El cáncer de cuello uterino (CCU) o cérvix es el segundo cáncer más frecuente entre las mujeres jóvenes y en prácticamente el 100% de los casos está causado por el virus del papiloma humano (VPH). Las herramientas más efectivas de las que se dispone para prevenirlo son: la citología vaginal, prueba utilizada para la detección precoz de posibles lesiones precursoras del cáncer de cuello de útero, la prueba del VPH que se propone en las nuevas guías como a prueba primaria de cribado, y la vacunación.
Recientemente, la OMS se ha fijado como reto conseguir la eliminación del cáncer de cuello de útero como problema de salud pública. Se entiende como “eliminación”, una incidencia por esta patología inferior a 4 por cien mil casos. Para alcanzar este horizonte, la OMS ha establecido que en 2030 todos los países deben haber conseguido tres hitos: un 90% de las chicas adolescentes vacunadas, un 70% de las mujeres de entre 35-45 años cribadas y tratar el 90% de los casos positivos en el cribado. Se habla de cribado cuando se detecta una enfermedad en individuos sin signos o síntomas.
Para empezar a trabajar en esta dirección, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC) invitó a un grupo de expertos, a realizar una revisión crítica de toda la evidencia científica existente, respecto a la eficacia de las pruebas utilizadas para el cribado del cáncer de cuello de útero en la disminución de su incidencia y mortalidad. Este manual ha sido el punto de partida para la actualización de la guía clínica de la OMS en línea con el objetivo de conseguir la eliminación de esta patología, que representa el segundo cáncer más común en mujeres en edad reproductiva y la segunda causa más frecuente de muerte por cáncer en este grupo poblacional. Se revisaron las estrategias de cribado utilizadas en todo el mundo: la citología, la prueba del VPH, la visualización cervical con ácido acético (VIA) y colposcopia, y la citología basada en la tinción Romanovsky-Giemsa.
La citología cervical o prueba del Papanicolau es un método que consiste en realizar un raspado de la zona del cuello de útero para obtener células, que posteriormente se tiñen con un colorante y se estudian con el microscopio. La citología ha sido la base de los programas clásicos de cribado y ha permitido reducir la incidencia y mortalidad por el cáncer de cérvix. Sin embargo, la citología presenta una sensibilidad subóptima, ya que hay mujeres con lesión a las que no se les detecta con citología.
A diferencia de la citología, la prueba del Virus del Papiloma Humano (VPH) es muy sensible. Estudios publicados han evidenciado que disminuye la incidencia y mortalidad por cáncer de cuello de útero. Sin embargo, la mayoría de las mujeres jóvenes que presentan una prueba de detección del VPH positiva no desarrollan una lesión cancerígena. La prueba del VPH puede detectar la presencia del virus, esté activo o no, o detectar actividad viral, que informa si el virus está activo y se está replicando. Para realizar estas pruebas de VPH se puede utilizar la misma muestra de la citología o realizar una auto-toma de muestra.
Otra de las pruebas de cribado, utilizada sobre todo en los países de renta baja es la visualización con ácido acético (VIA, por sus siglas en inglés). Un procedimiento que se usa para ver el cérvix después de la aplicación de ácido acético, y provoca cambios de coloración en zonas donde existe una lesión premaligna. A pesar de la sensibilidad y especificidad de la VIA, ésta es inferior a otras pruebas de cribado, pero presenta la ventaja de que permite realizar un tratamiento inmediatamente después de la valoración (screen and treat). Esto evita pérdidas de seguimiento (muchas mujeres no pueden volver a la consulta) y facilita el tratamiento precoz.
En países con mayores recursos económicos, las mujeres con alteraciones severas o persistentes de las pruebas de cribado son remitidas a colposcopia. Se trata de una herramienta para ver el cérvix a gran aumento después de la aplicación de ácido acético y permite orientar en qué área del cuello uterino es necesario realizar una biopsia si se observa lesión. En función del diagnóstico se indica el seguimiento o se realiza el tratamiento.
Por último, la citología basada en la tinción Romanovsky-Giemsa es una técnica que se practica en algunos estados de la Unión Soviética. Tiene un coste menor que el Papanicolau, pero poca sensibilidad y especificidad, y existe poca evidencia de su efectividad en la reducción de la incidencia y mortalidad.
La IARC pone en evidencia qué pruebas se realizan y cuál es su efectividad en la reducción de la incidencia de cáncer de cuello uterino y el riesgo de muerte asociado a esta patología. Este consenso, IARC lo ha recogido en un manual que saldrá publicado el próximo año, pero que ya ha sido resumido en una reciente publicación en New England. La Dra. Marta del Pino, del Instituto Clínico de Ginecología, Obstetricia y Neonatología del Hospital Clínic de Barcelona, y la Dra. Silvia de Sanjosé, de ISGlobal, han formado parte de los grupos de expertos de la IARC y son coautoras.