El sexo biológico, el rol de género y las hormonas sexuales influyen en la susceptibilidad que tiene una persona de contraer infecciones, la respuesta inmunitaria que desarrolla, las características clínicas que presentará la enfermedad, la respuesta al tratamiento e, incluso, a la vacunación. Las diferencias de estos tres factores hacen que, en la mujer, la respuesta del sistema inmunitario sea más fuerte y eficaz que en el hombre. Esto hace que las infecciones en la mujer sean normalmente más leves, pero que también sean más propensas a desarrollar enfermedades autoinmunes o inflamatorias como el lupus o la artritis reumatoide.
El sistema inmunitario protege contra infecciones y agentes externos que, en principio, son dañinos para el cuerpo. Pese a que el sistema inmunitario entre mujeres y hombres es similar, las mujeres desarrollan una respuesta inmunitaria mucho más intensa que los hombres. Tanto la primera respuesta al patógeno (inmunidad innata) como la formación de anticuerpos a posteriori para el mismo (inmunidad adaptativa) es más fuerte y eficaz en la mujer que en el hombre. Este hecho, hace que las mujeres sean mucho menos susceptibles a tener una infección o que su cuerpo luche de manera más eficaz contra ella. Además, la mujer también presenta, en general, una mayor respuesta a las vacunas. Un ejemplo de ello, ha sido la mayor gravedad y mortalidad que presentaron los hombres, sobre todo los menores de 60 años, ante la infección por COVID-19 en los países en que, tanto hombres como mujeres, tenían igual acceso al sistema de salud.
Por el contrario, esta intensa respuesta también hace que las mujeres sean más propensas a desarrollar enfermedades autoinmunes o inflamatorias como el lupus o la artritis reumatoide. El 80% de las enfermedades autoinmunes ocurren en mujeres. En las enfermedades autoinmunes o en las enfermedades inflamatorias el sistema inmunitario se descontrola y empieza a “atacar” al propio cuerpo lo que provoca daño e inflamación.
De entre los factores que influyen en estas respuestas inmunitarias distintas, el sexo biológico tiene un papel importante. El sexo biológico, entendido como el sexo asignado al nacer, hace que la expresión de los cromosomas o material genético sea diferente entre mujeres y hombres. Esta diferencia en el material genético hace que la formación de componentes del sistema inmunitario sea diferente. Por ejemplo, el número de los diferentes tipos de células inmunitarias es distinto entre mujeres y hombres. Esta diferencia en las cantidades de los tipos de células del sistema inmune hará que la respuesta inmunitaria realizada entre ambos sexos sea distinta.
Otro factor importante es la expresión de hormonas sexuales entre ambos sexos. Se ha observado que las hormonas sexuales tienen un efecto en la modulación del sistema inmunitario. Por ejemplo, la testosterona tiene un efecto inmunosupresor, es decir, reduce la proliferación de unas células específicas del sistema inmunitario. Esto provoca que, como los hombres tienen picos de testosterona más marcados, sean más sensibles a determinadas infecciones.
Finalmente, el género, definido como el rol social establecido por el contexto social y cultural, influye en la mayor o menor exposición a ciertos patógenos y en el acceso a la salud, siendo esto determinante para la evolución y el pronóstico de ciertas enfermedades.
Las actividades laborales y recreativas relacionadas con el sexo pueden afectar a la exposición de agentes patógenos. Por ejemplo, como las mujeres suelen asumir las funciones de cuidadoras, suelen estar más expuestas a infecciones infantiles, o profesiones como la minería, más extendida entre hombres, suele aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades pulmonares como la silicosis. Además, el rol de género también ha afectado al desarrollo de enfermedades a lo largo de la historia por el impacto en las decisiones terapéuticas. Por ejemplo, priorizar ir al médico o no o el acceso al mismo sistema sanitario.
A pesar del cada vez más amplio conocimiento sobre las diferencias del funcionamiento del sistema inmunitario entre hombres y mujeres, son pocos los estudios que analizan los datos referentes a el desarrollo de enfermedades por sexo. Es importante seguir estudiando estas diferencias con el objetivo de dar un tratamiento adecuado a cada persona, de manera individual.