Tratamiento del Mieloma Mútliple
Es importante que los pacientes comprendan la información que le aporta el equipo médico para poder analizar y valorar con exactitud las opciones de tratamiento que mejor se adaptan a su vida cotidiana, edad y trabajo.
Alimentación sana y equilibrada. Repartida en cuatro comidas al día. Se aconseja cocinar los alimentos de forma sencilla: vapor, horno, plancha... y evitar los fritos y las comidas muy condimentadas.
Hidratarse bien. Beber al menos 1,5-2 litros líquido (agua, zumos, infusiones....) cada día .
Evitar el consumo de alcohol.
Realizar ejercicio suave diariamente si es posible al aire libre.
Realizar actividades de ocio, si puede ser, acompañado de amigos o familia.
Tener una actitud positiva ayuda a sobrellevar mejor el proceso.
Las técnicas de relajación suelen ser útiles para mantenerse estable emocionalmente durante el proceso de la enfermedad. Intentar no preocuparse en exceso, ya que el estrés y la ansiedad no ayudan en el proceso.
Hasta hace pocos años los tratamientos para controlar el mieloma eran la quimioterapia, los esteroides (glucocorticoides), las terapias con dosis altas y el trasplante autólogo (con las propias células madre de médula ósea). Desde hace unos años se han introducido nuevos tratamientos que están desplazando a la quimioterapia, o bien incorporándose a ella. Estos medicamentos incluyen la talidomida y sus derivados como la lenalidomida y la pomalidomida.
La introducción del bortezomib es un avance muy importante en el tratamiento del mieloma, con una nueva familia de fármacos llamada inhibidores de la proteosoma, que funciona de manera diferente a la talidomida.
También existen nuevos fármacos de esta familia como carfilzomib e ixazomib. Cada vez más hay nuevos fármacos para esta enfermedad, incluyendo anticuerpos monoclonales contra las células malignas, que se van incorporando a las diferentes etapas de la enfermedad.
El trasplante autólogo de células madre es parte del tratamiento inicial en la mayoría de los pacientes con mieloma múltiple menores de 65-70 años. En este tipo de trasplante las células se obtienen del propio paciente.
En este procedimiento el paciente recibe varios ciclos de tratamiento de una combinación de fármacos para reducir el mayor número posible de células malignas y poder seleccionar y extraer las células madre. Después, se administran dosis muy altas de quimioterapia y, vía intravenosa se infunden las células madres del propio paciente, que se han guardado previamente.
Durante el periodo entre la infusión de las células y la recuperación de la médula ósea, pueden requerirse transfusiones y antibióticos para evitar complicaciones hasta alcanzar de nuevo cifras normales en la sangre.
Finalmente, se realiza una evaluación de la enfermedad para ver qué grado de respuesta se ha alcanzado y si procede algún tratamiento adicional tras el trasplante.
Aunque existen otros tratamientos para tratar el mieloma múltiple, la quimioterapia es uno de los más frecuentes. Se administra, generalmente, de forma endovenosa, aunque en algunos casos puede administrarse de forma oral.
La quimioterapia inhibe el crecimiento de las células en división, tanto de las células tumorales como de las sanas, de ahí que aparezcan los efectos adversos o secundarios al tratamiento.
La quimioterapia puede administrarse junto a otros medicamentos como la inmunoterapia. El número de ciclos depende, principalmente, de la edad del paciente, del estadio tumoral y del estado de salud general. Durante el tratamiento se realizan varias pruebas para evaluar la efectividad del tratamiento tras cada ciclo.
Antes de iniciar el tratamiento o después de la primera dosis de quimioterapia es necesario colocar un catéter venoso central para hacer más fácil la administración de los tratamientos y evitar dañar las venas periféricas. Este catéter se inserta en un quirófano, con anestesia local y no requiere de ingreso previo.
El catéter se debe llevar durante el tratamiento. Su retirada es decisión del oncólogo y del médico quienes tienen en cuenta el diagnóstico inicial y los factores pronóstico al inicio del tratamiento, lo que puede suponer conservar el dispositivo durante 1 año.
Una vez finalizado el tratamiento de quimioterapia y pasados 3 meses desde la última administración de quimioterapia, se debe revisar el catéter. Esta revisión se debe hacer cada 3 meses desde la finalización del tratamiento. Si el catéter central insertado es del tipo PICC, se puede retirar el mismo día de la última dosis del tratamiento.
Fatiga. Es una de las complicaciones más frecuentes del tratamiento. Es importante comentarla con el médico porque hay varias opciones para tratar las causas y poder mejorar su estado.
Respuesta asociada a la reducción de las células sanguíneas. La escasez de glóbulos rojos produce bajo nivel de hemoglobina en sangre, lo que causa anemia que provoca también fatiga y debilidad. Los niveles bajos de glóbulos blancos pueden aumentar la propensión a contraer infecciones, y un nivel bajo de plaquetas puede hacer que el paciente sufra hematomas con más facilidad y que sangre con mayor facilidad.
Efectos secundarios. Algunos fármacos como la talidomida y el bortezomib tienen complicaciones especiales como daño en los nervios de manos y pies (neuropatía).
Cuando la enfermedad no puede erradicarse por completo, está la opción del tratamiento paliativo. Su objetivo es aliviar aquellos síntomas que provoca la enfermedad y mejorar la calidad de vida del paciente.
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Publicado: 20 de febrero del 2018
Actualizado: 20 de febrero del 2018
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