Pronóstico del Hígado Graso

La enfermedad por hígado graso no alcohólico es muy heterogénea y todavía no se saben con exactitud los mecanismos que provocan su aparición y favorecen su progresión. Los estudios muestran que, de media, se necesitan unos veinte años para pasar de una fase de esteatosis simple (grasa en el hígado) a la cirrosis. Los pacientes con más factores de riesgo (diabetes, hipertensión, dislipidemia, obesidad) tienen más posibilidades de que la enfermedad evolucione y empeore y, sobre todo, que lo haga más rápidamente.

El camino desde el esteatosis o hígado graso hasta la cirrosis es silente, sin síntomas que puedan avisar al paciente que tiene la enfermedad, y no es hasta que aparecen la cirrosis y las complicaciones que se hace el diagnóstico.

Las complicaciones de la cirrosis son, principalmente:

• La aparición de ascitis: acumulación de líquido dentro del abdomen.
• La hemorragia intestinal por varices esofágicas: dilatación anormal de las venas el esófago.
• La encefalopatía hepática: pérdida de la función cerebral debida a la falta de eliminación de toxinas de la sangre por parte del hígado.
• La insuficiencia renal: mal funcionamiento de los riñones.
• Las infecciones.

Todas ellas comportan un alto riesgo de ingreso hospitalario, complicaciones y mortalidad.

Otra de las complicaciones conocidas de la cirrosis es la aparición de cáncer de hígado (hepatocarcinoma), que en el caso de la enfermedad por hígado graso no alcohólico puede aparecer antes de que la cirrosis se haya desarrollado completamente. En estas fases finales de la enfermedad, muchas veces, el único tratamiento curativo es el trasplante de hígado.

A causa del incremento de la prevalencia de la enfermedad, en los últimos años se ha visto un aumento a nivel mundial de la necesidad de hacer trasplantes hepáticos por hígado graso no alcohólico.