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La sintomatología principal de la COVID-19 es respiratoria: puede ocasionar neumonía y síndrome respiratorio agudo grave. Sin embargo, la COVID-19 también puede dar síntomas neurológicos, algunos relativamente leves, como la pérdida de olfato (hiposmia), o complicaciones más importantes como ictus e incluso encefalitis. Se desconoce si la existencia de una enfermedad neurológica de base puede ser un factor de riesgo o si la COVID-19 en pacientes con enfermedades neurológicas podría tener especial gravedad o empeorar la enfermedad de base.
En el caso de la enfermedad de Parkinson (EP), se dispone de poca información sobre si la prevalencia de COVID-19 es mayor en estos pacientes que en el resto de la población, aunque varios estudios sugieren que es similar.
Los síntomas motores de la EP pueden empeorar en el contexto de cualquier infección y con la COVID-19 no sería una excepción, sobre todo en caso de infección grave. Los pacientes más sensibles serian aquellos en fases avanzadas de la enfermedad en las que hay alteraciones respiratorias.
En cuanto a los síntomas no-motores, la pérdida de olfato es un síntoma común tanto en la EP como en la COVID-19. Por tanto, en personas con EP y pérdida de olfato previa, este síntoma no ayudaría a sospechar la infección por SARS-CoV-2. Otros síntomas no-motores propios de fases avanzadas de la enfermedad como las alteraciones urinarias (incontinencia), gastrointestinales (estreñimiento con riesgo de sub-oclusión intestinal) y neuro-psiquiátricas (deterioro cognitivo y alucinaciones) empeoran fácilmente en caso de contraer cualquier infección importante como la COVID-19.
Otro tema relevante es el efecto del confinamiento y la telemedicina en las personas con EP. En cuanto al confinamiento, la actividad física reducida y la interrupción de sesiones de fisioterapia puede conllevar un empeoramiento motor. Por otro lado, la educación terapéutica previa y la telemedicina durante el confinamiento son especialmente importantes en una parte de los pacientes con EP: aquellos que son portadores de dispositivos. Estos dispositivos pueden ser de infusión continua de medicación (apomorfina subcutánea, levodopa gel intestinal) o de estimulación cerebral profunda a través de electrodos intracraneales. Sin embargo, se ha observado que durante el confinamiento el uso de herramientas de comunicación telemática, ya sea con familiares o profesionales sanitarios, pueden empeorar síntomas como la ansiedad, la confusión o las alucinaciones. Por ello, se aconseja mantener una actividad física adaptada a los periodos de confinamiento y vigilar el empeoramiento de síntomas neuropsiquiátricos con el uso de la comunicación telemática en pacientes predispuestos.
En caso de pacientes con enfermedad de Parkinson que ingresan por COVID-19, es importante contar con el consejo del equipo especializado en Parkinson. Este asesoramiento especializado es fundamental en relación a los tratamientos, ya que algunos fármacos antiparkinsonianos interaccionan con los tratamientos que se están empleando para la COVID-19. En este ámbito destaca la levodopa que puede producir un aumento del efecto de fármacos como la cloroquina, la hidroxicloroquina y el tocilizumab. Otro fármaco antiparkinsoniano, la apomorfina, aumenta el riesgo del síndrome de QT largo (trastorno del ritmo cardíaco) que es un efecto adverso común a varios fármacos empleados contra el SARS-CoV-2.
En resumen, la COVID-19 parece afectar a las personas con EP de forma similar a la población general. Durante picos epidémicos las personas con EP, como el resto de la población, deberían seguir las recomendaciones higiénicas y de confinamiento, en especial aquellos con enfermedad avanzada y alteraciones respiratorias. Ante ingreso por COVID-19 de pacientes con EP es importante contar con el consejo de los profesionales especializados en esta enfermedad para la elección del tratamiento y el manejo de posibles complicaciones.
Autores: Yaroslau Compta, neurólogo, Ana Cámara, enfermera de Práctica Avanzada en Trastornos del Movimiento; Unidad de Parkinson y Trastornos del Movimiento, Instituto Clínic de Neurociencias
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