“Echando la vista atrás, me doy cuenta de que mi consumo siempre había sido elevado, pero no era consciente. Era lo que se llama un alcohólico funcional”, comenta Javier. “Esto no sucede de repente, sino que es algo progresivo”, añade.
En el trastorno por uso de alcohol, o adicción al alcohol, se generan cambios en los circuitos del cerebro que provocan que la persona consuma de forma compulsiva, a pesar de las consecuencias negativas. Al igual que otros trastornos por consumo de sustancias, se produce una tolerancia a la sustancia, es decir, cada vez se necesita un consumo mayor para lograr el efecto deseado. “Te das cuenta de que tienes un problema cuando beber alcohol ya no suma nada, sino que simplemente lo necesitas para afrontar el día”, explica Javier. Por otro lado, suele aparecer el síndrome de abstinencia, un conjunto de reacciones físicas y psicológicas que aparecen cuando la persona deja repentinamente de consumir o disminuye el consumo de la sustancia.
El estigma y las falsas creencias, los grandes escollos de esta enfermedad
Aunque existen factores que pueden incrementar el riesgo de desarrollar una adicción, no existe un perfil social de paciente en los trastornos por uso de sustancias. Son enfermedades que cualquier persona puede tener. “Yo tengo estudios superiores, un trabajo exitoso, familia, hijos, corro maratones…esto le puede pasar a cualquiera” explica Javier. Pese a ello, las adicciones siguen teniendo un estigma social importante. “Muchas personas pueden pensar que es un tema de debilidad, que puedes salir adelante solamente echándole ganas, y no es cierto. Ninguna enfermedad se cura simplemente echándole ganas” comenta Javier. “Es complicado, pero es necesario que la persona sea consciente y que pida ayuda”, concluye.
El entorno puede jugar un papel fundamental en la motivación de las personas con trastornos por uso de sustancias para entrar y permanecer en programas de tratamiento. No obstante, es importante que este se asesore con especialistas. “Solo muchas veces no puedes salir adelante y la familia, por mucho que quiera, no puede o no sabe cómo ayudarte”, explica Javier.