La Apnea Obstructiva del Sueño (AOS) es un trastorno en el que la respiración se interrumpe repetidas veces mientras se duerme. Se producen episodios de obstrucción total (apneas) o parcial (hipopneas) de la vía aérea superior, lo que provoca una reducción del nivel de oxígeno en sangre, que la presión del corazón y los pulmones sea más baja y que aparezcan breves despertares transitorios que ocasionan un sueño no reparador.
La prevalencia de la AOS en población general de mediana edad es del 24-26% en hombres y del 17-28% en mujeres, y aumenta con la edad y en personas con determinadas comorbilidades, como por ejemplo la hipertensión. Cerca de dos millones de personas en España tienen AOS. No obstante, menos del 10% de las personas afectadas son diagnosticadas y tratadas de forma correcta.
Los principales síntomas de la enfermedad son: presencia de ronquidos, pausas respiratorias y somnolencia diurna excesiva. Además, las apneas repetidas activan el sistema nervioso y desencadenan mecanismos como el estrés oxidativo y la inflamación, responsables de la asociación de la AOS con otras enfermedades. Así, la evidencia científica actual ha demostrado que la AOS es un factor de riesgo independiente para el desarrollo de la enfermedad cardiovascular. Fundamentalmente, hipertensión arterial, enfermedad cerebrovascular, fibrilación auricular (arritmias) e insuficiencia cardiaca.
Por eso, se recomienda a toda persona que sea roncadora y que tenga somnolencia durante el día consultar a su médico de atención primaria. En la mayoría de las ocasiones, y con el tratamiento adecuado, la calidad de vida y el descanso nocturno mejoran considerablemente. Además, se reducen los riesgos relacionados con la patología asociada.
Pero, ¿cuáles son las principales causas o factores de riesgo para el desarrollo de este síndrome en la edad adulta?
- Obesidad. El exceso de peso comporta un cúmulo de grasa en el cuello y en la base de la lengua que aumentan las probabilidades de colapso de la vía aérea superior (VAS) durante el sueño.
- Sexo masculino. Los hombres presentan mayor resistencia faríngea y laríngea que las mujeres.
- Edad. A más edad, mayor facilidad para el colapso de la vía aérea superior.
- Alcohol. Tanto en población sana como en personas con AOS, el alcohol aumenta la intensidad del ronquido. Además, es una substancia depresora del sistema nervioso central que reduce la llegada de oxígeno (hipoxia) y, por tanto, reduce el umbral para despertarse durante la apnea.
- Tabaco. Tiene un efecto irritante sobre la mucosa.
- Fármacos hipnóticos o depresores del sistema nervioso central. Como, por ejemplo, la codeína, la morfina, los neurolépticos o los ansiolíticos, entre otros.
- Factores anatómicos que condicionan la obstrucción de la vía aérea superior (VAS) como, por ejemplo, obstrucción adenoamigdalar o malformaciones craneofaciales.
- Factores hormonales como, por ejemplo, el hipotiroidismo.
- Enfermedades neurológicas y respiratorias.
Los síntomas más frecuentes, y aquellos por los que se tiene que acudir al médico, son:
- Ronquido estrepitoso.
- Excesiva somnolencia diurna.
- Cansancio o fatiga durante el día.
- Sueño no reparador.
- Apneas observadas durante el sueño (episodios asfícticos nocturnos).
- Despertares frecuentes.
- Aumento de la frecuencia de micción nocturna (nicturia).
- Cefalea matutina.
- Hipertensión arterial.
La aproximación diagnóstica de la AOS se realiza a través de la historia clínica y una exploración física detallada y es imprescindible la realización de una prueba del sueño. La prueba de referencia es la polisomnografía convencional, pero existen otros tipos de pruebas del sueño que han demostrado ser igualmente efectivas en determinados tipos de pacientes. Estas pruebas, que normalmente se realizan en horario nocturno, recogen variables respiratorias y neurológicas que permiten evaluar la presencia y tipos de apneas del sueño, la saturación de oxígeno y, en algunos casos, la calidad y cantidad del sueño.
La AOS constituye un factor de riesgo independiente para el desarrollo de otras enfermedades. Además, se asocia también con un empeoramiento de la calidad de vida, un incremento en la tasa de accidentes de tráfico, y se ha relacionado con la diabetes, el síndrome metabólico, los trastornos cognitivos o, incluso, el cáncer. Así, es esencial acudir al médico para un correcto diagnóstico y consultar la opción de tratamiento más adecuada para cada caso.
Información documentada por:
Dra. Mireia Dalmases, neumóloga del Servicio de Neumología y Alergia Respiratoria del hospital Clínic Barcelona.