La variabilidad de los virus de la gripe y su capacidad de mutación hace que, año tras año, los profesionales que lo estudian lleguen a la misma conclusión: la gripe es imprevisible. La necesidad de adaptar la vacuna a esta situación tan cambiante es un problema de salud pública.
Normalmente, predominan los virus de la gripe de tipo A y menos de tipo B. Suelen ser más abundantes 3-4 cepas del virus, pero la realidad es que en el transcurso de la epidemia hay una "sopa de virus", cada uno de ellos más o menos diferente a los demás.
La gripe se contagia de persona a persona con acciones cotidianas como estornudar, hablar, toser... También al tocar con las manos superficies donde ha estado el virus, no lavarse convenientemente, y después ponerse el dedo en la boca, nariz u ojos (superficies mucosas).
Los niños son los grandes "repartidores" de virus de la gripe y, por este motivo, muchas veces la epidemia se acelera alrededor de las vacaciones de Navidad y la vuelta posterior a la escuela. Los adultos mayores de 60-65 años, junto con los enfermos crónicos de cualquier edad, especialmente los de pulmón o de corazón, son quienes pueden tener más complicaciones, incluso ingresar en el hospital. Las embarazadas son también un grupo de alto riesgo.
La gripe se contagia desde 24-48 horas antes de aparecer los síntomas como fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular, tos y no muchos mocos. Además, muchas personas pueden tener una gripe casi sin síntomas.
La mejor prevención que tenemos para la gripe, además de intentar estar siempre en un buen estado de salud y seguir las medidas de higiene básicas, es vacunarse. La vacuna de la gripe no es perfecta, pero puede proteger de coger la gripe, y de que, en caso de cogerla ésta no se complique. También puede evitar, en algunos casos, ingresos en el hospital.
Cada año, entre las personas ingresadas con gripe grave, predominan siempre los no vacunados (75-80%). La vacuna de la gripe no puede provocar la gripe, lo que sí puede ocurrir es que falle y no la prevenga. Por otra parte, no protege del resfriado ni de otras infecciones víricas muy comunes en invierno. Y, finalmente, la vacuna de la gripe es segura: la inmensa mayoría de los efectos adversos son locales como, por ejemplo, dolor en el punto de pinchazo y un poco de malestar. Además, suelen durar menos de 24-48 horas.
La mejor prevención y la más segura es vacunarse si se está dentro de los grupos a los que se recomienda la vacunación. Para ello, hay que ir a partir de finales de octubre al CAP más cercano y escuchar la recomendación del equipo de salud. Y, sobre todo, tener presente que vacunarse es protegerse uno mismo y protegernos a todos.
Autor: Antoni Trilla. Jefe de Medicina Preventiva y Epidemiología