Aunque no existe un tratamiento curativo para el lupus, este es efectivo en, prácticamente, todos los casos. El objetivo es controlar la enfermedad con la dosis mínima posible de fármaco administrado durante el menor tiempo posible. De este modo, la mayoría de los pacientes pueden disfrutar de una vida normal, desde un punto de vista familiar, laboral y social.

Documentos con un interrogante

Información. Los pacientes con lupus y sus familiares deben recibir una información adecuada y completa sobre la enfermedad para conseguir una buena colaboración por parte del paciente.

Mujer nadando

Andar, nadar o montar en bicicleta. Es aconsejable realizar este tipo de actividades para prevenir la debilidad muscular que causa la fatiga y alternarla con periodos de descanso. Realizar una actividad física, también, influye en sobrellevar las situaciones de estrés física y psíquica.

Evitar la exposición al sol sin protección

Evitar la exposición solar directa y otras fuentes lumínicas. Sobre todo en pacientes con fotosensibilidad.

Manzana con un "tic"

Alimentación equilibrada. No existe ninguna dieta que proteja o disminuya la actividad de la enfermedad. Se aconseja comer alimentos con bajo contenido en grasa, sal y azúcar y alto contenido de fibra. Aquellos pacientes que están tomando corticoides, deben limitar el consumo de azúcar, grasa y sal. Además, si el riñón está afectado o se padece de hipertensión arterial, hay que evitar los alimentos salados.

Cigarro tachado en un cartel de "no fumar"

Tabaco. Los pacientes con lupus no pueden fumar, debido a la inflamación y daño en los tejidos de la piel y venas sanguíneas.

  • Analgésicos y antiinflamatorios. Se usan en pacientes con dolores articulares o musculares.
  • Antimaláricos o antipalúdicos. Son medicamentos elaborados para curar la malaria. Constituyen la base del tratamiento y, salvo contraindicación (excepcional), todos los pacientes con lupus deben ser tratados con antimaláricos. Los más usados son la hidroxicloroquina, mepacrina y sulfato de cloroquina.
  • Corticoides. El más utilizado es la prednisona. Son muy efectivos para reducir la actividad del lupus. Debido a los efectos secundarios de los corticoides, el objetivo es usarlos en las dosis más baja y el menor tiempo posible. La dosis depende de la gravedad de los síntomas y se debe disminuir de forma gradual y, siempre que sea posible, retirarlos una vez la enfermedad esté controlada.
  • Inmunosupresores. Se utilizan en las manifestaciones más graves, como la afectación del riñón o del cerebro o en aquellos pacientes que no toleran los corticoides. Los más comunes son el metotrexato, la azatioprina, la ciclofosfamida y el micofenolato.
  • Terapias biológicas. Son nuevos medicamentos que se crean a partir de proteínas humanas o células vivas, a diferencia de las que no son biológicas, que se crean mediante una combinación de agentes químicos. Actualmente, se utilizan para los casos graves que no responden al tratamiento convencional (antimaláricos, corticoides e  inmunodepresores). Los más utilizados son el belimumab y el rituximab.

En los últimos años han aumentado, de forma considerable, el número de ensayos clínicos de nuevos tratamientos para pacientes con lupus. La mayoría se centran en nuevas terapias dirigidas a bloquear moléculas que intervienen en puntos clave de los mecanismos que intervienen en el proceso de aparición y desarrollo de la enfermedad. La ventaja de estos nuevos tratamientos se basa en que son más específicos y selectivos en su mecanismo de acción, por lo que el perfil de efectos secundarios es mucho mejor que la de los tratamientos convencionales (sobre todo corticoides e inmunosupresores). 

Información documentada por:

Claudia Castrillo
Gerard Espinosa Garriga
José-Manuel Mascaró Galy
Luis F Quintana Porras
Núria Baños López
Ricard Cervera Segura
Roser Ventura Roca

Publicado: 20 de febrero del 2018
Actualizado: 1 de junio del 2023

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