El envejecimiento de la población y la presencia de enfermedades crónicas hace que cada vez más personas tengan que asumir el rol de cuidador. Cuidar a una persona en casa en situación de dependencia no es fácil y tiene un gran impacto sobre las personas implicadas en el cuidado.
Muchas veces, el cuidado de estas personas requiere un nivel de conocimientos y habilidades específicos que la persona cuidadora no posee. Es por eso que el cuidador debe “entrenarse”, tanto física como emocionalmente, para desempeñar ese nuevo rol de forma adecuada y sin que ello también afecte a su salud. El principal aspecto, que muchas veces el cuidador pasa por alto, es el de cuidarse a uno mismo. Si el cuidador no es capaz de autocuidarse tampoco podrá cuidar a la persona dependiente. El cuidador debe aprender a:
- Pedir ayuda.
El cuidador tiende a gestionar la situación de manera autónoma sin pedir ayuda. Es importante tener presente que es necesario pedir ayuda de forma clara y expresa al entorno para lidiar de forma más eficiente y saludable con la nueva situación. Es importante que todas las personas implicadas en el cuidado de la persona dependiente se reúnan para organizarse mejor. Incluso aquellas personas que no disponen de ayuda en su entorno más cercano tienen la posibilidad de recurrir a servicios, instituciones y asociaciones para recibir ayuda para el cuidado.
- Organizar el tiempo.
Para una óptima gestión del tiempo es conveniente realizar una lista de tareas a realizar a lo largo del día, clasificarlas según el orden de prioridad y asignar tiempos de descanso entre ellas. Se recomienda analizar el grado de autonomía de la persona dependiente en la realización de cada una de estas tareas y animarla a llevarlas a cabo de la manera más autónoma posible. Estas acciones ayudarán a que el cuidador sea consciente de si se está involucrando demasiado o si la persona dependiente demanda una atención desproporcionada.
- Mantener unos hábitos saludables.
Además de mantener una buena alimentación y realizar ejercicio físico moderado de forma habitual, es recomendable que el cuidador salga de casa y mantenga sus aficiones y amistades. También se recomienda encontrar momentos a lo largo del día para parar y descansar; sobre todo antes de ir a dormir, donde se aconseja realizar algún tipo de actividad relajante. Siempre que la persona dependiente lo permita, se debe dormir entre 7 y 8 horas. Si no es así, se aconseja turnarse con otro cuidador o familiar.
- Escuchar las señales de alarma de su cuerpo para tomar medidas.
Cuidar de una persona dependiente puede tener altibajos que afecten tanto a la salud mental como física del cuidador. Es necesario tomar consciencia de ello y tomar las medidas necesarias para mejorar esa situación. Algunas señales de alarma son el cansancio, el aislamiento, el aumento o disminución del apetito, cambios de humor o el aumento de la irritabilidad, las palpitaciones o temblores, dificultades para la concentración o la toma de decisiones y el aumento del consumo de sustancias tóxicas (como alcohol o tabaco) o fármacos.
- Aceptar que tiene ciertos derechos.
Ser cuidador no implica renunciar a uno mismo. Los cuidadores tienen derecho a dedicar tiempo a sí mismos sin sentirse culpables. No tienen que ser expertos en todo y tienen el derecho a pedir ayuda siempre que lo necesiten. También tienen derecho a decir “no” ante determinadas demandas excesivas, inapropiadas o poco realistas y a seguir con su propia vida.