17 de julio del 2023
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Vivir con Cardiopatía Isquémica
Ansiedad y depresión. Tener un infarto o una angina de pecho es una experiencia límite para muchos pacientes, que suele tener un importante impacto en sus vidas. El desconocimiento de la enfermedad, la necesidad de hacer múltiples cambios en el estilo de vida, la toma de fármacos nuevos, el miedo a que el episodio se repita, entre otros, son algunos de los factores que pueden generar ansiedad o depresión.
En este sentido, hay que intentar transformar esta angustia en empeño para hacer un cambio de hábitos que ayuden a mejorar la calidad de vida. La modificación de la alimentación, el ejercicio regular, el cese del hábito tabáquico, la relajación y dedicar tiempo para el autocuidado, favorecen a una mejora de la calidad de vida.
El profesional sanitario y otros pacientes que han pasado por la misma situación pueden aportar información y consejos útiles para ver la realidad bajo un prisma más positivo. Los programas de rehabilitación cardíaca también son una buena opción para retomar la vida con seguridad y eficacia.
Alimentación. Seguir una dieta rica en frutas, verduras, pescado y carnes blancas. Evitar en la medida de lo posible la bollería, los embutidos, los alimentos fritos y las carnes rojas. Intentar transmitir este hábito a la familia y amigos, o a todos con quienes se comparta mesa. Además, una alimentación equilibrada, permite controlar los otros factores de riesgo, como el sobrepeso, la diabetes y la hipertensión.
Ejercicio. Buscar un mínimo de tres horas a la semana (repartidas en varios días) para ejercitarse. No es necesario que sea un ejercicio extenuante, pero sí se debe notar como el corazón se acelera un poco y la respiración es algo entrecortada. Es mejor empezar de forma progresiva, sin cansarse, y exigirse un poco más cada día hasta llegar a notar estas sensaciones a las tres semanas, aproximadamente, del inicio de la actividad.
Esta regla general debe ser individualizada, por lo que es mejor consultar al médico el tipo de ejercicio y la intensidad adecuada para cada caso. El ejercicio también permite mejorar el control de otros factores de riesgo, como la diabetes, la hipertensión, el sobrepeso o el estrés. No se debe ser olvidar “la pastilla de ejercicio”, como algunos pacientes la denominan. Si se tienen síntomas, como ahogo o dolor en el pecho, hay que cesar el ejercicio y consultar con el médico antes de reanudarlo.
Dejar de fumar. La mayoría de pacientes dejan de fumar tras un infarto, pero el 80% vuelve a recaer en los siguientes meses. Dejar de fumar es, sin duda, lo mejor que se puede hacer por la salud. El esfuerzo y la tenacidad se ven recompensados por una mayor capacidad respiratoria, un mejor sabor de los alimentos, un mejor olor corporal y, sobre todo, una clara mejoría de la salud del corazón.
Control del peso. Una alimentación poco equilibrada y el sedentarismo pueden hacer que con el paso de los años se gane de manera progresiva peso. El cambio en la dieta y la instauración de una rutina de ejercicio permiten controlar el peso sobrante. Hay que desconfiar de las dietas milagrosas y dejarse aconsejar por un profesional que garantice una pérdida de peso gradual, pero constante, y que se encamine más a un cambio de estilo de vida que a una dieta puntual.
Buscar tiempo para relajarse. El estrés ha demostrado ser un factor importante en el desarrollo de múltiples enfermedades, pero especialmente en la cardiopatía isquémica. Las técnicas de relajación, la meditación, el buscar un tiempo para el autocuidado, son básicos para adoptar una actitud más relajada y positiva ante el día a día.
Tomar la medicación de forma correcta. Es importante ser riguroso con la toma de la medicación prescrita. Ser olvidadizo o poco constante puede acarrear complicaciones importantes. Si hay algún medicamento que no sienta bien o produce efectos secundarios, no hay que dejar de tomarlo. Se debe comentar con el médico, quien le informará de las posibles alternativas farmacológicas para adecuar el tratamiento.
Sexualidad. Muchos pacientes sienten miedo al reemprender la actividad sexual tras una angina de pecho o un infarto. Las relaciones sexuales se pueden iniciar transcurrida al menos una semana de un infarto agudo de miocardio o de la implantación de stents. Tras una cirugía de by-pass es recomendable diferir la actividad sexual entre seis y ocho semanas para permitir una buena cicatrización de la herida del esternón.
Cuando existan dudas respecto a la capacidad de esfuerzo del paciente es recomendable realizar una prueba de esfuerzo. Si la prueba de esfuerzo es normal, la probabilidad de padecer un infarto causado por el coito es extremadamente baja.
Muchos pacientes pueden presentar disfunción sexual causada, en la mayor parte de los casos, por la propia enfermedad de los vasos sanguíneos, o por efectos psicológicos; algunos fármacos pueden también tener este efecto. En este caso, hay que comentarlo con el médico.
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Publicado: 20 de febrero del 2018
Actualizado: 20 de febrero del 2018
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