Tradicionalmente, la principal estrategia que ha utilizado la comunidad científica y médica para reducir la tasa de incidencia del cáncer de pulmón ha sido la prevención. El tabaco es el causante del 90% de los diagnósticos de cáncer de pulmón, por lo que eliminar el hábito de fumar disminuye de forma significativa la incidencia de este cáncer.
Las campañas que se han hecho para intentar informar y persuadir a la gente de que dejara de fumar han sido muy conocidas, pero, pese a ello, la repercusión en el descenso del número de fumadores y la disminución de la incidencia de cáncer de pulmón no ha sido la deseable. Hoy en día, más de un 20% de la población española afirma que fuma a diario, y un 26% se considera exfumador. Estas cifras de tabaquismo tan importantes han hecho que se continúe diagnosticando un gran número de cánceres de pulmón.
Al ver que la estrategia de la prevención no era suficiente, la comunidad científica tuvo que implementar otras estrategias para luchar contra esta enfermedad, sin dejar de hacer prevención. Uno de los grandes problemas del cáncer de pulmón, que condiciona esta mortalidad tan elevada, es el retraso en el diagnóstico. Además, al 75% de los pacientes se les diagnostica cáncer de pulmón cuando se encuentran ya en estadios avanzados de la enfermedad. En estos estadios ya no se puede aplicar el principal tratamiento, la cirugía, y las opciones de curación disminuyen drásticamente.
Este hecho hace aún más evidente la necesidad de detectar el cáncer de pulmón de forma precoz para que los pacientes sean diagnosticados en fases iniciales de la enfermedad y, así, poder ofrecerles una cirugía con un pronóstico mucho más favorable que en un estadio avanzado.
Anteriormente, ya se había intentado hacer un cribado del cáncer de pulmón con una radiografía de tórax, pero ningún estudio demostró que se disminuyera la mortalidad general del cáncer de pulmón con este cribado.
Con la introducción de la tomografía computarizada (TAC) se iniciaron varios estudios para valorar la posibilidad de que esta prueba de imagen, mucho más sensible y de calidad que la radiografía simple, pudiera detectar los cánceres de pulmón de forma precoz. La última y más importante de estas investigaciones es el estudio NELSON.
Este estudio consistió en realizar un TAC de baja radiación aquellos pacientes que cumplían ciertos criterios que los hacían presentar un alto riesgo de desarrollar un cáncer de pulmón. Se comparó la mortalidad de estos pacientes con un grupo de pacientes control a los que no se hacía el TAC.
Los resultados, presentados a finales de 2018 y publicados recientemente, han demostrado que en hombres la reducción de la mortalidad a los 10 años por cáncer de pulmón es del 26%. En mujeres, aún ha sido más importante esta reducción, con un 61%. Por lo tanto, estos programas ya tienen la suficiente fuerza científica como para iniciarse.
El Hospital Clínic, dado los importantes beneficios para la población que supone este cribado, está trabajando para poder iniciar un programa. El proyecto está liderado por el Dr. Molinos y apoyado por la Unidad de Tumores Torácicos del hospital. Ya han tenido lugar diferentes reuniones con los jefes del Sistema público de Salud de Cataluña, CatSalut, así como con los jefes de Oncología del Departamento de Salud de la Generalitat. Se espera que en unos meses se pueda ya iniciar este cribado que, dados los resultados obtenidos en los diferentes ensayos clínicos, sin lugar a dudas permitirá avanzar muchos diagnósticos de cáncer de pulmón y reducir, así, la mortalidad.
Autor: Dr. David Sánchez, cirujano torácico del Instituto Clínic Respiratorio