Queda menos de un mes para que llegue la Navidad y eso suele implicar reuniones familiares, compras, regalos, villancicos, comer mucho y ganar peso. ¿Pero, es realmente así? ¿Cuántos kilos ganamos durante las fiestas? Y lo más importante, ¿podemos hacer algo para disfrutar de ellas evitando tener miedo a la báscula y que el cambio en la alimentación afecte a nuestra salud?
Se han realizado múltiples estudios donde se demuestra que sí se suele subir de peso durante las fiestas. Los estudios indican que se suele subir entre 0,4 y 0,8kg, aunque el aumento de peso suele ser mayor cuanto mayor es el peso de la persona al inicio del período de vacaciones.
Aunque pueda parecer poco peso, ya que la media de aumento es inferior a un Kg, es un aumento que se tarda bastante tiempo en eliminar. En promedio se tarda un mes y medio en perder lo ganado en tan sólo dos semanas. Y, en algunos casos, no se llega a perder el 100%, aumentando el peso corporal progresivamente año tras año.
Existen algunas recomendaciones para mitigar este aumento o evitarlo. Para empezar, debemos pensar que las celebraciones normalmente sólo incluyen cinco o seis comidas, por lo que, si algún día salimos de lo que consideramos adecuado no es grave y no debemos sentirnos culpables, ya que el resto de los días de vacaciones podemos comer de forma más equilibrada. Sin embargo, también hay trucos para reducir al máximo esta subida no deseada.
Uno de los trucos más sencillos es no saltarse ninguna comida. Esto, ayuda a controlar el apetito y decidir mejor qué comemos y qué cantidad. Por ejemplo, el día de Navidad si desayunamos bien, podremos ser más conscientes a la hora de escoger qué picaremos durante los aperitivos o directamente a esperar a la comida. También se debería intentar comer despacio y masticar bien. De este modo, seremos capaces de disfrutar de cada bocado con los cinco sentidos, y también favorecerá que podamos escuchar nuestro estómago y parar de comer cuando sentimos que estamos llenos.
Si hacemos las comidas de Navidad en un restaurante, compartir los platos puede ser una gran idea. Si nos apetece comer algo de más, el hecho de compartir hace que comamos menos. También ayuda mucho preguntar al camarero para las cocciones y aderezos de los platos para decidir si lo queremos aparte o si preferimos una opción diferente.
En cuanto a las bebidas, es importante moderar el consumo de alcohol. Hay que recordar que no hay nada para quitar la sed como el agua y, si nos cuesta beberla, unas rodajas de limón, naranja, pepino o unas hojas de menta en el vaso pueden cambiar totalmente el sabor de esta bebida.
Por otra parte, a los excesos en las comidas se añade el hecho de que también reducimos el ejercicio físico. Son días en los que somos especialmente sedentarios, a pesar de que la actividad física puede ser uno de nuestros mejores aliados en esta época. Además, según un estudio reciente, pesarse a diario podría favorecer a ser más conscientes de cómo varía nuestro peso durante las fiestas. Quizás así animaríamos a toda la familia a dar un paseo después de la comida.
Las fiestas no deberían ser diferentes del resto del año en cuanto a la alimentación saludable. Lo más aconsejable es mantener una dieta tipo mediterránea donde destaquen los productos vegetales como las verduras, hortalizas, fruta, frutos secos, alimentos integrales y legumbres. Que el aceite de oliva virgen sea la principal grasa, tanto para cocinar como para aliñar, y que las cocciones sean sabrosas sin dejar de ser saludables.
Autora: Bárbara Romano, nutricionista del Hospital Clínic.