Evolución del Trastorno Bipolar

Tiempo de lectura: 4 min

Con tratamiento, la evolución es, en general, buena. Sin tratamiento, en cambio, la evolución es casi siempre muy negativa, con constantes recaídas y graves consecuencias familiares, laborales y sociales.

Generalmente, aunque hay excepciones, la enfermedad se desarrolla de forma imperceptible durante la adolescencia, etapa ya de por sí proclive a la inestabilidad emocional, y alcanza su esplendor en la edad adulta, en forma de una fase depresiva o bien hipomaníaca/maníaca.

Muchas veces, el primer episodio viene precedido por una situación ambiental estresante. Sin embargo, a partir de ahí la enfermedad se va independizando de las circunstancias ambientales y psicológicas, de modo que los mecanismos biológicos reguladores del estado de ánimo parecen entrar en una oscilación permanente, que lleva a la persona a perder el punto de referencia de su estado anímico habitual.

Cada recaída hace al individuo más vulnerable al estrés, de forma que, algunos pacientes, pueden llegar a presentar lo que se llama «ciclación rápida», que es la sucesión ininterrumpida de depresión y euforia (por convención, se incluye en este subgrupo a aquellos que presentan 4 o más episodios al año).

El trastorno bipolar es solo ligeramente más frecuente en la mujer que en el hombre, pero la ciclación rápida es muchísimo más frecuente en las pacientes femeninas. Sin embargo, la ciclación rápida puede revertir con un tratamiento adecuado.

Existe un subgrupo de pacientes que tienen en común la tendencia a recaer siempre por las mismas fechas. Por esta razón, los factores meteorológicos son partícipes en la regulación del estado de ánimo. El patrón estacional más frecuente es el que comporta una fase depresiva en primavera, una maníaca o hipomaníaca en verano, y una nueva depresión en otoño. Parece que uno de los factores meteorológicos más importantes es la luminosidad del día y su duración. Algunos de estos pacientes mejoran de la depresión al viajar a países del trópico y a algunos el cambio les ha desencadenado una fase maníaca.

También, es importante destacar que hay un subgrupo de pacientes que, en paralelo con los síntomas del estado de ánimo, presentan una progresiva disminución de sus capacidades cognitivas y de desempeño funcional. Esto es más frecuente en aquellos casos en que la evolución es más tórpida con frecuentes y graves recaídas. En estos casos, existen tratamientos psicoterapéuticos -rehabilitación cognitiva y funcional- que pueden ser de ayuda para recuperar parcialmente estas funciones.

Consecuencias del Trastorno Bipolar

El tratamiento es determinante para impedir las principales complicaciones de la enfermedad, en las que una de las más graves es el suicidio.

Pensamientos relacionados con la muerte

El suicidio se produce, generalmente, en el contexto de una fase de depresión profunda o fases mixtas. La persona afectada tiene la sensación de que su vida no tiene sentido, se siente fracasada e inútil y piensa sinceramente que su desaparición será un alivio para ella y para los que la rodean. Como ha perdido la capacidad de disfrutar, tiene la sensación de que su vida está vacía y que no vale la pena. Es muy difícil hacerle comprender a una persona en tal estado que su dramática visión de las cosas está producida por una enfermedad y que, con tratamiento, en pocas semanas recuperará la objetividad y dejará de desear la muerte. Se estima que un 15% de los pacientes con trastorno bipolar fallecen por suicidio. El índice de intentos fallidos es mucho más elevado.

Cannabis, pastillas y una jeringuilla

Otra complicación grave que presentan algunos pacientes es el abuso de drogas. Los estimulantes, como la cocaína o las anfetaminas, proporcionan un alivio momentáneo, aunque pernicioso a medio y largo plazo, de los síntomas depresivos. El alcohol es, para otros, una forma de escapar de la angustia que acompaña de forma asidua a la depresión. Cuando un paciente con trastorno bipolar cae en el abuso o dependencia de drogas, añade una enfermedad más a la que ya tiene, perjudicando la respuesta del tratamiento y el pronóstico de la enfermedad.

Conflicto familiar o de pareja

Una de las consecuencias comunes de una fase de euforia son también los conflictos conyugales/familiares. Muchas veces, el desconocimiento por parte de la pareja o del familiar del carácter patológico de la conducta, le lleva a pensar que esta es voluntaria y libre. En otros casos, aun conociendo la enfermedad, sobrellevarla se hace excesivo y la pareja se separa. Cuando el paciente es muy joven y vive con sus padres, estos reaccionan con frecuencia sobreprotegiéndole y limitando su autonomía personal.

Persona afligida porque ha perdido el trabajo

La pérdida del puesto de trabajo, la degradación o la ruina empresarial son también consecuencias de la enfermedad si no se trata a tiempo. La euforia lleva a contraer riesgos excesivos y gastar más de lo que se tiene; la depresión comporta bajas laborales y un evidente descenso de la productividad.

Persona mirándose en el espejo

En el aspecto social, el estigma que rodea a los trastornos psiquiátricos comporta notables perjuicios al paciente  por no poder hablar con naturalidad del trastorno como ocurre con otras enfermedades como puede ser la artrosis o de un exceso de colesterol.

Información documentada por:

Ana Isabel Martínez Arán
Diego Alberto Hidalgo Mazzei
Eduard Vieta Pascual
Mercè Comes Forastero

Publicado: 20 de marzo del 2018
Actualizado: 20 de marzo del 2018

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