Pronóstico de los Trastornos Adictivos

Tiempo de lectura: 5 min

En general, las adicciones suelen tener una evolución recurrente o cíclica, aunque hay excepciones, como remisiones espontáneas en que desaparece el consumo de la droga sin intervención de profesionales sanitarios. Es decir, se alternan periodos de consumo más descontrolado con períodos más o menos prolongados en que se abandona el consumo (abstinencia) y que son seguidos por recaídas en el uso de la sustancia. Sin embargo, es posible romper este ciclo.

Con las intoxicaciones repetidas, los estímulos ambientales que se asocian al uso de sustancias (como lugares o personas con las que se ha consumido o estados emocionales asociados al consumo) también terminan generando deseo intenso (craving) por las sustancias, conductas de búsqueda de consumo o uso de grandes cantidades de drogas. Estas respuestas terminan quedando bien arraigadas y pueden seguir provocando un intenso deseo por las drogas hasta mucho tiempo después de haber parado el consumo.

Por otra parte, en las adicciones, el consumo de la misma sustancia deja de tener las características euforizantes que tenía al inicio. Además, los estímulos cotidianos (como relaciones interpersonales o actividades) que antes satisfacían, dejan de parecer tan atractivos cuando hay una adicción. Asimismo, la exposición continuada del cerebro a las drogas provoca que cuando desaparecen los efectos directos de la sustancia o esta se retira, aparece un estado de intenso malestar emocional. Así, las personas que tienen una adicción no solo pueden abandonar relaciones interpersonales y otras actividades cotidianas que antes resultaban importantes para focalizar toda la conducta en el consumo, sino que pasan de consumir drogas por sus efectos placenteros a consumirlas para aliviar de forma provisional el malestar.

Las intoxicaciones provocadas por las drogas pueden provocar alteraciones de conducta (con posibilidad de lesiones contra uno mismo o los otros) y accidentes (de tráfico, con maquinaria, sobredosis). El consumo continuado también puede provocar otros problemas médicos como:

  • Daños en funciones cognitivas (como memoria, atención, planificación) que a su vez disminuyen las capacidades de la persona para detener el consumo. En muchos casos, la abstinencia del consumo y las terapias de rehabilitación cognitiva pueden restablecer las funciones cerebrales.
  • Las adicciones a menudo coinciden con otros trastornos mentales como la depresión, la esquizofrenia o el trastorno bipolar. Los pacientes con estas comorbilidades a menudo tienen trastornos más severos y resistentes al tratamiento. En estos casos, es necesario un abordaje integral de todos los trastornos.
  • Los consumidores de drogas están en riesgo de adquirir enfermedades infecciosas cuando comparten con otras personas los materiales para el consumo o mantienen relaciones sexuales sin protección.
  • El consumo de sustancias en mujeres embarazadas puede afectar el correcto desarrollo del bebé.

En muchos casos, la recaída en el consumo forma parte del proceso de abandonar una adicción.

En el ámbito social y personal, a veces, soportar la situación se hace excesivo y los vínculos sociales pueden romperse. En el ámbito laboral y económico, el consumo repetido puede desembocar en contraer riesgos excesivos y gastar más de lo que se tiene; también puede conllevar bajas laborales y descenso del rendimiento y la productividad. Además, desgraciadamente, todavía hay estigma en torno a la enfermedad mental y, esto, implica que al menos en algunos entornos la persona no pueda hablar con naturalidad de su enfermedad o, incluso, sienta que es un tema que conviene ocultar.

Hay que tener en cuenta que el consumo repetido también afecta las funciones ejecutivas, que son aquellas que permiten las capacidades de autorregulación, toma de decisiones o la planificación de posibles consecuencias. Esto hace que en las adicciones la persona tenga dificultades para resistirse al deseo de consumir o para mantener la decisión de mantener la abstinencia, a pesar de las consecuencias asociadas.

Si bien en algunos casos, la adicción puede llegar a tener consecuencias irreversibles, a menudo se puede detener el proceso antes de que esto suceda. En general, la interrupción de este ciclo, es decir, el tratamiento de las adicciones suele tener por objetivo lograr la abstinencia a la sustancia y mantenerla a lo largo del tiempo.

En este proceso hay una primera etapa de desintoxicación en que se interrumpe el consumo. Cuando un cerebro que tiene una adicción deja de estar sometido a los efectos continuados de la sustancia, suelen producirse una serie de consecuencias desagradables que se conocen como síndrome de abstinencia. Si bien las características específicas de este síndrome varían en función de la sustancia que ha generado la adicción, en general incluye angustia, un intenso malestar tanto físico como emocional y deseo por consumir. Esta etapa puede requerir tratamiento médico (que en función del caso será ambulatorio o en régimen de hospitalización) tanto para paliar la sintomatología como para asegurar que la persona no corre riesgo vital.

Una segunda etapa, que suele ser más prolongada en el tiempo y es conocida como deshabituación, consiste en ir implementando estrategias para poder llevar un correcto funcionamiento tanto social como familiar y laboral sin el uso continuado de la sustancia.

Cualquier proceso de cambio, como puede ser abandonar una adicción, se considera un proceso cíclico en que la persona pasa por una serie de etapas, que van desde la fase en la que no se plantea realizar ningún cambio, pasando por el momento en que se empieza a plantear pros y contras de cambiar, hasta llegar a las fases en que hace cosas para alcanzar la abstinencia y mantenerla.

En este proceso a menudo aparece ambivalencia (sentimientos contrapuestos contra una misma cosa, en este caso abandonar la adicción, es decir, al mismo tiempo se quiere y no se quiere cambiar), que puede retener a la persona sin terminar de abandonar las conductas y los hábitos relacionados con el consumo durante mucho tiempo.

Además, la recaída, que es el regreso a una etapa anterior, forma parte de este ciclo de cambio. Así, en muchos casos, la recaída en el consumo forma parte del proceso de abandonar una adicción. Es, por ello, que la existencia previa de recaídas no implica que no se pueda lograr una abstinencia ni una estabilidad clínica sostenidas.

Información documentada por:

Antoni Gual Solé
Clara Oliveras Salvà
Hugo López Pelayo
Magalí Andreu
Mireia Graell Gabriel
Pablo Barrio Giménez
Silvia Mondón

Publicado: 16 de septiembre del 2019
Actualizado: 16 de septiembre del 2019

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