Las Disfunciones del Suelo Pélvico (DSP) ocurren cuando se altera la función de la pelvis y puede dar lugar a incontinencia urinaria o dificultad para miccionar, descenso de las paredes de la vagina o prolapso (descenso o aflojamiento) de órganos pélvicos incontinencia anal y otros síntomas relacionados como el dolor y la disfunción sexual. Son muy frecuentes, hasta un 46% de las mujeres presentan estos síntomas, y es común la coexistencia de varias disfunciones del suelo pélvico en una misma mujer. Las que han tenido lesiones de los músculos o fascias del suelo pélvico durante el parto tienen un riesgo aumentado de tener disfunciones, que pueden aparecer justo después de éste o años más tarde.
El suelo pélvico es el conjunto de estructuras musculares y ligamentos que están fijadas a los huesos de la pelvis. Estas estructuras se encargan de: sostener los órganos pélvicos (vejiga urinaria, uretra, útero, vagina, recto y ano); garantizar la continencia urinaria y fecal, y permitir a su vez, la micción y la defecación. También facilitan el coito, dan sensibilidad a las relaciones sexuales y ayudan en el momento del parto.
El factor de riesgo más importante en las mujeres para desarrollar disfunciones del suelo pélvico es el parto vaginal, ya que cuando estas estructuras se estiran pueden dañarse. Sin embargo, el propio embarazo también es un factor de riesgo debido al aumento de presión en esta zona, por lo que una cesárea no sería 100% protectora. Otros factores de riesgo son: mayor edad; la etnia, más frecuente en mujeres latinas y caucásicas que en afroamericanas; tener antecedentes familiares, la obesidad, la tos crónica y el estreñimiento.
Para prevenir la aparición de estas lesiones es importante actuar sobre el parto y evitar los partos instrumentados (fórceps) siempre que sea posible, proteger el periné durante la salida de la cabeza fetal o realizar una episiotomía (incisión quirúrgica para ampliar el canal del parto) cuando sea necesario. Estas medidas son especialmente importantes en mujeres que ya tienen más riesgo de padecer DSP en el posparto. Actualmente, ya se empiezan a aplicar modelos matemáticos para predecir, antes del parto, el riesgo de DSP, y así personalizar las recomendaciones del tipo y detalles del parto según el riesgo y las preferencias de las mujeres.
Sin embargo, aquellas mujeres tienen incontinencia urinaria o anal (gases o heces), dificultad para orinar, sensación de bulto en la vagina o dolor pélvico habitual o durante las relaciones sexuales, pueden mejorar ejercitando la musculatura del suelo pélvico con los ejercicios de Kegel correctamente realizados. También existen dispositivos tipo pesario (que se colocan en la vagina y ejercen un peso) para mejorar el soporte, o fármacos para evitar el deseo urgente de miccionar. La eliminación de ciertos irritantes vesicales (café, alcohol, frutas ácidas) de la dieta, evitar el aumento de peso, el estreñimiento, la tos, o el ejercicio físico de impacto fuerte y frecuente pueden mejorar la sintomatología. En casos seleccionados, se puede corregir quirúrgicamente un prolapso o bien una incontinencia urinaria de esfuerzo.
Es importante consultar a un especialista para diagnosticar el tipo de alteración y plantear las opciones terapéuticas. Existen tratamientos para todas las disfunciones y para todas las mujeres, desde medidas conservadoras hasta corrección quirúrgica, según el tipo de disfunción, la gravedad y la afectación de la calidad de vida que refiera la paciente. Aliviar estos síntomas es primordial para el bienestar de la mujer, mejorar su calidad de vida, su imagen corporal y su vida sexual.
Información documentada: Dra. Cristina Ros Cerro, especialista Senior del Institut Clínic de Ginecologia, Obstetricia y Neonatologia del Hospital Clínic de Barcelona, y profesora Asociada de la Universidad de Barcelona.