El virus del papiloma es el causante de 1 de cada 20 casos de cáncer en humanos y, en el caso de las mujeres, es la causa de 1 de cada 10 tumores. Este virus es el responsable de prácticamente todos los casos de cáncer de cuello de útero, concretamente dos de las variantes del virus, el tipo 16 y el 18, causan el 70% de este tipo de cánceres. Además, el cáncer del cuello uterino es el cuarto tipo de cáncer más frecuente en mujeres en todo el mundo. Hoy en día, se diagnostican más de medio millón de nuevos casos de este cáncer al año y es la causa de muerte de más de 300.000 mujeres.
Desde hace varias décadas la prevención del cáncer de cuello de útero se realiza a través de pruebas de cribado como la citología. Esta prueba permite detectar lesiones pre cancerígenas y tratarlas, normalmente extirpándolas. Gracias a este proceso se puede prevenir, en muchos casos, la progresión a cáncer.
Aunque la realización periódica de citologías es un sistema efectivo para prevenir este cáncer, en los últimos años, se ha demostrado que hay otro método de prevención que puede serlo aún más: la detección del virus del papiloma. Detectar la infección por el virus del papiloma permite identificar a todas las mujeres con riesgo de desarrollar cáncer de cuello del útero, y tratar únicamente a las que presentan lesiones premalignas. Además, las mujeres con prueba VPH negativa tienen un riesgo tan bajo que pueden realizarse con toda seguridad los controles rutinarios en intervalos de 5 años.
Aun así, existe una forma de prevención todavía más efectiva, llamada prevención primaria, como es la vacunación. Si estas mujeres hubieran recibido una vacuna frente al VPH, no adquirirían esta infección y se reduciría drásticamente su probabilidad de desarrollar un cáncer de cuello de útero. Con este objetivo, se empezaron a comercializar en el año 2006 dos vacunas capaces de prevenir la infección por los tipos 16 y 18 del virus del papiloma. Estas demostraron una altísima seguridad y eficacia, cerca del 100%, en prevenir la infección y, por tanto, también la aparición de lesiones premalignas y cáncer. Actualmente, existen tres vacunas comercializadas que permiten prevenir cerca del 90% de los cánceres causados por este virus, que son el cáncer de cuello de útero, vagina, vulva, ano, pene y orofaringe.
La OMS recomienda la administración sistemática de vacunas frente al VPH y la mayoría de los países, siguiendo sus directrices, la han incorporado en sus programas de inmunización sistemáticos. En España, la vacuna VPH está incluida en el calendario vacunal de las niñas. Sin embargo, esta vacuna no solo está indicada en las niñas. También ha demostrado ser efectiva en niños, así como en mujeres y hombres adultos. A los hombres les protege del cáncer de pene, canal anal y orofaringe.
Por lo tanto, con los datos que se conocen hasta el momento, se puede concluir que existen dos requisitos indispensables para realizar una buena prevención de cáncer de cuello de útero. Por un lado, una correcta prevención primaria, es decir, evitar la infección por el virus del papiloma a través de una amplia cobertura vacunal. Y, por otro lado, una óptima prevención secundaria, con pruebas de cribado adecuadas para la población de riesgo. Solo de esta manera será posible alcanzar el objetivo futuro que se ha marcado la OMS: la eliminación del cáncer de cuello del útero.
Autores: Dr. Aureli Torné, Jefe de la Unidad de Ginecología Oncológica, y Dra. Marta del Pino, Consultora de la Unidad de Ginecología Oncológica, Instituto Clínic de Ginecología, Obstetricia y Neonatología (ICGON)