Preguntas frecuentes sobre el Cáncer de Mama
¿Qué me pasa?
Con el diagnóstico de cáncer se hace referencia a la existencia de células que se han transformado y adquirido unas capacidades diferentes, como reproducirse de manera más rápida y abandonar el órgano donde fueron creadas. Estas dos características atorgan una agresividad que las define como células malignas.
En general, enfrentarse a un diagnóstico de cáncer es una situación nueva e inesperada y un cambio importante en la vida de una persona. Ahora bien, cada persona tiene una forma distinta de encarar los problemas y las situaciones adversas que, junto las creencias y valores de cada uno, hacen que la forma con la que se afronte la enfermedad sea única para cada persona.
Es esperable que se pase por diferentes fases, las cuales suelen durar desde días hasta semanas. La primera es la de un “shock inicial”, que se caracteriza por tener sentimientos de vulnerabilidad, pérdida, confusión, inseguridad y fragilidad. La segunda fase es la negación o la incredulidad. La tercera fase es la de la tristeza, llanto, depresión, impotencia, miedo e incluso rabia. Finalmente, viene la fase de aceptación y de alivio, la cual suele coincidir con el inicio del tratamiento.
Existen diversos grados de ansiedad y miedo. En general, si uno se siente incapaz de manejar sus emociones, lo mejor es buscar ayuda a su alrededor, incluso la de un profesional. Es importante tener la mente ocupada con actividades útiles y agradables para distraerse, ya que la inactividad influye en la aparición de pensamientos negativos.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) los factores asociados a la aparición de cáncer de mama son el consumo de alcohol, el tabaco, la obesidad y aspectos hereditarios. También se ha observado que hay variables hormonales, como una edad de menstruación temprana, una edad mayor en el primer embarazo, un número bajo de partos y el acortamiento de la lactancia.
La población masculina puede padecer cáncer de mama, aunque su incidencia es muy baja y solo representa un 1% de todos los diagnósticos de cáncer de mama. Al igual que en las mujeres, el historial familiar tiene una influencia directa. En el caso de los hombres, la edad de presentación del tumor suele ser más tardía que en la mujer y la técnica más empleada es la mastectomía dado que el tejido mamario suele ser más pequeño y no hay posibilidad de una cirugía conservadora.
Los estudios que ha analizado la relación entre el cáncer de mama y el estrés no han evidenciado que sea una causa-efecto. No obstante, el estrés es un sentimiento de tensión física o emocional y denota una mala adaptación con el entorno. Por lo que un estado de estrés crónico puede afectar al sistema inmunológico lo que puede ser un factor de predisposición a desarrollar cáncer. De todas formas, los estudios hasta ahora no avalan esta hipótesis.
No lo es. Años atrás, las personas a menudo se mantenían alejadas de alguien que padecía cáncer porque existía el miedo de que el cáncer se transmitiera como la gripe o un resfriado. Esto no es así. Por lo tanto, se puede permanecer cerca o tocar a alguien que padece cáncer. De hecho, los pacientes con cáncer, en general, necesitan apoyo y amistad.
No es una situación infrecuente y hoy en día existen miles de pacientes embarazadas tratadas de un cáncer de mama. La cirugía es uno de los principales tratamientos y la anestesia no supone un riesgo para el feto. La técnica quirúrgica más utilizada es la mastectomía radical, ya que la cirugía conservadora require de radioterapia y ésta puede afectar al feto. En caso de elegir un tratamiento quirúrgico conservador, se debe demorar el tratamiento con radioterapia hasta después del parto.
El segundo tratamiento es la quimioterapia. Estudios recientes han demostrado que determinados agentes quimioterápicos pueden administrarse en el segundo y tercer trimestre del embarazo sin incrementar el riesgo de malformaciones en el feto. Cuando una mujer embarazada precisa tratamiento con quimioterapia tras la cirugía, su administración se retrasa hasta el segundo trimestre del embarazo. En caso de que la paciente esté en el tercer trimestre de embarazo, se induce el parto unas semanas antes de la fecha esperada para reducir el tiempo de retraso de inicio de la quimioterapia.
El carcinoma in situ o intraductal no es lo que habitualmente se conoce como cáncer. Es una fase previa o precoz del cáncer sin llegar a tener la posibilidad de extenderse a otros órganos, ya que está localizado dentro de los conductos de la leche. Las paredes del conducto hacen de barrera lo que impide que las células malignas del carcinoma invadan el tejido sano. Esto significa que si se extirpa en su totalidad, prácticamente todas las pacientes se curan.
El carcinoma infiltrante significa que las células malignas han invadido y roto la pared del conducto de la leche. Esto, aunque no siempre, puede significar que estas células han llegado al tejido sano de alrededor y avanzan hacia los vasos linfáticos, para llegar después a los ganglios.
Los receptores son unas pequeñas antenas que las células tienen en su superficie. Estas antenas captan los mensajes que provienen del exterior, de modo que la célula sana y la cancerígena saben qué pasa a su lado y cómo deben actuar. Los receptores hormonales son fundamentales para el pecho, ya que según la cantidad de hormonas femeninas que hay en la sangre, el pecho crece, se prepara para la lactancia o se atrofia. Las células del cáncer que mantienen los receptores hormonales, utilizan las hormonas como factores de crecimiento, es decir como "alimento". Para evitar esto, hay un tipo de tratamiento con receptores hormonales positivos.
Los receptores son proteínas que se encuentran en el interior o la superficie de ciertas células y que se pueden unir a ciertas sustancias, como las hormonas que circulan en la sangre. Las células normales y algunas células cancerosas del seno tienen receptores que se unen al estrógeno y a la progesterona.
Las células cancerosas pueden contener receptores de progesterona o de estrógeno. A los cánceres de seno que contienen receptores de estrógeno se les conoce como cánceres positivos para receptores de estrógeno (ER positivo o ER+), y aquellos con receptores de progesterona se les denominan cánceres positivos para receptores de progesterona (PR positivo o PR+).
Las células tumorales malignas son capaces de producir sustancias (proteínas) diferentes a las que producen las células normales. Esto se debe a alteraciones en los genes o cambios en la expresión de los mismos. Una de estas sustancias es la proteína HER2. Cuando se encuentra en una cantidad muy alta en la superficie de la célula tumoral se denomina “sobreexpresión”. Esta característica biológica de la célula tumoral se ha relacionado con una mayor agresividad del tumor. Entre el 25% y el 30% de las mujeres con cáncer de mama diseminado presentan una alteración del gen HER2/ neu. Existen tratamientos con los anticuerpos monoclonales que son eficaces en anular o inhibir la acción de esta proteína.
El cáncer de mama es uno de los cánceres que tiene una probabilidad más alta de curación, alrededor del 85%. Ahora bien, en pacientes con tumores pequeños, sin afectación de la axila y con características biológicas concretas, la curación es claramente superior al 90%.
¿Qué pruebas me van a hacer?
La mamografía y la ecografía pueden orientar el diagnóstico, pero para confirmar que el tumor es cancerígeno es preciso hacer una biopsia de la zona. La biopsia tiene como objetivo obtener una muestra de tejido de la zona sospechosa para su estudio. Es la prueba de diagnóstico definitiva y la más importante.
La mamografía es el método más eficaz. La detección precoz del cáncer de mama facilita un tratamiento menos agresivo y mayores posibilidades de curación. La autoexploración mamaria no es un método suficiente por sí mismo.
¿Qué tratamientos hay?
No. Los tratamientos que se administran hoy en día tienen un nivel de evidencia muy elevado, tanto para mejorar los síntomas como para aumentar la supervivencia. Eso no quiere decir que los tratamientos actuales sean inocuos. De hecho, en algunos casos pueden causar efectos secundarios graves. Ahora bien, el cáncer de mama es una enfermedad mortal si no es tratada, y los tratamientos hoy en día aprobados contra el cáncer pueden salvar vidas, especialmente cuando el cáncer se detecta y trata de manera temprana. Incluso en los casos en que no se puede curar el cáncer, un tratamiento a tiempo puede prolongar la vida y mejorar los síntomas y la calidad de vida.
No. La cirugía es una de las opciones principales de tratamiento en los cánceres de mama en estadios localizados, es decir, en los casos donde el tumor se localiza en la mama y los ganglios axilares. Hoy en día, existen dos grandes tipos de cirugía: la conservadora, donde se puede extirpar solo la zona del tumor (tumorectomía) o un cuadrante de la mama (cuadrantectomía); y la radical, cuando se extirpa la mama entera (mastectomía).
El tipo de cirugía depende del tamaño, la localización y la extensión del tumor. En algunos casos, el tratamiento inicial del cáncer de mama consiste en un tratamiento sistémico de unos seis meses basado en quimioterapia (denominada quimioterapia neoadyuvante) o tratamiento hormonal (denominado tratamiento endocrino neoadyuvante). Tras este periodo de tiempo, se procede a la cirugía.
El tratamiento quirúrgico estándar actual es la extirpación del tumor maligno y un área de tejido sano que lo rodea para asegurar que el cáncer se ha eliminado totalmente. No es necesario, ni aumenta las posibilidades de curación, extirpar todo el resto de pecho sano.
La quimioterapia consiste en la administración de un grupo de fármacos (con frecuencia administrados por vía intravenosa) que destruyen las células cancerosas que han podido dispersarse por todo el organismo. Cuando la quimioterapia se aplica como complemento a la cirugía se le denomina quimioterapia adyuvante y tiene el objetivo de disminuir la probabilidad de que vuelva el cáncer de mama. Cuando la quimioterapia se utiliza para reducir el tamaño del tumor antes de la cirugía se le denomina quimioterapia neoadyuvante.
La radioterapia consiste en el empleo de radiaciones ionizantes para el tratamiento local del cáncer de mama o alguna de sus metástasis. El objetivo es destruir las células tumorales y causar el menor daño posible a los tejidos sanos que rodean al tumor. La radioterapia se emplea en general tras una intervención quirúrgica conservadora para eliminar las posibles células tumorales que hayan podido quedar y disminuir la probabilidad de reaparición del cáncer de mama. En el caso de la cirugía conservadora, la aplicación de la radioterapia tras la intervención es imprescindible. En caso de la cirugía radical (mastectomía), se puede indicar su administración en determinados casos.
Es difícil prever cuáles serán los efectos secundarios del tratamiento del cáncer en un paciente determinado. Por un lado, el tipo de tratamiento que recibe una persona depende del tipo y la etapa (extensión) del cáncer, la edad, el estado general de salud y las preferencias personales. Además, cada medicamento o plan de tratamiento tiene unos efectos secundarios diferentes. Por otro lado, algunos efectos secundarios pueden ser severos y otros más ligeros. En general, los tratamientos de quimioterapia o tratamiento endocrino son bien tolerados y los pacientes suelen comentar tras finalizar el tratamiento que volverían a pasar por ello.
Los efectos secundarios más comunes a corto plazo de la quimioterapia (y que son fácilmente tratables), son las náuseas y vómitos, pérdida de apetito, pérdida del cabello y úlceras en la boca. Otros más difíciles de tratar son el cansancio. En algunos casos, es posible que los pacientes presenten recuentos bajos de células sanguíneas (las defensas). Esto puede llegar a ocasionar un aumento del riesgo de infección, sangrado o hematomas después de pequeñas cortaduras o lesiones menores, así como cansancio debido a la aparición de anemia.
La parte positiva es que la mayoría de los efectos secundarios de la quimioterapia suelen desaparer completamente al finalizar el tratamiento.
El tratamiento con radiación en la zona mamaria no suele causar dolor. Ahora bien, en algunos casos puede aparecer irritación de la piel temporal y cansancio. Dicho cansancio a menudo perdura durante varias semanas después de finalizar el tratamiento.
El sistema linfático está formado por una red de autopistas, donde los ganglios son los peajes y los vasos linfáticos la autopista propiamente dicha. En algunas zonas hay un cúmulo de ganglios, como son la axila, el cuello o las ingles, que también se pueden encontrar en cualquier parte del organismo entre unas y otras zonas del cúmulo de ganglios. Por lo tanto, es imposible sacar todos los ganglios de una región. Lo que sí se hace a veces es extirpar un cúmulo de ganglios, donde habitualmente se pueden contar entre 5-20 ganglios. De todas formas cada vez se intentan sacar los ganglios estrictamente necesarios.
Es el ganglio axilar sobre el que, en primer lugar, drena el sistema linfático de la glándula mamaria. Si este ganglio se encuentra afectado por el tumor, es necesario realizar una linfadenectomía axilar en casi todos los casos, con algunas excepciones. Si el ganglio centinela no está afectado no es necesario realizar un vaciamiento axilar.
Es el tipo de intervención que se realiza cuando se diagnostica una afectación de ganglios de la axila. No es una cirugía radical y agresiva y cada vez más se intenta sacar el menor número posible de ganglios. El vaciamiento ganglionar axilar supone la extirpación del nivel I y II axilares, y se preserva el nivel III, los que están más próximos al pecho. Sólo en el caso de que el cirujano crea conveniente accederá al nivel III.
MIRAR TRADUCCIÓN. La axila se divide en 3 niveles de ganglios, desde los que están más cerca del pecho, hasta los que están más arriba. En principio, se intenta extirpar sólo los dos primeros niveles ganglionares axilares, incluso cuando hay afectación de los ganglios por el cáncer, para reducir el riesgo de linfedema, es decir, que se inflame el brazo. Aunque la posibilidad de que esto ocurra está relacionada con el número de ganglios extirpados.
La técnica del ganglio centinela evita en un gran número de pacientes la aparición de linfedema o hinchazón del brazo que corresponde al pecho operado. Es una técnica cada vez con más uso que consiste en la extirpación del primer o primeros ganglios linfáticos de la axila. El objetivo es no extirpar ganglios sanos, por lo tanto, se realiza en aquellas pacientes que en el momento del diagnóstico, cuando se hace una ecografía del tumor y de la axila, no se ven ganglios afectados por el cáncer en la axila.
Aunque es muy variable, es posible que en 2-4 días se pueda dar el alta hospitalaria. Muchas veces la paciente se marcha con algún drenaje. Es mejor evitar ingresos largos en el hospital para evitar riesgo de infecciones.
El objetivo del equipo médico es mitigar y eliminar el dolor postquirúrgico. Para ello es muy importante la colaboración de la paciente y de la familia para comunicar al personal si el dolor está controlado, ya que a menudo están previstas administraciones extra de calmantes para evitar momentos innecesarios de dolor o molestias.
Antes de la intervención, se programa la rehabilitación para recibir las indicaciones sobre qué hacer el mismo día de la operación, así como los días posteriores.
La radioterapia es un tratamiento muy eficaz contra las células del cáncer, porque ataca aquellas que están dentro de su campo de administración. Desde hace poco tiempo se puede aplicar la radioterapia pocos minutos después de extirpar el tumor, antes de cerrar la herida. Esto permite, eliminar las células que están muy próximas al lugar donde está el tumor. Algunas pacientes solo recibirán esta radioterapia mientras que otras la complementarán con la administración de radioterapia los fines de semana o incluso pocos meses después de la intervención.
No todas las pacientes deben hacer tratamiento con quimioterapia. En la actualidad, gracias a la investigación de los últimos años, hay herramientas muy buenas para saber cuándo una paciente debe recibir tratamiento. Por lo tanto, solo se administrará a aquellas pacientes que lo necesiten, ya sea porque el cáncer es más agresivo o porque el tumor es grande o tiene los ganglios afectados. También se tienen en cuenta otros datos como la sensibilidad a la quimioterapia. Los cánceres sin receptores hormonales suelen ser más sensibles a este tratamiento.
El cáncer de mama hereditario representa alrededor de 5 a 10% de todos los casos de cáncer de mama. Se trata de pacientes que tienen en todas las células del cuerpo una mutación concreta en los genes BRCA1 o BRCA2. Estas mujeres también presentan un aumento en el riesgo de cáncer de ovario y de otros cánceres. Los hombres que tienen una mutación también tienen un mayor riesgo de cáncer de mama. La única forma de determinar si existe o no está mutación es con un análisis de sangre y un estudio genético.
Los cambios físicos, el cansancio, las náuseas o la sequedad vaginal son efectos secundarios del tratamiento que sumado al cambio de imagen personal y la situación emocional, pueden influir en una reducción del deseo sexual. El deseo sexual vuelve en general cuando uno se empieza a sentir mejor. Esto quiere decir que si el tratamiento es cada 2 ó 3 semanas, el deseo sexual volverá unos días antes del siguiente tratamiento. Una vez completada la quimioterapia el deseo sexual vuelve como antes de haber empezado tratamiento.
Los tratamientos contra el cáncer a menudo reducen la capacidad lubricante que la vagina produce durante la excitación. Por lo que se puede requerir de lubricación adicional para que el coito resulte cómodo. En caso de utilizar lubricante vaginal, hay que intentar elegir un gel con base acuosa sin fragancias ni químicos. Estos productos pueden encontrarse en la farmacia.
Además, a medida que la mujer envejece, la vagina puede perder de manera natural su humidificación y elasticidad. Los tratamientos contra el cáncer, pueden acelerar estos cambios. Los humectantes vaginales son productos sin hormonas diseñados para utilizarse varias veces al día y mejorar la salud y la comodidad vaginal en general. Los humectantes vaginales son diferentes a los lubricantes, ya que su duración es superior y no están diseñados para la actividad sexual.
Durante el tratamiento del cáncer de mama y con unos determinados fármacos, se pueden notar algunos cambios en el color y el espesor de las uñas de las manos y los pies, o bien cambios alrededor del lecho ungueal. Es posible que aparezcan marcas en las uñas como líneas horizontales o verticales, o bien pequeñas grietas. No son permanentes y desaparecen con el crecimiento de la uña.
Las uñas pueden volverse delgadas o frágiles, no crecer como antes y pueden romperse con mayor facilidad. Puede que estas uñas acaben de levantarse por encima del lecho ungueal o caerse. En estos casos, si la uña no se encuentra adherida al lecho ungueal, tiene más probabilidades de infectarse por bacterias u hongos, al igual que las cutículas, que al deteriorarse también se pueden infectar.
La pérdida de cabello se debe a que la quimioterapia se dirige a todas las células que se dividen rápidamente, células sanas y cancerígenas. Los folículos pilosos forman parte de este tipo de células. A medida que se administran dosis de tratamiento contra las células cancerígenas, también se destruyen las de los capilares. A las pocas semanas de haber empezado la quimioterapia, es posible que se pierda parte del cabello hasta llegar a la alopecia o pérdida integral del cabello.
Algunos fármacos de quimioterapia afectan solo al cabello de la cabeza, otros provocan la caída de las cejas y las pestañas, el vello del pubis y de las piernas, brazos y axilas. Las zonas afectadas dependen del tipo de fármaco y del tiempo que se utilice. No todos los fármacos que se utilizan para tratar el cáncer de mama producen alopecia.
La programación y la secuencia en el tiempo de estos fármacos también afecta a la pérdida del cabello. Algunos fármacos que se administran cada semana y en pequeñas dosis pueden minimizar esta pérdida. Otros tratamientos que se programan cada 3 semanas, en dosis más altas, tienen más probabilidad de provocar una mayor pérdida de cabello.
En general, la caída no tiene efecto inmediato. A menudo se manifiesta después de 3 semanas de haber comenzado el tratamiento. Llegado a este punto, la caída del cabello puede producirse de manera lenta o en mechones. Después de la quimioterapia, es posible que aparezcan cambios en la textura y cantidad del cabello.
No sólo puede caer el pelo de la cabeza, también puede caer de cualquier parte del cuerpo, como las cejas, párpados, así como también el vello de los brazos y de las piernas, las axilas y la región púbica. Depende del medicamento que se prescriba puede producirse la pérdida total del cabello, en general durante las primeras semanas del tratamiento, las pestañas y las cejas (adriamicina); debilitarse el cabello en algunas personas (metotrexato); ocasionar una pérdida mínima del cabello en la mayoría de mujeres (5-fluorouracilo) o causar la pérdida total del cabello de la cabeza, las cejas, las pestañas, la zona del pubis, las piernas y los brazos (el taxol (paclitaxel).
Los tintes para el cabello contienen químicos que pueden dañar el cabello. No existen estudios que demuestren que el tinte del cabello cause más daño después de haber administrado un tratamiento de quimioterapia. Aún así, se recomienda no teñirlo hasta pasado dos meses de haber finalizado el tratamiento.
En la actualidad, no se conoce un método para prevenir la caída del cabello causado por la quimioterapia. A lo largo de los años, se ha probado reducir la caída del cabello con la utilización de bolsas de hielo, debido a que se pensaba que estas técnicas reducían el flujo sanguíneo a los capilares y se limitaba la exposición a la quimioterapia. Estas técnicas no impiden al 100% la caída del cabello, y provocan dolor de cabeza, por lo que se han retirado en la mayoría de los ámbitos.
Para evitar ser pinchado de manera repetida se utilizan un par de catéteres: el portacath y el de inserción periférica, conocido como PICC.
El catéter portacath tiene la forma de un disco de plástico o de metal y se introduce por debajo de la piel. La colocación precisa de cirugía sin ingreso. Lo más habitual es que una vez colocado y pasado unos 7-10 días no se note ni provoque ningún tipo de dolor ni sensación desagradable.
El catéter de inserción periférica, conocido como PICC, tiene la parte final externa. Este requiere de unos cuidados especiales cada semana, pero no precisa de quirófano para su colocación.
Por estos catéteres se pueden realizar analíticas, administrar tratamientos de quimioterapia, medicación o contraste para realizar pruebas diagnósticas como un escáner (TC).
A pesar de que no existe ninguna "alimentación para el cáncer", es decir, una lista de alimentos que hayan demostrado que previenen el cáncer, se recomienda consumir una variedad de alimentos saludables, con énfasis en los de origen vegetal como las legumbres, féculas y almidones, frutas, vegetales, leche y productos lácteos.
Realizar algún tipo de actividad física puede disminuir los efectos secundarios del tratamiento y ser menos graves. Las investigaciones indican que realizar ejercicio puede: aliviar las náuseas durante la quimioterapia; mejorar el riego sanguíneo en las piernas, y en consecuencia, disminuir el riesgo de tener coágulos; aliviar el estreñimiento, ya que estimula el sistema digestivo y facilita la evacuación intestinal; revitalizar el deseo sexual; mitigar la fatiga causada por la radiación y la radioterapia y mejorar el insomnio.
Aunque no siempre es necesario, ni mucho menos, hay una serie de situaciones que obligan a plantear una mastectomía. Estos casos son la existencia de dos o más tumores en el pecho, alejados uno del otro, o también cuando hay un solo tumor, pero que es muy grande. Es poco frecuente, aunque hay pacientes a los que se aconseja una mastectomía debido a que la mama es muy pequeña o el tejido es muy denso y no permite ver si el tumor se extiende más allá o no.
Es posible y aconsejable, siempre y cuando la paciente no tenga que recibir radioterapia después de la operación. La radioterapia que se administra en tumores grandes o en determinadas situaciones pueden dañar la prótesis o el expansor que se coloca para reconstruir la mama, y el resultado estético final ser malo. La prótesis irradiada es fibrosa y puede endurecerse y producir dolor y ser desagradable al tacto, así como puede provocar sensación de opresión e incomodidad. Como no siempre ocurre, ni mucho menos, esta opción se tiene que consultar con la paciente para que tome parte en la decisión.
En algunos países, como España, las prótesis fijas o de silicona, sí están financiadas y se solicitan desde el propio hospital o centro de salud. En cambio, las pelucas no.
Un tratamiento es eficaz si se observa que ha disminuido o desaparececido el tumor. Durante el tratamiento, el oncólogo solicita una serie de pruebas que permiten saber cómo responde la enfermedad al tratamiento. La respuesta del tumor a la quimioterapia es independiente de los efectos secundarios que produce.
El tratamiento endocrino consiste en la administración, en general por vía oral, de fármacos que bloquean la producción o la acción de los estrógenos sobre las células malignas de la mama. Los tratamientos hormonales han demostrado ser muy eficaces en este contexto y tras una cirugía de cáncer de mama, pueden reducir el riesgo de que retorne el tumor en casi un 50%.
En general, es un tratamiento que se administra por vía oral y su duración oscila entre los 5 y 10 años, dependiendo de las características del tumor. En cuanto a los efectos secundarios, la terapia hormonal puede provocar sofocos, reglas irregulares, pequeños sangrados (por eso se aconseja acudir a revisiones periódicas ginecológicas) o pérdida de masa ósea (osteoporosis).
En general, las mujeres premenopáusicas mantienen o recuperan la función ovárica y vuelven a tener menstruaciones una vez que han completado el tratamiento. La reanudación de la función ovárica suele depender de la edad de la mujer antes del tratamiento y del tipo de medicamento recibido. Por ejemplo, las mujeres muy jóvenes suelen reanudar con más facilidad la menstruación que las mujeres peri-menopáusicas.
Vivir con Cáncer de Mama
La posibilidad de que el cáncer de mama que padece una persona sea hereditario sólo afecta a un 5-10% de las pacientes. Es decir que en un 90-95% no existe riesgo de que nuestras hijas puedan tener cáncer. De todas maneras, es aconsejable seguir estilos de vida saludable y controles ginecológicos.
En el caso de que haya en la familia dos pacientes con cáncer de mama diagnosticados antes de la menopausia, o de tres pacientes en edades más mayores. Aún así, las posibilidades siguen siendo bajas, del 10-20% aproximadamente. En estos casos se aconseja hacer un estudio genético para descartar la existencia de mutaciones heredadas.
El diagnóstico de cáncer supone un cambio importante en la vida personal y cada miembro de la familia lo afronta de un modo diferente. En general, lo recomendable es explicarles los sentimientos, los miedos, las preocupaciones y todo aquello que se necesite. Es una manera de hacerlos sentir útiles porque te pueden servir de apoyo y ayudarte a expresar tus emociones. Si tienes hijos es importante que hables con ellos y les expliques lo que ocurre.
Sí. Todo el proceso durante el diagnóstico y el tratamiento del cáncer de mama suponen una experiencia vital estresante y, por tanto, pueden provocar cambios en la autoestima. Al mismo tiempo, puede haber cambios en el aspecto físico que pueden hacer que una se vea menos atractiva, como la caída del cabello, las alteraciones en la piel y las uñas, cambios de peso, cicatrices y linfedema.
Es posible. Ahora bien, si una mujer desea tener un hijo tras haber padecido cáncer de mama, es importante consultarlo con su oncólogo para que valore de forma individual su caso. Algunos tratamientos que se utilizan para el cáncer de mama provocan esterilidad. Sin embargo, hoy en día existen técnicas de preservación de la fertilidad. En todo caso, la decisión debe ser individualizada y tener en cuenta muchos factores, como la edad y el tipo de tumor.
En general, durante los dos o tres primeros años las revisiones suelen ser trimestrales o cuatrimestrales para pasar a ser semestrales o anuales una vez se hayan pasado 4-5 años desde la intervención.
Algunas personas consideran que la remisión significa que se ha curado el cáncer de mama, pero éste no es siempre el caso. La remisión es un periodo de tiempo en el que el cáncer responde al tratamiento o está controlado. En un estado de remisión completa, no se detectan células cancerosas mediante alguna de las pruebas disponibles. En un estado de remisión parcial, el cáncer se ha reducido, pero no ha desaparecido por completo. Las remisiones pueden durar desde varias semanas hasta muchos años. Las remisiones completas pueden continuar durante años y con el tiempo puede que se considere que la persona está curada. En caso de que reaparezca el cáncer de mama, es posible volver a alcanzar la remisión completa con tratamiento.
Los ejercicios acuáticos son recomendados porque mejoran y refuerzan el brazo afectado. También existen otro tipo de tratamientos supervisados por un fisioterapeuta, como el masaje linfático o medidas de compresión, entre otras técnicas.
Existen diferentes procedimientos. Por un lado, existen las técnicas autólogas, donde se emplean tejidos de la paciente (tejidos abdominales, de la espalda, glúteos, etc). Por otro lado, existen técnicas con implantes, donde se utilizan distintos tipos de materiales para rellenar la mama. Las técnicas con implantes son menos complejas que las autólogas por lo que su uso está más extendido. También, existen técnicas para reconstruir la areola y el pezón. La areola se reconstruye mediante tatuajes o utilizando piel de otras zonas del cuerpo. Para reconstruir el pezón, se utiliza piel de la mama reconstruida.
En algunos casos, sí. Por ejemplo, cuando la mama contralateral es excesivamente grande, excesivamente pequeña o está muy caída.
Sí, es normal sentir desesperanza y tristeza a veces. La sensación de incertidumbre es la que mejor define la experiencia de sufrir un cáncer. También es frecuente sentirse culpable por no haberse dado cuenta antes. Es muy importante que recuerdes que el cáncer no es culpa tuya, ya que la enfermedad es consecuencia de la combinación de múltiples factores. Es importante no confundir estas reacciones y temores con un problema psicológico. Recuerda que todas estas emociones son normales y poco a poco serán menos frecuentes. En caso de no poder controlarlo o de que estas sensaciones te afecten el dia a dia, es recomendable consultar con un profesional.
En general, la preocupación por la familia y el trabajo. También es habitual preocuparse por el estado físico y qué puede pasar con los tratamientos. Muchas pacientes con hijos en edades tempranas tienen miedo de explicar la situación. Todas estas preocupaciones están relacionadas con las circunstancias del cáncer, y son reacciones normales.
Tras la enfermedad, pueden aparecer cambios en la sexualidad debidos a diversos factores. El tratamiento puede provocar sequedad y pérdida de elasticidad vaginal. Al mismo tiempo, el cansancio debido a la enfermedad o al tratamiento también afecta al deseo sexual. Los aspectos psicológicos sufridos durante el diagnóstico y el tratamiento juegan un papel importante. Muchas de estas alteraciones son transitorias y tras un tiempo pueden desaparecer y volver a la normalidad.
Algunas administraciones locales cuentan con un servicio de ayuda física en domicilio, gestionado por los Servicios Sociales y los equipos de soporte y curas paliativas de cada centro. Durante el tratamiento los pacientes disponen de un teléfono de atención las 24 horas.
Una mirada al futuro
En la actualidad, el pronóstico de las pacientes con cáncer de mama y las decisiones terapéuticas se basan en una serie de parámetros clínico-patológicos. Los estudios genómicos analizan la actividad de un grupo de genes anormales y normales que pueden aumentar el riesgo de recaer del cáncer después del tratamiento. Estos test ayudan a la hora de decidir si se tiene que administrar quimioterapia adyudante, es decir, administrar quimioterapia despúes de haber sido operada y en pacientes en estadios tempranos. Su objetivo, por lo tanto, es aplicar los nuevos conocimientos de genética del cáncer y evitar sobretratamientos o infratratamientos.
Con los resultados de los test genómicos el oncólogo puede conocer el riesgo de recaída y si se tiene que administrar o no quimioterapia.
Estos estudios no están indicados para todas las pacientes con cáncer de mama y se reserva para aquellos casos que presentan un cáncer en estadio temprano que no se ha propagado hacia los ganglios linfáticos (o que se ha propagado hacia unos pocos de ellos).
Este tipo de prueba está subvencionada por el hospital y consiste en analizar una muestra del tumor obtenida mediante biopsia.
Información documentada por:
Publicado: 20 de febrero del 2018
Actualizado: 20 de febrero del 2018
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