Vivir con Trastorno Bipolar
Muchos de los pacientes, tras un tiempo de tomar correctamente el tratamiento –a pesar de tener bastantes efectos secundarios-, regular sus hábitos y abstenerse de tomar alcohol y drogas, han podido volver a llevar una vida normal, tanto en el aspecto laboral como social y familiar. Es cierto que convivir con una enfermedad crónica puede ser duro, pero muchas personas logran día a día tener una buena calidad de vida.
Algunos consejos prácticos en la vida diaria, fundamentales para la prevención de recaídas son los siguientes:
Autoobservarse. Una correcta autoobservación es la mejor manera de prevenir recaídas. Fijarse, sobre todo, en el estado de ánimo y, si este no es normal, analizar el porqué. Prestar especial atención al sueño; muy a menudo, la sensación de “no necesito dormir” es el primer eslabón de una descompensación. Observar también si últimamente se discute más que de costumbre, si molestan cosas a las que antes no se daba importancia, si se habla más o se está más bromista. En general, desconfiar de los cambios. Puede resultar útil llevar a cabo un registro diario que incluya el número de horas de sueño, las actividades importantes que se realizan y una puntuación del estado de ánimo. Si se ha tenido una recaída, intentar recordar o preguntar a los conocidos cuáles son los primeros síntomas que se han tenido (síntomas prodrómicos) y tener una lista para estar alerta si estos vuelven a aparecer.
Dormir cada día ocho o nueve horas. Estudios recientes demuestran que una correcta calidad y cantidad de sueño es un factor básico para prevenir recaídas. En general, se puede afirmar que dormir menos de siete horas diarias comporta un riesgo elevado de presentar una fase hipomaníaca o maníaca, mientras que dormir más de diez horas al día aumenta las posibilidades de presentar un episodio depresivo.
No consumir tóxicos. El consumo, aunque sea en una única ocasión, de determinadas sustancias como la cocaína, el LSD, el éxtasis y otras drogas es, a parte de perjudicial para la salud física y mental de cualquier persona, suficiente para presentar una descompensación, complicar el curso de la enfermedad y facilitar la aparición de síntomas psicóticos. El consumo de otras sustancias como el alcohol, la marihuana y sus derivados tiende a provocar la aparición de nuevos episodios y aumentar la ansiedad. En lo que respecta al café, se debe ser consciente de que sus efectos sobre el sueño (insomnio) duran aproximadamente ocho horas. Por lo tanto, es recomendable no tomar café a partir de las cuatro de la tarde.
Huir del estrés. Intentar reservar tiempo diario para uno mismo y realizar actividades agradables, siempre de forma relajada. Practicar alguna actividad que ayude a rebajar la tensión (ejercicio físico moderado, lectura, pintura), así como tratar de relativizar los problemas.
Escuchar a personas de confianza. Buscar, entre los familiares o amigos, a alguien que pueda actuar como punto de referencia. Normalmente, aquellas personas que conviven con personas con trastorno bipolar pueden detectar el inicio de una descompensación más claramente. Comentarios del tipo “últimamente te veo un poco extraño” o “te comportas de un modo distinto” han de servir para tomar conciencia de que, quizás, se está iniciando una recaída. En este caso es aconsejable visitar al psiquiatra.
Tomar correctamente la medicación. Es la mejor manera para evitar recaídas. Abandonar la medicación por iniciativa propia conlleva el riesgo de crear resistencia al fármaco. Por otra parte, dejar la medicación bruscamente aumenta de forma considerable el riesgo de recaer de forma inmediata. A pesar de todo ello, si no se está tomando de forma correcta la medicación, lo mejor que se puede hacer es ser sincero con el psiquiatra y comentárselo, porque se puede confundir al médico respecto a la conveniencia de un fármaco determinado, la dosis, etc. que pueden tener consecuencias muy negativas en el curso de la enfermedad.
Explicar todos los síntomas. Aunque parezca raro, algunas veces, datos aparentemente irrelevantes (cambios en los hábitos alimentarios, sexuales o en la forma de vestir) pueden resultar determinantes para que el psiquiatra sepa en qué momento de la enfermedad se encuentra el paciente y poder pautar un tratamiento adecuado.
Aficionarse a la regularidad. La regularidad en los hábitos de sueño, de actividades y en los hábitos alimentarios es básica para disminuir la vulnerabilidad a las recaídas.
No enfrentarse a la enfermedad e intentar aprender a convivir con ella. La negación de la enfermedad no hace más que agravarla. No se es bipolar, se tiene un trastorno mental. Tener en cuenta que esta enfermedad no tiene nada que ver con la personalidad. No hay dos personas con trastorno bipolar iguales.
Proyecto SIMPLe para registrar el estado de ánimo y recibir mensajes psicoeducativos
El proyecto SIMPLe tiene como objetivo estudiar la utilidad de los dispositivos móviles en el seguimiento de pacientes diagnosticados de un trastorno bipolar y proporcionarles una herramienta para el registro constante de su estado de ánimo, a la vez que recibir mensajes psicoeducativos personalizados para mantener su estabilidad. Todo esto a través de una interface sencilla, amigable y discreta que pretende adaptarse a su actividad normal diaria con la mínima interferencia posible. Una estrategia de seguimiento y psicoeducación que puede ayudar a los pacientes con trastorno bipolar a mejorar su calidad de vida, evitar recaídas, complicaciones y hospitalizaciones. Al mismo tiempo, esta aplicación facilita el contacto con los servicios de atención de salud mental, en caso que se registren situaciones urgentes en el estado de ánimo.
¿Qué hacer si se detecta el inicio de una Fase Eufórica?
Tener en cuenta los siguientes consejos ante el inicio de una fase de euforia (maníaca o hipomaníaca):
Aumentar el número de horas de sueño hasta un mínimo de diez.
Limitar el número de actividades.
Dedicar un máximo de seis horas diarias a estar activo.
No intentar vencer a la euforia "por agotamiento": cuantas más actividades se realicen, más eufórico se estará.
Reducir la estimulación mental mediante ejercicios de relajación o tumbado en la cama.
Evitar el consumo de estimulantes, como el café, el té, los refrescos de cola y las bebidas energéticas.
Ante el impulso de realizar gastos importantes, posponer cualquier operación económica un mínimo de 24 horas y pedir opinión a alguien de confianza.
Someter los "ideas geniales" al criterio de otra persona.
No permitirse subir: la euforia de hoy es la depresión de mañana.
Sobre todo, ponerse en contacto cuanto antes con el psiquiatra.
¿Qué hacer si se detecta el inicio de una fase depresiva?
Ante el inicio de una depresión, tener en cuenta los siguientes consejos:
Dormir un máximo de nueve horas.
No automedicarse.
Intentar aumentar el número de actividades.
Fijarse objetivos realistas: paso a paso.
No tomar decisiones importantes.
No sentirse culpable de la depresión, de la misma forma que un diabético no debe sentirse culpable de sus niveles de azúcar.
Nada dura eternamente: no se está deprimido toda la vida.
Relativizar las ideas de inferioridad, pesimismo y desesperanza: son síntomas de la propia depresión que no responden a la realidad.
Intentar realizar ejercicio físico: a menudo resulta útil para sentirse más enérgico.
Consultar con el psiquiatra.
El Trastorno Bipolar y el trabajo
Las fluctuaciones y recaídas del trastorno pueden generar dudas sobre cómo se debería plantear esta situación en el entorno laboral. Tiene que quedar claro que la salud es lo primero y se deben tener en cuenta el estrés y los horarios en el trabajo (evitar horarios nocturnos). Más allá de estas consideraciones, el trastorno no limita el trabajo durante los períodos de estabilidad.
Por otro lado, siempre se plantea la duda de si se tiene que compartir esta información con los superiores o compañeros. La información acerca del estado de salud es algo personal, por lo que cada uno es capaz de decidir qué quiere explicar y qué no al respecto y, en ningún caso, se está obligado a contar que se tiene una determinada enfermedad.
Obviamente, hay algunas situaciones en las que es recomendable –pero no obligatorio- por sentido común a efectos prácticos y por sinceridad, compartir la información acerca de la enfermedad. Cuesta creer, por ejemplo, que una pareja con pretensiones de estabilidad funcione correctamente si se oculta una información tan relevante como el hecho de tener un trastorno médico crónico. Otros tipos de relaciones más casuales y esporádicas no requieren de tanta “sinceridad” respecto al estado de salud mental de alguno de los implicados.
El Trastorno bipolar y la familia
La familia juega un papel fundamental en todos los aspectos de la vida y más en la salud mental. Es por eso, que la familia cercana debe estar al tanto de la situación, y más importante aún, saber cómo detectar el inicio de una recaída y saber actuar. La persona que tiene un trastorno bipolar es, básicamente, la mayor parte del tiempo, una "persona normal", por lo que se tiene que tratar del mismo modo que se la trataría si no tuviera ninguna enfermedad psiquiátrica. Existe el riesgo de marginar al paciente cuando se piensa que no puede asumir ciertas responsabilidades cuando está asintomático, como si fuera diferente a los demás, y no se debe caer en este error. La familia juega, además, un papel esencial a la hora de generar un ambiente poco estresante y reducir el riesgo de recaídas.
Actitud de la familia en fases depresivas
Frases del tipo “anímate”, “no es nada”, esto son dos días” o “alegra esa cara”, pueden ser contraproducentes si se tiene en cuenta que muchos de los síntomas no dependen exclusivamente de la voluntad del paciente. A veces, frases como estas, aunque dichas con la mejor de las intenciones, pueden hacerle sentir incluso peor. La mayoría de personas que han tenido una depresión la definen como el periodo más duro de su vida, por lo que es importante no contribuir a aumentar su sufrimiento.
Actitud de la familia ante estados maníacos
El familiar debe intentar evitar discusiones con el paciente durante las fases maníacas, dado que el estado en el que se encuentra supone una dificultad para valorar de forma objetiva la realidad. Es conveniente posponer las decisiones importantes a momentos de mayor estabilidad. Se puede intentar, sobre todo si el familiar o amigo comparten información acerca de la enfermedad, hacerle entender que quizás está enfermo y que debería consultar con un médico –al menos para salir de dudas-. Si admite su enfermedad, se le debe ofrecer apoyo para acompañarle a ver al psiquiatra. Si existen situaciones que pueden poner en riesgo al paciente o a los demás, es necesario llamar a los servicios de emergencia antes de intentar insistir con cualquier otra medida.
Actitud de la familia durante los ingresos
El ingreso debe considerarse como un recurso necesario en momentos en los que la enfermedad interfiere notablemente en la vida del paciente o de su entorno. Es un medio para conseguir la recuperación del control sobre la enfermedad y la libertad de decisión.
Aunque resulte difícil, durante los ingresos el familiar debe intentar actuar con normalidad, como habría actuado si el ingreso fuera por otra causa. No se deben intentar abordar “grandes temas” o conversaciones trascendentes y conviene tener conversaciones cotidianas. Nunca hay que culpar al paciente de algo que hizo o dejó de hacer antes de ingresar, ni transmitir la sensación de que la vida es un caos sin él o que en casa se está mucho mejor cuando está ingresado.
Tras un ingreso se debe evitar que se creen situaciones altamente estresantes y aceptar que la recuperación de la persona es progresiva.
Consejos prácticos para familiares: aprende a detectar síntomas
Identificar de forma precoz una recaída es básico para evitar que esta sea grave. Para ello, es básica la colaboración de las personas que conviven con el paciente que deben estar alerta ante cualquier cambio en el comportamiento del afectado, sobre todo respecto a:
Nivel de actividad. Un aumento brusco de la actividad suele ser un buen indicador del inicio de un cuadro eufórico.
Irritabilidad. La aparición de constantes disputas, impaciencia excesiva o intolerancia puede anunciar el inicio de una fase maníaca o mixta.
Productividad verbal. El hecho de que el paciente empiece a estar más hablador, de que hable más rápido y con mayor volumen, los cambios constantes de tema o la dificultad para interrumpir su discurso pueden indicar también el inicio de una fase de euforia.
El sueño. La disminución de la necesidad de dormir es, muy frecuentemente, el síntoma más precoz de recaída. Al inicio de una fase de euforia, el paciente se va a dormir más tarde, o bien comienza a despertarse antes de lo habitual, se levanta más temprano y suele aprovechar para hacer cosas cuando tendría que estar durmiendo. Dormir menos puede actuar como desencadenante de un episodio y, por otra parte, el insomnio puede ser también un síntoma de la enfermedad y aparecer durante los episodios depresivos, maníacos o mixtos, agravando el cuadro. En las depresiones puede suceder lo contrario: el paciente se levanta más tarde y nota más sueño durante el día, aunque también hay pacientes que presentan insomnio.
Aparición de nuevos intereses, proyectos o ideas. Sobre todo cuando aparecen de manera repentina. En principio no deben coartarse iniciativas o decisiones razonadas por el paciente de manera sistemática. Sin embargo, conviene posponer la evaluación y posible ejecución de estos proyectos a momentos de mayor estabilidad. Cuando la familia considera que los planes e ideas del paciente pueden comportar consecuencias negativas y tienen una elevada probabilidad de fracaso, en lugar de entrar en discusiones sobre estos nuevos proyectos, es aconsejable hacer ver que se puede tratar de un síntoma de la enfermedad y que estarían más tranquilos si se consultara con el médico. En cualquier caso, no hay que utilizar descalificativos y comentarios similares del tipo "eres poco realista", "¿cuándo piensas madurar?".
Cambios del estado de ánimo. Hay que prestar atención en aquellos cambios anímicos que no se han producido por un motivo o razón concretos o que son demasiado intensos o prolongados en relación con la causa que los ha provocado. Puede resultar muy útil advertir "cambios de carácter", por ejemplo, si una persona que generalmente suele ser tímida o introvertida comienza a mostrarse más bromista y extrovertida, muy probablemente está iniciando un episodio maníaco o hipomaníaco. Por otra parte, si alguien que habitualmente suele tener buen humor empieza a mostrarse más malhumorado o inhibido, seguramente está comenzando un episodio depresivo.
Ante los síntomas depresivos y/o suicidas
La depresión es una enfermedad que limita la capacidad de tomar decisiones libremente y que, en algunos casos, puede conducir a un intento de suicidio. El 15% de los pacientes con trastorno bipolar fallecen por suicidio. El paciente deprimido puede llegar a contemplar el suicidio como única salida para acabar con el sufrimiento, sin valorar que la depresión es tratable y transitoria. Las ideas de suicidio constituyen un síntoma de la depresión, los pacientes pueden creer que tienen derecho a suicidarse y que no hay otra solución, cuando en realidad no son ellos quienes deciden, sino que decide la propia enfermedad, ya que cuando desaparece la depresión también lo hacen las ideas suicidas. Por esta razón, el familiar del paciente tiene el derecho y el deber de evitar, dentro de lo posible, que el paciente lleve a cabo sus amenazas suicidas. Sobre todo, se le ha de hacer entender que no se está limitando su libertad ni sus derechos en el momento en que se toman medidas contra el suicidio, sino que se están ampliando.
Algunas medidas recomendables en el caso de que el paciente presente pensamientos de suicidio son:
Informar al psiquiatra.
Preparar todo lo necesario para, si el psiquiatra lo considera conveniente, realizar una hospitalización.
Mientras dura la situación de riesgo, no dejar al paciente solo en casa.
No dejar la medicación a su alcance y hacerse responsable de su administración. Guardar el resto de la medicación en un lugar seguro, bajo llave si es posible.
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Publicado: 20 de marzo del 2018
Actualizado: 20 de marzo del 2018
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