Se ha demostrado que el sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo significativos para el desarrollo del cáncer de endometrio debido a su influencia en los niveles hormonales y metabólicos. El aumento de peso está asociado con niveles más altos de estrógeno, lo cual puede promover el desarrollo del cáncer de endometrio. Además, las personas con obesidad tienen niveles elevados de ciertas proteínas y factores inflamatorios en la sangre, los cuales también pueden aumentar el riesgo de cáncer de endometrio.
Para demostrar esta afirmación se han estudiado diversos factores como el índice de masa corporal (IMC). El IMC es una medida común de la grasa corporal y, cada incremento de 5 unidades en este índice se ha asociado con un aumento del 50% en el riesgo de desarrollar cáncer de endometrio. Esto significa que una mujer con sobrepeso tiene aproximadamente 1.5 veces más probabilidades de desarrollar cáncer de endometrio que una mujer con peso saludable, mientras que una mujer en el rango de "obesidad" tiene entre 2 y 10 veces más riesgo.
Otros métodos para medir la adiposidad corporal, como la circunferencia de la cintura, el aumento de peso en la adultez y la relación cintura-cadera, también se han asociado con un mayor riesgo de cáncer de endometrio. Por ejemplo, cada aumento de 10 cm en la circunferencia de la cintura se ha relacionado con un aumento del 27% en el riesgo de cáncer de endometrio.
Como la obesidad entre las mujeres jóvenes continúa aumentando, cada año se diagnostica a más mujeres jóvenes con cáncer de endometrio. Esto tiene un impacto en la gestión clínica de estas pacientes, ya que debe considerarse la posibilidad de conservar los ovarios durante la cirugía del cáncer de endometrio, así como el uso de tratamientos que preserven la fertilidad.
El tratamiento estándar para el cáncer de endometrio, especialmente en estadios iniciales, comprende la histerectomía total. Esta intervención quirúrgica, habitualmente realizada mediante técnicas mínimamente invasivas como la laparoscopia o la cirugía robótica, involucra la extirpación del útero, ambos ovarios y las trompas de Falopio, así como la detección del ganglio centinela.
En mujeres jóvenes diagnosticadas con cáncer de endometrio, la preservación ovárica puede ser una opción a considerar para mantener la función hormonal y la calidad de vida después del tratamiento. Sin embargo, es crucial evaluar cuidadosamente cada caso, considerando factores como la extensión y el grado del cáncer, la edad de la paciente, los planes de tratamiento como la radioterapia y la quimioterapia, así como las expectativas y deseos reproductivos de la paciente.
Es fundamental que la decisión se tome de manera individualizada, con la participación de un equipo multidisciplinario que incluya oncólogos, ginecólogos especializados en cáncer, endocrinólogos y especialistas en fertilidad. El objetivo es encontrar un equilibrio entre el tratamiento efectivo del cáncer y la preservación de la función ovárica y la calidad de vida de la paciente a largo plazo.