¿Por qué es tan importante cuidar la salud mental desde la infancia?
La salud mental es un elemento fundamental para cualquier individuo y cuanto antes se empiece a cuidar, mejor, porque habrá menos riesgo de sufrir un trastorno. Además está estudiado que el 50% de los trastornos psiquiátricos, como por ejemplo trastornos psicóticos, bipolares, el trastorno obsesivo o las patologías alimentarias, aparecen antes de los 18 años. Hay que tratarlos lo más pronto posible porque la evolución será mejor si se empieza a tratar en fases tempranas.
¿La sociedad está preparada por los niños con problemas de salud mental?
No, no lo está lo suficiente. Parece que ahora, después de la pandemia, hay la idea generalizada que tenemos que atender a los niños y a los jóvenes, que la salud mental es muy importante y que tiene que formar parte de la salud en general. Pero también pienso que la salud mental siempre ha sido la gran olvidada: durante mucho tiempo imperó la idea que quién enfermaba mentalmente eran pocas personas. La gente creía "a mí esto no me toca" y toca a todo el mundo, independientemente de la clase social. Evidentemente, cuantas más dificultades sociales hay, la vulnerabilidad es mayor, pero nadie está libre de tener un cuadro depresivo, un trastorno de ansiedad...
Por lo tanto, la prevención es muy importante. ¿Dónde hay que incidir?
Últimamente hay varias iniciativas destinadas a mejorar algunas situaciones que afectan la población más vulnerable. Por ejemplo en el acoso escolar, un tipo de acoso muy frecuente que hace mucho daño a los niños y dificulta el pleno desarrollo. Ahora la sociedad se ha sensibilizado por este tema y está dispuesta a luchar en contra. Otro tema son las redes sociales, que por la sociedad en general son buenas, pero también somos conscientes que pueden tener consecuencias negativas para la población infantil y juvenil. Hay que hacer prevención porque no causen el mal que están haciendo en algunos menores.
Se han filtrado estudios sobre el impacto nocivo de Instagram en la autoestima de los adolescentes.
El número de interacciones o el hecho de seguir o no seguir, la cifra de seguidores... son una serie de temas que provocan una ansiedad excesiva en algunas personas, sobre todo en la población menor de edad e incluso en adultos menores de 20 años. No le ocurre a todo el mundo, pero esta manera de hacer de algunas redes sociales no ayuda nada a los adolescentes con necesidad de aprobación social o la autoestima baja. A estos rasgos de personalidad puede que las redes sociales no los ayuden nada y la cosa acabe desembocando en determinados tipos de trastornos.
¿Cómo ha afectado la COVID, el confinamiento y las restricciones en la salud mental de los jóvenes y de los adolescentes?
El confinamiento fue muy duro para todo el mundo, pero especialmente complicado por los menores de edad. Los niños tardaron mucho a poder salir de casa y se dejó por el final a una población que realmente tenía mucha necesidad de salir de casa. Yo creo que aquí hubo un descuido importante. Por otro lado, también es verdad que los niños y adolescentes en general aguantaron muy bien el confinamiento, de hecho en los primeros meses de la COVID las consultas disminuyeron notablemente. Hay muchas razones por eso: desde que no querían ir a un centro de salud u hospital por miedo a los contagios al hecho de no ir a la escuela, que para muchos niños es un foco importante de tensión.
Pero esta reducción de las consultas solo se dio en el primer momento de la pandemia...
Exacto: a partir del otoño de 2020, empezaron a aumentar los casos de una manera muy pronunciada. Realmente dentro de la pandemia de la COVID-19, ha habido otra pandemia de salud mental en menores. Lo que hemos visto es que por una parte se han agraviado algunas patologías previas, pero por otro lado también ha habido un aumento de nuevos pacientes.
¿Cuáles son estas patologías?
Sobre todo trastornos de la conducta alimentaria (TCA), que han crecido muy notablemente. También trastornos de ansiedad y trastornos afectivos. Y también, dentro de los trastornos afectivos hemos visto que aumentaban las solicitudes de ingreso por tentativas autolíticas en adolescentes. Además esto último no es una cosa que solo hayamos visto crecer en el hospital, sino que es una tendencia a escala nacional y también en todo el sur de Europa, que por las tendencias es con el que nos podemos comparar.
¿A qué se debe el aumento de los casos de trastornos de conducta alimentaria?
Hay algunos casos que han tardado a ser atendidos porque aunque las familias se dieran cuenta de que había algo que no iba bien al estar más con sus hijos, la red a través de la cual el paciente llegara donde tenía que llegar no era tan fluida. Algunas patologías se detectan más en las escuelas que no a casa, pero las escuelas estaban centradas a luchar contra la COVID. Con esto quiero decir que la detección ha sido más dificultosa y la derivación ha tardado más y por eso cuando nos han llegado los casos, eran más graves. En el caso concreto de los TCA, a veces cuando nos llegan ya han perdido mucho peso y están en una situación que nos obliga a tratarlos desde una unidad especializada en lugar de desde un centro de salud.
Los datos apuntan que el 2020 el suicidio juvenil aumentó un 27% en Catalunya.
Tanto las tentativas consumadas como las tentativas autolíticas han aumentado y estas últimas hacen que mucho más adolescentes ingresen. Hay más adolescentes con depresiones y trastornos de ansiedad. La pandemia nos ha llevado mucha incertidumbre, ya no vivimos en un mundo seguro, el poder adquisitivo de las familias muchas veces ha disminuido de una manera considerable y esto produce inquietud, tristeza, irritabilidad, tensión... y lo que viven las familias repercute en los niños. Además también hay el miedo directo provocado por la pandemia: el miedo a infectarse, a enfermar...
Con la pandemia, ¿se han atrasado las detecciones tempranas?
Sí, ha sido un problema. El hecho que los primeros meses bajaran las consultas tiene una explicación: no quererse acercar en los centros de salud porque los centros de atención primaria estaban muy desbordados por la COVID-19. También los pediatras, que suelen ser los que nos derivan los pacientes, estaban centrados en la lucha contra la pandemia con las sucesivas oleadas que ha habido. Se ha hecho mucha telemedicina, poca asistencia presencial... y esto ha hecho que algunos pacientes con patologías incipientes tardaran más a llegarnos a la consulta.
Finalmente se ha aprobado la nueva especialidad de psiquiatría infantil y adolescente.
El pasado mes de agosto el Consejo de Ministros aprobó la especialidad y el 2023 saldrán las plazas. Hacía muchos años que luchábamos por eso, porque de los 4 años de especialidad en psiquiatría general, solo pedían 4 meses de rotación a psiquiatría infantil. Y esto es muy poco para especializarse en un tema tan concreto y tan importante, porque ya hemos dicho que algunas enfermedades mentales arrancan a las primeras etapas de la vida. No podemos olvidar los trastornos del neurodesarrollo. Y se tiene que saber mucho más del que actualmente se aprendía en la especialidad de psiquiatría general.