Se ha demostrado que el síndrome respiratorio agudo grave que provoca el coronavirus tiene como consecuencia una elevada mortalidad en personas vulnerables. Es el caso de las personas con enfermedades crónicas, incluidas las que son tratadas con terapias inmunosupresoras. Los pacientes con Esclerosis Múltiple (EM) tienen un trastorno inflamatorio crónico que generalmente se trata con fármacos inmunosupresores. Además, a menudo tienen varias enfermedades más, que también están relacionadas con un peor pronóstico de la COVID-19.
Actualmente, no está claro si los pacientes con EM tienen una mayor susceptibilidad para desarrollar la COVID-19, o una peor evolución en comparación con la población general. De hecho, algunos estudios incluso sugieren que la inmunoterapia podría ser un factor protector. Aunque estos datos se han obtenido sin comparar la incidencia y la mortalidad por COVID-19 en pacientes con EM con respecto a la población general.
Para dar respuestas a estas preguntas y, si es necesario, implementar estrategias de protección, se llevó a cabo un estudio transversal desde la Unidad de Neuroinmunología y Esclerosis Múltiple. El objetivo era comprobar cuál había sido el impacto de la COVID-19 en los pacientes con esclerosis múltiple que son seguidos en esta unidad.
Para realizar el estudio se envió una encuesta por correo electrónico, se hizo una entrevista telefónica, y se recogieron los datos de los registros médicos hasta junio de 2020.
Se analizó la incidencia acumulada de todos los casos COVID-19 en pacientes con EM desde el inicio de la pandemia y se comparó con las estimaciones para la población general en Barcelona.
Completaron la encuesta un total de 407 pacientes, la mayoría de los cuales eran mujeres. La edad media era de 48 años, tenían EM recurrente-remitente y presentaban al menos otra enfermedad crónica.
El número de casos confirmados de COVID-19 fue 5 (1.2%) y de sospechosos 46 (11.3%). Así, la incidencia de casos de Covidien-19 confirmados fue similar a la de la población general (1,27%), pero cuando se consideraron todos los casos, tanto los confirmados como los sospechosos, la incidencia fue el doble en los enfermos con EM. Ahora bien, el dato más importante fue que la tasa de mortalidad no fue significativamente diferente al de la población general (1,9% vs 4.4%, respectivamente).
Así pues, el estudio concluye que, aunque hubo una mayor incidencia de la COVID-19 entre estos pacientes, la mayoría no necesitaron hospitalización y tuvieron una buena evolución. Este es un dato relevante ya que se demuestra que la presencia frecuente de otras enfermedades crónicas y el tratamiento con fármacos inmunosupresores no son un factor de riesgo tan peligroso como se creía, al menos en este grupo de población.
Información documentada por: Dr. Albert Saiz, Unidad de Neuroinmunología y Esclerosis Múltiple, Hospital Clínico de Barcelona