubos estrechos que se introducen por una vena de la ingle y son controlados por el médico. En general, se hace con anestesia local y sedación (es decir, relajado, pero no dormido). Se necesita un ingreso de aproximadamente 24 horas para hacer este procedimiento que suele ser muy eficaz, cuando la arritmia es intermitente (fibrilación auricular paroxística).
Ablación con cirugía mínimamente invasiva. La cirugía se reserva para casos muy concretos, sobre todo si después de la ablación con catéter se repite la fibrilación auricular. La ablación mediante cirugía se hace de forma mínimamente invasiva a través de pequeños orificios en el tórax para introducir una cámara de vídeo y unas pinzas y realizar la ablación en las zonas adecuadas de la aurícula izquierda. La ablación quirúrgica requiere anestesia general, intubación y, de forma habitual, un ingreso de unos cinco días.
Procedimiento para pacientes que no pueden tomar anticoagulantes
Para evitar embolias en pacientes que no pueden tomar anticoagulantes se puede plantear cerrar la orejuela izquierda. La orejuela es la parte de la aurícula donde se forman los trombos que posteriormente son obstruidas por un coágulo de sangre (émbolo). Es posible cerrar la orejuela mediantes catéteres y el implante de dispositivos, o con cirugía mínimamente invasiva o durante una cirugía que se tenga que hacer por cualquier otro motivo.
Nuevas terapias
Los últimos avances en el tratamiento de la fibrilación auricular son el uso de anticoagulantes directos, que no requieren de controles regulares del nivel de anticoagulación y en el uso de diversas tecnologías para los procedimientos de ablación.
Complicaciones del tratamiento
Tanto el tratamiento con medicamentos como los procedimientos quirúrgicos pueden tener complicaciones.
Antiarrítmicos. Paradoxalmente, el empeoramiento de algunas arritmias es el efecto secundario más habitual de algunos fármacos antiarrítmicos. Estas arritmias pueden llegar a ser graves, aunque si los medicamentos se administran de forma correcta, el riesgo es bajo. Algunos fármacos antiarrítmicos, como la amiodarona, pueden tener efectos secundarios a nivel de tiroides, pulmón, hígado e incrementar la sensibilidad de la piel a la luz.
Anticoagulantes. Una de las consecuencias de recibir tratamiento anticoagulante es la facilidad de tener sangrados. El sangrado de poca importancia, con pequeñas hemorragias al lavarse los dientes o afeitarse son muy frecuentes y no hay que alarmarse. Los sangrados de mayor magnitud pueden requerir de atención médica y pueden llegar a ser muy graves. En general, los beneficios de los tratamientos anticoagulantes compensan los riesgos. Si el riesgo de sangrado grave es muy alto que desaconseja administrar tratamiento anticoagulante, se puede plantear alternativas quirúrgicas para reducir el riesgo de embolia.
Cirugía. Las complicaciones de los procedimientos quirúrgicos son variables en función del procedimiento que se realice de los qua hay que informar al paciente.
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Publicado: 27 de noviembre del 2018
Actualizado: 27 de noviembre del 2018
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