1. Diagnóstico incorrecto:
Una de las razones más frecuentes es que la infección no sea de origen bacteriano, sino vírico. Los antibióticos no tienen efecto sobre los virus, por lo que su uso en estos casos no solo es ineficaz, sino también innecesario.
2. Elección inadecuada del antibiótico:
Aunque se trate de una infección bacteriana, puede ocurrir que el antibiótico elegido no sea el más adecuado para combatir ese tipo específico de bacteria. Esto puede deberse a una identificación incompleta del microorganismo causante o por la resistencia bacteriana.
3. Complicaciones de la infección:
En algunos casos, las infecciones pueden evolucionar y complicarse. En esos casos, se requiere de tratamientos más prolongados o combinaciones de antibióticos. Si no se ajusta la terapia a tiempo, el tratamiento inicial puede no ser suficiente.
Afortunadamente, estos errores no son comunes y los profesionales de la salud están cada vez más concienciados sobre el uso adecuado de los antibióticos. Aun así, es fundamental seguir las indicaciones médicas y evitar la automedicación para preservar la eficacia de estos medicamentos vitales.
INFORMACIÓN DOCUMENTADA POR:
Dr. Alex Soriano, Jefe de Servicio de Enfermedades Infecciosas, Dra. Verónica Rico, especialista en enfermedades infecciosas. Hospital Clínic Barcelona.
Más información en: