En la situación actual de pandemia debido a la COVID-19, las autoridades sanitarias han hecho numerosas recomendaciones a la ciudadanía con el objetivo de frenar el contagio del virus. Hasta ahora, estas recomendaciones se han centrado en promover acciones clave para evitar el contagio como cubrirse con la parte interior del codo al toser, lavarse bien las manos y mantener una distancia entre personas de entre uno y dos metros.
Aunque el SARS-CoV-2 es un virus respiratorio y, por tanto, afecta más gravemente a personas con enfermedades como la EPOC producidas a consecuencia del consumo de tabaco, hasta ahora no se ha hecho ninguna mención en relación al hábito de fumar para prevenir esta enfermedad.
La relación entre el consumo de tabaco como posible facilitador del contagio del virus o como desencadenante en el agravamiento de la enfermedad, se empieza a descubrir ahora a raíz de los primeros estudios sobre este tema.
Las investigaciones que estudian los efectos del tabaco en enfermedades similares a la COVID-19 determinan que el humo que se exhala al consumir tabaco aumenta la tasa de transmisión. Además, fumar agrava las infecciones del tracto respiratorio. Respecto a la COVID-19, aún no hay suficientes datos para sacar conclusiones definitivas, pero las observaciones hechas hasta ahora indican que se da el mismo problema. Un artículo de la Universidad de Guangzhou, que recoge información de más de 1.000 laboratorios en China, señala que un 12% pacientes de COVID-19 que requirieron cuidados intensivos eran fumadores, respecto al 4,7% de los no fumadores.
También en China, se ha observado que la mortalidad por COVID-19 era más elevada en hombres que en mujeres. Algunos investigadores creen que este hecho podría estar relacionado con el consumo de tabaco, ya que en este país está muy diferenciado por sexos: la mitad de los hombres fuman y, en cambio, solo el 3% de las mujeres.
Después de analizar los estudios sobre casos clínicos de la COVID-19 se ha publicado recientemente un artículo en la revista British Medical Journal, en el que diversos investigadores de la University College of London recomiendan que se cambien los mensajes que transmiten las autoridades a la población. Los expertos opinan que hay indicios suficientes como para que se incluya también la recomendación de dejar de fumar.
Además, se cree que la preocupación generalizada por parte de la ciudadanía ante la situación actual puede promover un estado emocional que facilite el aprendizaje. Las personas estarían más predispuestas a cambiar diferentes hábitos y comportamientos y, por tanto, puede ser una oportunidad para propiciar este cambio en las personas fumadoras.
Por todos estos motivos, sin olvidar, por supuesto, que el hecho dejar de fumar conlleva múltiples beneficios para la salud, se cree que podría ser una buena ocasión para poner en marcha campañas antitabaco por parte de las autoridades sanitarias.