Recientemente, un estudio ha demostrado que el virus de Epstein-Barr (VEB), que causa la mononucleosis entre otras enfermedades, desempeña un papel clave en el desarrollo de la esclerosis múltiple. Se ha visto que el riesgo de tener esclerosis múltiple aumenta considerablemente en personas que han tenido una infección por VEB. Sin embargo, el hecho de haber pasado una infección por este virus no es suficiente para que se desarrolle la enfermedad, ya que existen estudios que muestran que hasta el 95% de la población general ha tenido la infección por VEB y sólo una pequeña parte desarrolla una esclerosis múltiple. Se desconoce el posible mecanismo implicado en esta relación y si tienen un vínculo causal.
El virus Epstein-Barr se conoce principalmente por ser el causante de la mononucleosis, que afecta sobre todo a adolescentes. Pero este virus es muy común y tiene 2 picos de máxima incidencia en la vida, el primero a los 3-4 años y el segundo a los 15-16 años. Cuando la infección por Epstein-Barr se adquiere durante la infancia la probabilidad de tener mononucleosis es muy baja, en cambio, en la adolescencia es mucho más alta. De este modo, muchísimas personas se infectan con el virus Epstein-Barr durante su vida, sin ser conscientes de ello y sin haber pasado la mononucleosis.
Investigadores de la Universidad de Harvard han estudiado la relación entre la infección por el virus Epstein-Barr y el desarrollo de la esclerosis múltiple. Para ello, se analizó una muestra de más de 10 millones de personas que se habían alistado en el ejército estadounidense. Aprovechando las muestras de sangre que se extrajeron en ese momento, y que se repitieron cada dos años, los investigadores analizaron si los militares habían estado en contacto con el virus a través de un análisis serológico, independientemente de si habían manifestado o no la enfermedad.
De todos los participantes, encontraron a 801 personas que habían desarrollado una Esclerosis Múltiple durante el servicio militar y, de éstos, un 96% ya eran positivos para el virus Epstein-Barr en el momento de alistarse. De los 35 casos que eran negativos por VEB al inicio, 34, se convirtieron en positivos antes de desarrollar la esclerosis múltiple y sólo uno de los casos permaneció negativo a pesar de tener la enfermedad.
Se estudió también un grupo de personas de la misma muestra, pero sin esclerosis múltiple, que se llama grupo control. En este grupo de 1566 personas, se encontró con que más de la mitad también habían pasado el virus Epstein-Barr pero, en cambio, no habían llegado a desarrollar Esclerosis Múltiple.
La conclusión que se extrajo de este estudio fue que el virus Epstein-Barr es un factor necesario, pero no suficiente para desarrollar esclerosis múltiple. La prueba es que la mitad del grupo de personas sin esclerosis múltiple también habían pasado la infección por el virus, pero no habían desarrollado la enfermedad. Por tanto, la investigación demuestra una asociación importante entre estos dos factores pero no una relación de causalidad. Es decir, haberse infectado del virus Epstein-Barr no tiene como consecuencia el desarrollo de esclerosis múltiple, y hay otros muchos factores que intervienen, por ejemplo, un terreno genético predisponente, el tabaquismo, o tener la vitamina D baja.
Se calcula que el virus Epstein-Barr infecta a casi un 95% de la población en algún momento de su vida. Por este motivo, es aún más importante no alarmar ni sacar conclusiones precipitadas de los estudios. En este caso, sólo una pequeña proporción de las personas que hayan pasado el virus Epstein-Barr tienen un riesgo de desarrollar esclerosis múltiple, y sólo en el caso de que cumplan con otros muchos factores no del todo bien conocidos. Son necesarios más estudios que puedan confirmar relaciones causales entre los distintos factores de riesgo y el desarrollo de las enfermedades.
Información documentada por: Dr. Albert Saiz y Dra. Yolanda Blanco, Servicio de Neurología, Unidad de Neuroinmunología-Esclerosis múltiple, Hospital Clínic de Barcelona.