¿Qué riesgo de infección y de contagio hay después de haber recibido la vacuna?
La vacuna no protege de la entrada del virus ni que éste se replique inicialmente dentro de las mucosas. Los inmunizados pueden infectarse y ser asintomáticos o sufrir algunos síntomas leves, y pueden contagiar.
Las vacunas tienen una efectividad del 90%. Por lo tanto, se estima que un 10% de las personas vacunadas pueden contraer la infección y no desarrollan inmunidad. Esto es más probable en personas mayores y con patologías graves.
Los casos de infección - a pesar de haber recibido la vacuna -, son leves. En Cataluña se ha registrado un 0,12% de casos después de la segunda dosis, según el portal de datos en salud COVID de la Generalitat de Cataluña.
Por otra parte, las personas que han pasado la enfermedad generan una inmunidad natural, la duración de la cual está en fase de estudio. No se conoce el tiempo que los anticuerpos permanecen para atacar el virus, después de la infección. Por ahora, se ha observado que hay anticuerpos hasta 39 días después de la aparición de los primeros síntomas. Se habla de inmunidad híbrida cuando la persona que ha sufrido la enfermedad recibe una sola dosis de la vacuna y puede quedar inmunizada incluso contra las variantes más agresivas.
¿Una dosis, dos dosis, ... tercera dosis?
La primera dosis tiene un efecto limitado en el organismo, estimula la secreción de anticuerpos, cuyos niveles pueden bajar con el tiempo, y por ello se requiere una segunda dosis, que estabiliza los niveles por un período más largo.
Según los centros de prevención y control de enfermedades, la vacuna Pfizer requiere una segunda dosis después de 21 días de la primera y en el caso de Moderna y Aztrazeneca, 28 días. Se recomienda que haya un intervalo de entre 3 - 4 semanas, pero la efectividad si se recibe antes o después del tiempo recomendado es todavía objeto de estudio.
En cuanto a la administración de una tercera dosis, las compañías farmacéuticas Pfizer y BioNtech defienden esta opción, pero los expertos sostienen que no hay evidencia científica que avale esta práctica, en personas con la pauta de vacunación completa. Sin embargo, para personas trasplantadas, de alto riesgo y población inmunodeprimida podría funcionar, ya que generan un tercio y mitad de los anticuerpos que las personas sanas tras vacunarse, debido a la inhibición de su respuesta inmunitaria por el consumo de fármacos. Israel ya ha empezado a ofrecer la tercera dosis de la vacuna en este grupo poblacional.
Cobertura vacunal del 70% poblacional y nada más?
Con el 70% de la población vacunada el virus se extingue de forma natural. Es la única manera de frenar la pandemia. Las vacunas actuales son efectivas, pero no perfectas, porque las personas se pueden infectar y diseminar el virus.
Los nuevos tratamientos, la vacunación, y la evolución que presenta la enfermedad con las diversas variantes están en constante investigación, de ahí que se sigan extremando las medidas de prevención: lavarse a menudo las manos, priorizar los espacios al aire libre, preservar la distancia de seguridad, seguir utilizando la mascarilla, realizarse pruebas diagnósticas en caso de haber tenido contacto con un positivo por COVID-19, y respetar estrictamente los períodos de aislamiento.
Muchos epidemiólogos insisten en que hacer un rastreo más preciso y realizar test rápidos de antígenos a nivel masivo supondría un cambio sustancial a la hora de controlar la enfermedad y el ritmo de contagios.
¿Por qué se producen nuevas variantes?
El virus, al igual que cualquier especie, lucha por sobrevivir y por eso cambia para adaptarse al entorno. Genera muchas mutaciones por azar, que la mayoría no tendrán ningún efecto, pero otras sí funcionarán y lo harán más adaptado al medio, podrá superar las barreras para entrar en nuestras células y replicarse.
El organismo humano también se adapta a las amenazas externas que encuentra. Los linfocitos son las células que fabrican los anticuerpos y cuando reconocen el virus, actúan para eliminarlo. Estos hacen hipermutación somática: muchas variantes, para reconocer nuevas versiones del virus y adaptarse.
Las variantes que generan más interés son las que han desarrollado mutaciones en el gen que codifica para la proteína S, ya que puede condicionar cambios en la capacidad infectiva del virus y en la respuesta inmunitaria de las vacunas. Las variantes británica, sudafricana e india tienen una mayor transmisibilidad, debido a mutaciones en ese gen. Respecto a la Delta, no se conoce suficientemente la efectividad de la vacuna, pero recientemente se ha publicado un estudio en la revista New England donde se explica que la vacunación confiere protección del 95% contra la nueva cepa, siempre y cuando se administren las dos dosis.
En epidemiología, se conoce como número reproductivo básico o R, el número de casos nuevos que genera una persona contagiada. En el caso de la variante Delta o india, 1 positivo genera 4 infecciones, mientras que, con la variante de Wuhan o Alfa, 1 positivo generaba 2,5. "Las nuevas variantes parecen tener más capacidad infectiva pero no se produce una enfermedad más grave", sostiene el Dr. Manel Juan, jefe del Servicio de Inmunología del Hospital Clínico de Barcelona.
¿La rápida fabricación de la vacuna COVID-19 puede cuestionar su seguridad?
Las vacunas Pfizer / BioNTech, Moderna, de Oxford / AstraZeneca y Janssen son las que están autorizadas por la Unión Europea para combatir la COVID-19. Son vacunas en fase III, y se ha comprobado que no producen efectos secundarios graves, por lo que las podemos considerar seguras. Sin embargo, debido a la celeridad de los ensayos aún se desconoce el tiempo que confieren protección.
"La rapidez de su fabricación se debe a que se han invertido muchos recursos económicos y se han producido los procesos en paralelo. Ha comenzado una fase nueva antes de terminar el anterior", comenta el Dr. Felipe García, médico internista del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínic de Barcelona.
El proceso para obtener una vacuna consta de estudios preclínicos que se realizan con animales, donde se comprueba que éstos no se infecta al recibirla y desarrolla defensas. Después, los estudios clínicos se realizan con personas, y tienen varias fases. En la fase I, se vacunan algunas decenas de voluntarios y se estudia la dosis adecuada para que sea segura. En la fase II, con cientos de individuos, se comprueba la seguridad y la capacidad de inducir respuesta inmunitaria. En la fase III se administra a miles de personas (entre 30.000-40.000). Por último, en la fase IV de farmacovigilancia, se evalúa su efectividad una vez ya están en el mercado.
¿Qué diferencias hay entre las vacunas existentes?
La vacuna debe garantizar siempre la detección del virus y evitar que la persona enferme. Como todas las vacunas cumplen esta doble función, se consideran igual de efectivas.
Pfizer y Moderna son vacunas de ARN mensajero, una secuencia que codifica una proteína del virus SARS-CoV-2, la proteína S, una proteína de membrana que posibilita la unión con nuestras células para poder infectar. Estas vacunas contienen material genético sintetizado en el laboratorio que inducen a las células a fabricar copias de la proteína S, o Spike. Esto estimula nuestra respuesta inmunitaria en tanto que se reconoce esta proteína como extraña y se generan anticuerpos específicos. Así pues, si el organismo se encuentra con el virus, ya será capaz de defenderse mejor.
La vacuna Astrazeneca está constituida por un adenovirus de chimpancé no replicativo que lleva en su interior la información genética para la proteína S.
Janssen es de Adenovirus humano y vehiculiza la misma proteína. Los adenovirus son virus de ADN que, mediante ingeniería genética, se modifican en el laboratorio para que fabriquen la proteína que nos interesa.
¿Qué nuevas vacunas y fármacos están en vías de desarrollo?
Al CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas) está desarrollando una nueva vacuna que se prevé que esté lista en un año. Se administrará por vía inhalada, que garantiza una protección local de las vías respiratorias, y frena la principal puerta de entrada del virus. A diferencia de las vacunas actuales será esterilizante, evitará que las personas enfermen y que puedan infectar, lo que la convierte en la vacuna más prometedora desarrollada hasta ahora. Además, se han incorporado las mutaciones de las variantes del SARS-CoV-2 de Reino Unido, Sudáfrica y Brasil.
Los fármacos antivirales que se pueden utilizar son pocos y tienen muchos efectos adversos. Por otra parte, hay anticuerpos que se podrían incorporar al organismo para frenar la enfermedad, pero tienen un alto coste económico y son difíciles de emplear masivamente. Por ahora no existe ningún fármaco específico contra el SARS-CoV-2, pero se espera que la investigación avance en la buena dirección en disponer de tratamientos antivirales eficaces para este reto de salud pública mundial del siglo XXI.