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Tratamiento del Trastorno del Espectro Autista
Cada niño o adulto con autismo es único, por lo que cada plan de intervención se debe adaptar para hacer frente a sus necesidades específicas.
Los objetivos generales del tratamiento son:
- Minimizar los déficits de interacción y comunicación social y conductas repetitivas (síntomas nucleares) y los síntomas asociados.
- Mejorar la autonomía y el funcionamiento para facilitar el aprendizaje académico, la adquisición de habilidades de la vida cotidiana y el desarrollo de actividades de ocio placenteras.
- Disminuir todas las conductas que interfieren con el funcionamiento.
La mayoría de las intervenciones útiles para lograr estos objetivos las llevan a cabo, más que los médicos, los padres y profesionales especializados, psicólogos, terapeutas conductuales y profesores. Es preferible que las intervenciones se centren en el entorno habitual de la persona.
En algunos casos, el tratamiento médico puede ser clave en la intervención, tanto para problemas específicos, como la agresividad o las autolesiones, o para el tratamiento de otros trastornos psiquiátricos o neurológicos asociados.
Al comienzo, la intervención conductual intensiva involucra a toda la familia del niño que trabaja en estrecha colaboración con el equipo de profesionales, que en algunos casos puede adentrarse en el ámbito familiar. En otros casos, se ofrece la terapia en un centro especializado o en el aula preescolar. La capacitación de los padres directamente con los terapeutas o mediante grupos de padres es de importancia fundamental.
La intervención temprana
Los dos métodos de intervención temprana más utilizados son: el Lovaas, basado en el Applied Behavior Analysis (ABA) y el Modelo Denver.
Tratamiento para niños pequeños y niños en edad preescolar
Los estudios científicos han demostrado que la intervención temprana conductual intensiva mejora el aprendizaje, la comunicación y las habilidades sociales en los niños pequeños con autismo. Los investigadores han desarrollado una serie de modelos eficaces de intervención temprana que incluyen las siguientes características:
- El niño recibe actividades terapéuticas estructuradas, durante al menos 25 horas por semana (preferiblemente en su entorno natural).
- Se lleva a cabo de forma individual o en pequeño grupo, con una ratio bajo entre terapeutas/maestros y alumnos.
- Terapeutas y/o maestros altamente capacitados, dirigen la intervención. Otros profesionales bien entrenados pueden ayudar con la intervención bajo la supervisión de un profesional con experiencia en el tratamiento del autismo.
- La terapia se guía por objetivos específicos y bien definidos de aprendizaje. El progreso del niño en el cumplimiento de estos objetivos se evalúa y registra con regularidad.
- La intervención se centra en las áreas centrales afectadas por el autismo. Estas incluyen las habilidades sociales, el lenguaje y la comunicación, la imitación, habilidades de juego, la vida diaria y las habilidades motoras.
- El programa proporciona al niño la oportunidad de interactuar con sus compañeros de desarrollo típico.
- El programa involucra de manera activa a los padres en la intervención, tanto en la toma de decisiones como en la aplicación del tratamiento.
- El programa involucra a un equipo multidisciplinario que incluye, según sea necesario, un médico, un logopeda y un terapeuta ocupacional.
En el caso de los niños que tienen dificultades o un retraso para desarrollar el lenguaje de forma adecuada, es especialmente importante una intervención temprana en esta área, con el objetivo de estimular el aprendizaje del lenguaje y de habilidades de comunicación que permitan al niño comunicarse con las personas de su entorno. En este sentido, se trabaja con sistemas de comunicación alternativos, como el sistema PECS (Picture Exchange Communication System).
Otro objetivo prioritario durante la etapa preescolar y, posteriormente, también durante la etapa escolar es fomentar las habilidades de autonomía. En este sentido, cabe destacar el programa de intervención basado en el modelo TEACCH, desarrollado por la Universidad de North Carolina, en base a las características de aprendizaje de las personas con autismo (por ejemplo, la mayor facilidad para procesar información de tipo visual). Se trata de un modelo de intervención basado en una enseñanza estructurada y en la organización visual, en el que se incorporan estos principios a través de la organización del espacio físico, los horarios personalizados, sistemas de trabajo y estructuras visuales, por lo que es uno de los programas especialmente recomendables en entornos escolares.
Recientemente, se han desarrollado otros programas, especialmente, diseñados para esta etapa del desarrollo, basados en el juego y en los que se da especial énfasis a las emociones y a los intereses naturales del niño. Aunque se necesita más evidencia respecto a su eficacia, estos programas cuentan con algunos estudios que los avalan (DIR/Floortime).
Las diferentes intervenciones y apoyos se adaptan al desarrollo del niño a medida que adquiere habilidades sociales y de aprendizaje. Cuando los niños con autismo van a la escuela se benefician del entrenamiento en habilidades sociales específicas y de los enfoques especializados y adaptados en la enseñanza.
Intervención en habilidades sociales y pensamiento social
A día de hoy existen múltiples programas de intervención en habilidades sociales diseñados para niños y adolescentes con TEA y sin discapacidad intelectual asociada. La mayoría han demostrado eficacia en la mejora de estas habilidades, siendo quizás uno de los más contrastados el programa PEERS (https://www.semel.ucla.edu/peers), diseñado por investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles. También se ha visto que estos programas de entrenamiento en habilidades sociales pueden ayudar a personas adultas con TEA.
Asimismo, también se han desarrollado programas de intervención psicológica que se dirigen específicamente a mejorar las habilidades de las personas con autismo para comprender y predecir lo que los demás piensan o sienten (es decir, mejorar sus habilidades en Teoría de la mente), así como para comprender las múltiples normas que rigen el mundo social (por ejemplo, el tratamiento en pensamiento social de MW Winner (https://www.socialthinking.com/), el trabajo con Historias Sociales o Conversaciones en cómic de Carol Gray) (http://carolgraysocialstories.com/)o los programas basados en el modelo SCERTS (http://www.scerts.com/).
La regulación emocional es otra habilidad que muchos niños y adolescentes también necesitan trabajar para mejorar su adaptación y su calidad de vida, y algunos programas incluyen módulos de trabajo específicamente dirigidos a esta área (SCERTS).
A nivel de lenguaje, a pesar de que los niños y adolescentes con autismo de alto funcionamiento muestran una competencias lingüísticas adecuadas, en muchas ocasiones hay dificultades importantes en el uso adecuado del lenguaje (pragmática del lenguaje), siendo esta otra área de intervención específica que es necesario trabajar.
Estos programas se pueden aplicar tanto en centros sanitarios como en entornos más naturales, siendo este último lo más deseable para facilitar que los aprendizajes se generalicen y persistan.
En cualquier caso, la evidencia indica que los niños y adolescentes con autismo se benefician más de aquellas intervenciones psicológicas que son estructuradas y que incorporan información visual. La mayoría de programas de intervención en habilidades sociales y pensamiento social siguen estos principios, aunque todavía falta investigación, especialmente en el área de las intervenciones en pensamiento social. De todas formas, se requiere que el psicólogo o terapeuta que los imparte sea una persona con experiencia y formación en el campo del tratamiento del autismo.
La investigación demuestra que cuando el tratamiento incorpora a los padres, se logran mayores mejoras en los hijos.
La capacitación de los padres directamente con los terapeutas o mediante grupos de padres, es de importancia fundamental. La investigación demuestra que cuando el tratamiento incorpora a los padres y les da herramientas para aprender a manejar las conductas disfuncionales de los hijos, así como para trabajar y reforzar el aprendizaje de habilidades adaptativas, se logran mayores mejoras en los hijos. Por ello, se han desarrollado programas específicos dirigidos a padres de niños y adolescentes con autismo (The incredible years program).
Asimismo, es muy importante tratar también las comorbilidades psiquiátricas que pueda presentar la persona con autismo. La presencia de otros trastornos psiquiátricos asociados al autismo es frecuente en un porcentaje importante de niños, adolescentes y adultos con autismo y suelen limitar de forma significativa la calidad de vida de la persona. Algunos programas de intervención psicológica para tratar, por ejemplo, trastornos de ansiedad, se han adaptado específicamente a las características de las personas con autismo con el objetivo de incrementar su eficacia en la mejora de estas comorbilidades (el programa Coping Cat).
Tratamiento farmacológico del Trastorno del Espectro Autista
El tratamiento psicofarmacológico es aquel que se emplea para facilitar cambios conductuales, emocionales o cognitivos. No se dispone de ningún tratamiento específicamente dirigido a mejorar la sintomatología de déficit en la comunicación y la interacción social característica del autismo. Sin embargo, los psicofármacos pueden ser eficaces en determinada sintomatología, muy frecuente en el TEA, y que puede interferir tanto en la socialización, como en el progreso educativo, la seguridad y la calidad de vida de la persona con autismo.
Algunas de las denominadas “dianas” farmacológicas son la irritabilidad, la agresividad, las autolesiones, la sintomatología TDAH (inatención, distraibilidad, impulsividad, hiperactividad), ansiedad, trastornos del estado de ánimo y problemas de sueño.
- Antipsicóticos atípicos, como la risperidona y el aripiprazol. Para disminuir la irritabilidad, incluyendo la agresividad, las autolesiones y las agitaciones conductuales, tanto en niños como adolescentes con TEA.
- Metilfenidato, la atomoxetina y la guanfacina. Para tratar la inatención, impulsividad e hiperactividad.
- Antipsicóticos atípicos (risperidona, aripiprazol), algunos inhibidores de la recaptación de serotonina (fluoxetina, fluvoxamina, sertralina) y los tratamientos anticonvulsivantes (como el valproato sódico). Para el tratamiento de las conductas repetitivas y la rigidez asociada al autismo.
- Melatonina. Eficaz para quienes tienen dificultades para conciliar el sueño.
Efectos secundarios
Todos los psicofármacos pueden tener efectos secundarios. Una vez que se ha tomado la decisión de ensayar un tratamiento psicofarmacológico es necesario:
- Identificar claramente los síntomas diana de la medicación.
- Monitorizar tanto estos síntomas como otros, que pueden deberse a efectos secundarios o colaterales del tratamiento.
- Aunque es preferible el tratamiento con un solo fármaco, los problemas más complejos pueden requerir una combinación de fármacos, por lo que hay que tener en cuenta las interacciones entre ellos y monitorizarlas.
La indicación médica para mantener un tratamiento farmacológico se realiza de forma individualizada y depende del equilibrio entre su eficacia y los posibles efectos secundarios. En esta decisión ha de participar tanto la familia como la persona afectada de TEA.
Los efectos secundarios más frecuentes de cada tratamiento son:
- Antipsicóticos atípicos, como la risperidona y el aripiprazol. Suelen producir aumento del peso y, en algunos casos, aumento de la sedación.
- Metilfenidato. El efecto secundario más frecuente es la disminución del apetito, la demora en la conciliación del sueño y la aparición o exacerbación de tics motores.
- Atomoxetina. Produce cefalea y molestias gástricas, que mejoran si se toma durante las comidas, preferiblemente con lácteos.
- Guanfacina. Provoca somnolencia y sedación, sobre todo, al inicio del tratamiento. En algunos casos, también cefalea.
- Inhibidores de la recaptación de serotonina (fluoxetina, fluvoxamina, sertralina). Pueden producir molestias gastrointestinales, cefalea y aumento global de la ingesta, con aumento del peso final.
Información documentada por:
Publicado: 20 de febrero del 2018
Actualizado: 12 de diciembre del 2023
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