La pandemia COVID-19 y la situación de confinamiento pueden aumentar la ansiedad y los síntomas depresivos en la población. Varios organismos han proporcionado recomendaciones para hacer frente a estos síntomas, pero como es la primera vez que se vive una pandemia mundial de estas características, la mayoría de las recomendaciones se basan en estudios sobre experiencias de aislamiento diferentes. Por ejemplo, en el aislamiento individual que viven los presos o en estudios sobre el malestar psicológico de la población que ha pasado por eventos como desastres naturales. Ningún estudio hasta el momento ha investigado qué conductas pueden proteger contra estos síntomas de malestar psicológico durante la situación actual.
Para aportar pruebas en este ámbito, desde el Servicio de Psiquiatría y Psicología para Adultos del Hospital Clínic de Barcelona y el Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS), se realizó una gran encuesta en población adulta española dos semanas después de que se estableciera la cuarentena en todo el país. La encuesta se realizó de forma anónima mediante un cuestionario en línea, a través del sistema del Hospital Clínic, y se distribuyó a través de las redes sociales. Incluía cuestiones sociodemográficas y laborales como las franjas de edad, el sexo, tener menores u otras personas dependientes a cargo, la cantidad de teletrabajo y de trabajo presencial, el riesgo percibido de pérdida de trabajo relacionado con la pandemia... También incluía preguntas sobre el riesgo de que parientes y allegados tuvieran la COVID-19 o que les pudiera afectar de forma grave.
Por otra parte, se pidió a los participantes que valoraran la frecuencia de varias conductas durante las dos últimas semanas. Como, por ejemplo, seguir una rutina, hablar con los familiares y amigos, hacer ejercicio físico, seguir una dieta sana y equilibrada, beber agua, leer noticias sobre la COVID-19 muy a menudo, practicar sus aficiones, pasar tiempo en el aire libre o hacer actividades relajantes como escuchar música, hacer yoga o jardinería.
En total participaron en la encuesta 5.545 personas. De éstas, se descartaron aquellos con respuestas inexactas, por lo que quedaban un total de 4.399 de encuestados de los cuales se pudo analizar los niveles de ansiedad y depresión, así como las conductas para hacerles frente. El 73% de las mujeres encuestadas mostraron síntomas de ansiedad o depresión. En la mayoría de los casos eran síntomas leves, aunque un 10% de ellas sí mostró síntomas graves de alguna de estas dos afecciones.
En cuanto a las conductas que mostraron un efecto protector sobre estos síntomas, se vio que seguir una dieta sana y no leer noticias sobre la COVID-19 muy a menudo fueron los mejores predictores de niveles inferiores de ansiedad.
Otras conductas que también se vio que podrían servir para reducir los niveles de ansiedad fueron aprovechar la ocasión del confinamiento para llevar a cabo aficiones y no hablar con familiares o amigos muy a menudo.
En cuanto a la depresión seguir una dieta sana, mantener una rutina, no leer noticias sobre la COVID-19 muy a menudo, practicar aficiones y pasar tiempo al aire libre fueron los mejores predictores de niveles más bajos de síntomas depresivos.
Otras conductas como realizar ejercicio físico, beber agua a menudo o hacer actividades relajantes no se pudo demostrar que disminuyeran la ansiedad o la depresión.
Los factores personales asociados a una mayor ansiedad y síntomas depresivos eran el riesgo de pérdida de empleo, tener síntomas de la COVID-19 sin diagnóstico o haber recibido en algún momento de la vida un tratamiento de salud mental durante al menos tres meses. Tener menores o personas dependientes a cargo asociaba a síntomas de ansiedad más elevados.
Aunque la encuesta cuenta con un gran número de participantes, y esto hace que sea más fiable, también tiene algunas limitaciones. En primer lugar, este tipo de estudios, llamados transversales, sirven para detectar asociaciones, pero no se puede determinar la dirección de estas asociaciones. Es decir, puede que el hecho de practicar aficiones conlleve una reducción de los niveles de síntomas depresivos, pero también podría ocurrir a la inversa: las personas con menos síntomas depresivos podrían estar más dispuestas a practicar aficiones.
Serían necesarios estudios longitudinales (que observan a los participantes no sólo en un momento puntual, sino en diferentes intervalos de tiempo) para poder aclarar estas relaciones.
En segundo lugar, el estudio utiliza una muestra con una sobrerrepresentación de mujeres de 35 a 44 años y una infrarrepresentación de hombres y de personas mayores de 75 años, en comparación con la población general española. Esta limitación es bastante relevante ya que, al menos en esta muestra, la presencia de síntomas dependía sustancialmente de la edad y del sexo (eran mucho más comunes en mujeres). Sin embargo, el objetivo del estudio era identificar las conductas que potencialmente pueden ayudar a hacer frente a estos síntomas.
A pesar de estas limitaciones, este estudio sugiere que algunas conductas muy sencillas pueden proteger contra la ansiedad y los síntomas depresivos durante la pandemia y la situación de confinamiento debida a la COVID-19. Se trata de comportamientos que pueden ser fácilmente aconsejados por los organismos de salud o por diferentes profesionales sanitarios, así como por los responsables políticos, para orientar al público durante una situación tan excepcional como la que se está viviendo.
Fuente: Dr. Eduard Vieta, Instituto Clínic de Neurociencias, Hospital Clínic de Barcelona y Dr. Joaquim Raduà, Grupo de investigación Imagen de los trastornos relacionados con el estado de ánimo y la ansiedad (IMARD), Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS)