2 de diciembre del 2024
Vivir con el VIH
En la actualidad, a la mayoría de las personas a quienes se les diagnostica el VIH tiene un pronóstico bueno. Los nuevos tratamientos han conseguido que las personas que viven con el VIH puedan tener una calidad y esperanza de vida parecida a la de las personas sin el VIH, siempre que se tomen el tratamiento y realicen los controles médicos necesarios. A pesar de este buen pronóstico, hay que tener en cuenta que todos los pacientes deberían recibir tratamiento antirretroviral y que, cuanto antes lo reciban, menor será el riesgo de desarrollar problemas relacionados con la enfermedad.
¿Si tengo una carga viral de VIH indetectable, puedo transmitir la infección?
Complicaciones del VIH
Cuando el paciente está en una situación avanzada pueden aparecer síntomas derivados de tener sida o de las complicaciones que aparecen por el descenso de las defensas. El sida por sí mismo puede producir adelgazamiento extremo, diarrea y demencia. En esta fase pueden aparecer ciertos tipos de cáncer, así como las denominadas infecciones oportunistas.
Sarcoma de Kaposi
El sarcoma de Kaposi es un tipo de tumor vascular y linfático descrito por primera vez en 1872. Hasta la epidemia de sida, este proceso canceroso era raro. Sin embargo, a partir de 1980, el sarcoma de Kaposi epidémico pasó a convertirse en la neoplasia más frecuente en los pacientes con el VIH. Este tumor es el elemento diagnóstico en cerca del 10% de los casos de sida y se observa de forma casi exclusiva en hombres que tienen sexo con otros hombres. Antes del tratamiento antirretroviral combinado, se decía que hasta un 30% de estos pacientes desarrollaba la tumoración a lo largo de su enfermedad. Los estudios epidemiológicos realizados hasta la actualidad han confirmado la estrecha relación entre la infección por el virus del herpes 8 y el riesgo de desarrollar un sarcoma de Kaposi. En la mayoría de los pacientes, el sarcoma de Kaposi se presenta con lesiones cutáneas características en forma de manchas, placas o nódulos de distinto tamaño (desde unos milímetros a varios centímetros), en forma de huso, con tendencia a la confluencia.
Otros tumores
Los pacientes con sida también pueden sufrir otros tipos de cáncer, como linfoma no hodgkiniano (LNH), enfermedad de Hodgkin y neoplasia anogenital; asociadas a infección por el papiloma del virus humano. Los linfomas de Burkitt, inmunoblástico o no hodgkiniano y el linfoma cerebral primario, así como el carcinoma invasivo de cuello uterino aparecen con mayor frecuencia en los pacientes con el VIH. El tratamiento de estos tumores es similar al de pacientes sin el VIH y su pronóstico puede mejorar con el tratamiento antirretroviral.
Infecciones oportunistas
Cuando el sistema inmunitario está muy debilitado (generalmente cuando el recuento de linfocitos CD4 es inferior a 200 células/mm3) pueden aparecer una serie de infecciones de mayor o menor gravedad. Estas infecciones no aparecen nunca en personas cuyas defensas son normales, con excepción de la tuberculosis pulmonar. La aparición de estas infecciones puede requerir el ingreso hospitalario y su tratamiento debe prolongarse hasta que el sistema inmunitario se recupere, gracias al tratamiento antirretroviral. En la actualidad, la frecuencia de aparición de estas infecciones oportunistas ha disminuido de forma drástica y se ven casi exclusivamente en pacientes que no han sido diagnosticados previamente de VIH y no habían recibido tratamiento antirretroviral.
La lista de infecciones oportunistas es larga e incluye: candidiasis esofágica, infecciones diseminadas por hongos como el coccidioides, histoplasma o criptococos, diarreas por criptosporidio o isospora, retinitis por citomegalovirus, infección por virus del herpes simple de larga evolución, infección generalizada por virus del herpes zoster (varicela en un paciente que ya la presentó en la infancia), tuberculosis pulmonar o diseminada, infecciones por microbacterias distintas a la tuberculosa, por Pneumocystis y toxoplasmosis cerebral, entre otras.
Algunos consejos
El uso del preservativo protege a la persona de otras infecciones de transmisión sexual y a los demás del VIH.
Hablar con otras personas con el VIH puede resultar útil para adaptarse y aceptar la enfermedad con normalidad.
Tomar la medicación cada día, tal y como se ha prescrito. Las alarmas en el móvil o en el reloj y las agendas ayudan a recordar tanto las visitas de seguimiento, como la toma de la medicación.
Si existen dificultades para tomar la medicación, se aconseja compartirlo con el equipo de salud para buscar alternativas de mejora (modificar horarios, o forma de tomarla, cambiar de tratamiento, etc.).
Dejar de fumar tiene un efecto muy beneficioso sobre la salud en general.
Una dieta equilibrada, con abundante fruta, verdura y baja en grasas, ayuda a mantenerse saludable.
Practicar ejercicio físico de forma regular mejora la salud y la calidad de vida.
Dormir y descansar lo suficiente proporcionan la energía necesaria para las actividades diarias.
Cuestiones a tener en cuenta
Si se padece de alguna enfermedad. Tener otra enfermedad al mismo tiempo que el VIH puede afectar a la evolución de ambas enfermedades, a la selección de sus tratamientos y al momento de iniciarlos.
Si cuesta tomar la medicación. El médico puede prescribir pautas de tratamiento sencillas o proporcionar consejos que permitan seguir el tratamiento de forma adecuada.
Si se toman productos de herbolario, otras sustancias u otra medicación. El tratamiento contra el VIH puede interaccionar con otros fármacos o productos, lo que puede provocar un aumento de los efectos secundarios o una disminución de la eficacia, tanto de los medicamentos contra el VIH como de las otras sustancias.
Si se bebe alcohol o se consumen drogas. El alcohol y el consumo de sustancias afectan a la capacidad para tomar el tratamiento de forma apropiada, además de interaccionar con la medicación del VIH.
Si se desean tener hijos. Se pueden tener bebés sanos con una correcta planificación del embarazo.
Si es necesario apoyo emocional. Diversas organizaciones no gubernamentales (ONG) pueden proporcionar tanto apoyo psicológico como asistencia social de forma gratuita. También se puede acceder a estos servicios a través del sistema sanitario o de los servicios sociales públicos.
Salud emocional
Descubrir que se tiene el VIH puede desencadenar un amplio abanico de sentimientos. Tras el diagnóstico, muchas personas pueden sentir miedo, preocupación por el impacto de la enfermedad, culpa, vergüenza, ira, tristeza o angustia por lo que puedan pensar los demás. Es importante recordar que es normal tener sentimientos que puedan parecer inadecuados. Tomar conciencia de los propios sentimientos es el primer paso para manejarlos.
En la mayoría de los casos, los sentimientos tras recibir el diagnóstico cambian con el tiempo. En general, las personas aceptan de forma progresiva el hecho de tener el VIH, aunque ciertos aspectos relacionados con la enfermedad pueden producir ansiedad o malestar. Conseguir el bienestar emocional y psicológico reconforta, por lo que es favorecedor hablar de los sentimientos con familiares o amigos.
Si, aun así, los pensamientos negativos persisten y suponen una carga emocional, el apoyo profesional o de asociaciones de ayuda a personas con el VIH pueden ser muy útiles. Estas asociaciones organizan encuentros entre personas que están en la misma situación para que puedan compartir experiencias e inquietudes y sentirse más acompañados. Algunas de estas terapias se dan en los propios hospitales, por lo que resulta mucho más cómodo.
Salud sexual
La sexualidad forma parte de nuestro bienestar. En ocasiones, muchas personas cuando descubren que tienen el VIH, pueden sentirse diferentes respecto a sí mismas. La experiencia puede ser tan traumática como para provocar el abandono de la actividad sexual, al menos de forma temporal y afectar a otros aspectos de la vida.
Algunas personas pueden sentirse menos atractivas a nivel físico y sexual, lo que afecta a su autoestima para entablar relaciones afectivas y/o sexuales. Otras, desarrollan sentimientos negativos hacia el sexo e incluso hacia la propia identidad sexual.
También puede generar ansiedad tener que explicar que se tiene el VIH a las parejas sexuales, pasadas, actuales o futuras.
Es muy importante no quedarse con las dudas y expresar las inquietudes a los profesionales sanitarios. El médico especialista en VIH, junto con el equipo de enfermería, responderá a todas las preguntas y, en caso necesario, derivarán al paciente a recursos especializados.
También es común sentir ansiedad ante la posibilidad de transmitir el VIH a la pareja, y ello puede ocasionar una disminución del deseo sexual. En este sentido, conviene recordar que los preservativos –tanto masculinos como femeninos– son un buen método de protección para prevenir la transmisión del VIH y otras infecciones de transmisión sexual, así como evitar los embarazos no deseados.
Además, es importante tener en cuenta que una persona con el VIH, cuando toma tratamiento antirretroviral y su carga viral es indetectable, la probabilidad de transmitir el VIH a su pareja o parejas sexuales prácticamente es nula.
Salud reproductiva
Un diagnóstico de VIH no es una contraindicación para tener un bebé. El aumento de la esperanza de vida gracias al uso del tratamiento antirretroviral ha ido acompañado también de un cambio en los deseos vitales de las personas con el VIH. Ahora son cada vez más las mujeres con el VIH y las parejas serodiscordantes –en las que un miembro de la pareja vive con el VIH y el otro no– que se plantean la reproducción como una opción real. Hasta hace poco, las parejas serodiscordantes que deseaban tener un bebé optaban por técnicas de reproducción asistida, en especial el lavado de semen, para evitar la transmisión del VIH del varón a la mujer y al futuro bebé, o técnicas menos eficaces como la autoinseminación, en el caso de las parejas en las que la mujer tenía el VIH.
Calidad de vida
Hoy en día, una persona que vive con el VIH puede continuar con su trabajo, hacer deporte, practicar sexo, salir con amigos e, incluso, tener un hijo, si así lo desea.
El hecho de ser diagnosticado por VIH, puede provocar que algunas personas tengan pensamientos y sentimientos negativos y se sientan incapaces de controlar determinadas situaciones. Por lo que su percepción sobre la satisfacción y el bienestar general suele cambiar.
Es una etapa en la que, quizás, la persona necesita modificar hábitos o incorporar nuevas costumbres para positivizar su actitud respecto a la salud y calidad de vida como, por ejemplo, seguir una alimentación más saludable, practicar ejercicio de forma regular o dejar de fumar.
Asimilar que se vive con el VIH es un proceso complejo durante el que pueden surgir dudas. Por lo que cabe recordar que las inquietudes que aparezcan se deben explicar con total confianza al equipo médico.
Los derechos de los pacientes
Las personas con el VIH tienen los mismos derechos que el resto de la ciudadanía. Sin embargo, los grandes avances que se han producido en el ámbito científico no han ido acompañados de un progreso similar en la normalización de la enfermedad. Esto es debido al estigma al que, todavía hoy, se asocia esta enfermedad.
Aunque en los últimos años se han podido observar ciertos cambios esperanzadores sobre cómo la sociedad percibe a las personas con el VIH, los datos disponibles en España indican que todavía pueden persistir prácticas discriminatorias en muchos ámbitos de la vida cotidiana.
Este hecho no debería hacer que las personas se sientan mal consigo mismas, ni que eviten situaciones o que tampoco se viva con una preocupación constante ante la posibilidad de ser discriminado. Al contrario, conocerlo puede servir para tomar conciencia de que, como el resto de los ciudadanos, se tienen derechos que están protegidos por el sistema jurídico a través de distintas leyes.
Conocer los derechos y adquirir ciertas habilidades puede ayudar a afrontar el estigma y las situaciones discriminatorias.
Las asociaciones de ayuda a las personas con el VIH pueden informar sobre cuáles son los derechos y ayudar a adquirir o potenciar estas habilidades.
En el ámbito sanitario, existe el derecho a recibir información sobre el proceso asistencial y el estado de salud. El principio de autonomía del paciente otorga el derecho a recibir información, antes de cualquier procedimiento diagnóstico o terapéutico, para dar el consentimiento informado. Además, se reconoce el derecho a participar en la toma de decisiones junto con el médico.
Es importante saber que la información sobre la salud es confidencial. Nadie, excepto el paciente, y el equipo de salud, debe tener acceso a los datos personales. También existe el derecho a acceder a la historia clínica o a disponer de información por escrito sobre el proceso asistencial y el estado de la salud.
En el caso de haber sido discriminado por razón del VIH en el hospital o en cualquier dispositivo sanitario se puede presentar una queja ante el servicio de atención del usuario del hospital, el defensor del paciente de la comunidad autónoma o bien, emprender acciones legales.
Es importante recordar que ninguna persona puede ser discriminada por su origen étnico, por razón de género, orientación sexual, discapacidad o cualquier circunstancia personal o social.
Información documentada por:
Publicado: 20 de febrero del 2018
Actualizado: 5 de diciembre del 2022
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