Con el tratamiento adecuado el cáncer de cuello uterino presenta un alto índice de curación: la supervivencia a los cinco años supera el 90% en estadios muy iniciales y el 50-60% en estadios más avanzados.

En estadios tempranos con tumores de tamaño inferior a cuatro centímetros suele indicarse un tratamiento quirúrgico (en ausencia de afectación ganglionar en las pruebas de imagen). En tumores de tamaño superior o en presencia de signos de afectación ganglionar, el tratamiento de elección es la radio-quimioterapia. En ambas situaciones descritas se estudian los ganglios después de su extracción con cirugía para poder adaptar el tratamiento con radioterapia. Normalmente el estudio ganglionar se lleva a cabo por laparoscopia y en tumores muy pequeños se efectúa el estudio del ganglio centinela (en caso de no estar afectado evita un estudio quirúrgico ganglionar más extenso).

El tratamiento quirúrgico del cáncer de cuello uterino está indicado en los tumores que solo afectan al cuello (estadio I) y menores de cuatro centímetros.

Histerectomía radical

Histerectomía radical. Consiste en la extirpación del útero, los parametrios o ligamentos que unen el útero a la pared pélvica (margen de seguridad), los ganglios linfáticos (linfadenectomía pélvica radical), ovarios y trompas (no es obligatorio en mujeres jóvenes y con tumores no voluminosos).

Traquelectomía radical

Traquelectomía radical. Se practica en tumores iniciales (estadio I y menos de dos centímetros) y en mujeres jóvenes que no han cumplido su deseo gestacional. Se extirpa la mayor parte del cuello y los parametrios, y se conserva el cuerpo uterino para preservar su capacidad reproductiva.

Traquelectomía simple

Traquelectomía simple. En tumores todavía más iniciales, es posible una cirugía, incluso más conservadora, con extirpación del cuello o una parte de este, en forma cónica (conización).

Todas estas intervenciones pueden realizarse a través de una incisión en el abdomen, a través de la vagina o por laparoscopia convencional o cirugía robótica.

Símbolo de radioterapia

La planificación o elaboración de la técnica de irradiación requiere habitualmente de la utilización de pruebas de imagen como la resonancia magnética o el PET para una correcta definición del área que debe recibir tratamiento y la dosis adecuada. Todo ello, está destinado a tratar del mejor modo posible el tumor y evitar al máximo la irradiación de tejidos sanos.

Braquiterapia vaginal

Después de la radioterapia externa se continúa el tratamiento con braquiterapia debido a que el tumor cervical requiere altas dosis de radioterapia y permite la menor dosis en tejidos sanos.

La radioterapia también se puede administrar en casos muy avanzados para paliar síntomas como el dolor o el sangrado.

Bolsa para aplicar quimioterapia intravenosa

La quimioterapia es un tratamiento que se administra de forma intravenosa para llegar a todo el organismo. Destruye las células que crecen muy rápido, por lo que ataca a las células tumorales cuando se dividen y reproducen.

El tratamiento con quimioterapia en el cáncer de cérvix puede estar indicado en diferentes momentos de la enfermedad:

  • Tratamiento previo a la cirugía (tratamiento neoadyuvante). Cuando la intención es reducir el tamaño tumoral antes del tratamiento quirúrgico.
  • Tratamiento complementario después de la cirugía en combinación con radioterapia (tratamiento adyuvante).
  • Tratamiento principal en combinación con radioterapia cuando la enfermedad está localizada, pero la cirugía no puede realizarse (radioquimioterapia).
  • Tratamiento sistémico tras la aparición de metástasis (cuando la enfermedad se propaga a otros órganos).

Actualmente, el único tratamiento dirigido aprobado para el tratamiento del cáncer de cérvix es bevacizumab.

En el proceso de desarrollo y crecimiento del cáncer de cérvix, como ocurre en otros tipos de cáncer, se produce la formación de nuevos vasos sanguíneos dirigidos hacia el tumor, de tal manera que el propio tumor se asegura el aporte de nutrientes necesarios para seguir su crecimiento.

Bevacizumab es un fármaco dirigido contra el factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF), una proteína que ayuda a la formación de estos nuevos vasos. De esta manera, bloquea el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos.

Bevacizumab se administra de forma conjunta con la quimioterapia por vía intravenosa cada tres semanas. Sus efectos secundarios difieren de los efectos adversos asociados a la quimioterapia. Los más frecuentes son la hipertensión (presión arterial alta) y la proteinuria (aparición de proteínas en orina), por lo que durante el tratamiento se realizará control de la presión arterial y analíticas de orina.

El cáncer puede ir asociado a una amplia variedad de problemas físicos, pero también psicosociales y emocionales. El tratamiento del cáncer de cérvix, sobre todo en fases avanzadas de la enfermedad, debe abarcar todos estos aspectos.

Los cuidados paliativos son un elemento esencial del control del cáncer de cuello uterino, ya que mejoran la calidad de vida de las pacientes y sus familiares, y puede ser beneficioso en cualquier etapa del tratamiento de las pacientes con cáncer de cérvix.

El dolor es el síntoma más frecuente y puede requerir múltiples modalidades de tratamiento, como el uso de analgésicos y/o la radioterapia. La obstrucción intestinal y las fístulas también son problemas comunes; la cirugía paliativa se puede considerar en pacientes cuidadosamente seleccionados.

La cirugía radical presenta como complicaciones más frecuentes:

Mujer con sangrado vaginal en la cama con una transfusión sanguínea

Sangrado que requiere transfusiones.

Tijeras y bisturí

Lesiones de los órganos vecinos (vejiga urinaria, uréteres, recto, intestino, vasos sanguíneos, nervios) que puede requerir reintervenciones.

Infección vaginal y microbios

Infección posquirúrgica, embolia pulmonar, linfoceles o linfedema (acúmulos de líquido linfático tras la extirpación de los ganglios).

Incontinencia urinaria en una mujer

Disfunciones de la vejiga (falta sensibilidad o incontinencia orina) o rectal (estreñimiento).

La quimioterapia actúa sobre las células en división, tanto de las células tumorales como de las sanas, de ahí que puedan aparecer síntomas asociados al tratamiento, los denominados efectos adversos o efectos secundarios.

Existen diferentes efectos secundarios al tratamiento que dependen del tipo específico de la quimioterapia administrada. Es muy importante informar sobre ellos antes del inicio del tratamiento. Ante cualquier duda, es recomendable consultar con el médico.

Las complicaciones agudas más frecuentes asociadas al tratamiento con quimioterapia del cáncer de cérvix son:

Persona con alopecia

Alopecia o caída del cabello. Se produce por la acción de los distintos fármacos (en este caso paclitaxel) sobre el folículo piloso, lo que provoca su destrucción y, por tanto, la pérdida del pelo.

Mujer vomitando en el inodoro

Náuseas y vómitos. Actualmente se dispone de fármacos muy eficaces para su prevención y la mayoría de los pacientes no presenta síntomas o estos son leves durante el tratamiento.

Disminución de glóbulos blancos en sangre

Bajada de defensas (neutropenia). Suele aparecer a los 710 días después del tratamiento. Cuando se está bajo de defensas aumenta la probabilidad de infecciones, por lo que pueden aparecer síntomas como fiebre y/o escalofríos. Se recomienda consultar al centro hospitalario ante estos síntomas.

Persona disgustada sacando la lengua por alteraciones del gusto

Otros efectos secundarios asociados a la quimioterapia son: cansancio, perdida del apetito, mucositis (aparición de llagas en la mucosa de la boca, sobre todo en los labios, la lengua y la garganta), estreñimiento o diarrea.

Las complicaciones crónicas más frecuentes asociadas al tratamiento con quimioterapia del cáncer de cérvix son:

Adormecimiento u hormigueo en manos y pies

Adormecimiento, hormigueo, sensibilidad al frío o al calor y, en situaciones más graves, debilidad o dificultades para caminar (neuropatía). Tanto paclitaxel como cisplatino, fármacos utilizados para tratar el cáncer de cérvix, pueden causar daño en las terminaciones nerviosas, principalmente de los pies y las manos. En la mayoría de los casos, estos síntomas desaparecen una vez finalizado el tratamiento, pero en algunas pacientes puede durar mucho tiempo.

Complicaciones agudas de la radioterapia

Las más frecuentes son las diarreas y molestias urinarias que se pueden paliar con tratamiento y, en general, son bastante bien toleradas y en un mes suelen desaparecer. También pueden aparecer astenia o náuseas que hay que notificar al equipo médico para su control.

Complicaciones crónicas de la radioterapia

Lo más frecuente es un ritmo deposicional oscilante entre diarrea y estreñimiento que en caso de ser necesario se resuelve con frecuencia mediante medidas dietéticas. En caso de aparecer diarrea se indican las medidas a seguir para paliar este síntoma. Raramente puede aparecer sangrado en las deposiciones o micciones para las que hay tratamiento. Otras complicaciones mucho más raras son las estenosis intestinales y fístulas. En caso de aparecer se indican las medidas a llevar a cabo para su diagnóstico y tratamiento.

Información documentada por:

Aureli Torné Bladé
Lydia Gaba
María Jesús Sánchez
Àngels Rovirosa

Publicado: 21 de febrero del 2020
Actualizado: 21 de febrero del 2020

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