Como se ha observado en otros estudios, muchos de los pacientes infectados por la COVID-19 ingresados en las UCIs presentan una situación clínica extremadamente grave, asociada, a menudo, a fallos en otros órganos, además de los pulmones, o a infecciones secundarias. Sin embargo, hasta la fecha, no se había hecho un seguimiento exhaustivo de la evolución clínica de estos pacientes, incluyendo complicaciones médicas o necesidades de soporte como la ventilación mecánica.
Este estudio, liderado por el Servicio de Anestesia y el Área de Cuidados Críticos del Hospital Clínic de Barcelona, describe la evolución clínica, el tratamiento recibido, los resultados y los factores de riesgo de mortalidad en UCI de los pacientes críticos de COVID-19 ingresados en diferentes UCI del territorio español. El objetivo principal era determinar los factores de riesgo de mortalidad en UCI de dichos pacientes.
Se realizó el seguimiento de pacientes críticos de COVID-19 ingresados en 30 UCIs de diferentes hospitales de España y Andorra. Se incluyó a los pacientes ingresados entre el 12 de marzo y el 26 de mayo del 2020. Durante este período se registraron todo tipo de datos sobre estos pacientes, como los síntomas, los fármacos que estaban recibiendo, si manifestaban o no complicaciones médicas e infecciosas, etc. Con todos estos datos se realizaron estudios estadísticos para comparar a los pacientes fallecidos y los pacientes dados de alta, y, así comprobar qué factores determinaban una peor evolución.
Se incluyó a un total de 663 pacientes y el porcentaje de mortalidad en UCI fue del 31%, es decir, 203 pacientes. Una de las características que se observó que eran más relevantes para una peor evolución fue niveles bajos de oxígeno en sangre. Los pacientes que no sobrevivieron estaban más hipoxémicos, es decir, tenían una menor concentración de oxígeno en sangre.
Además, las complicaciones fueron más frecuentes en los no supervivientes, entre estas, las más comunes fueron el síndrome de distrés respiratorio agudo, la insuficiencia renal aguda y el shock séptico (infección en la sangre que causa fallo de órganos).
El análisis estadístico de los datos reflejó que la edad de los pacientes estaba asociada a la mortalidad, de manera que cada por cada año aumentaba el riesgo de muerte en un 1%. Por otro lado, también se comprobó que un buen predictor de mortalidad era el incremento de puntuación en la escala APACHE II (Acute Physiology And Cronic Health Evaluation). Esta escala permite cuantificar la gravedad de la enfermedad a través de determinadas variables fisiológicas del paciente.
La conclusión de la investigación fue que la mayoría de los pacientes críticos con COVID-19, eran hombres con otras enfermedades crónicas como como hipertensión, obesidad y diabetes, lo cual está en línea con los estudios previos. En cuanto al riesgo de mortalidad, era mayor en pacientes con niveles de oxigenación más bajos y también en los que necesitaron ventilación mecánica. Las complicaciones más comunes fueron la insuficiencia respiratoria y la insuficiencia renal aguda, y ambas suponían un riesgo incrementado de mortalidad que, teniendo en cuenta datos totales de las UCIs analizadas, fue del 31%. Se observó que estos valores de mortalidad eran similares a los obtenidos en registros previos en pacientes críticos con insuficiencia respiratoria aguda, aunque esta insuficiencia no estuviese provocada por la COVID-19.
Información documentada por: Dr. Carlos Ferrando, Servicio de Anestesia, Jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos Quirúrgicos (UCIQ) del Hospital Clínic de Barcelona