De la diabetes a la obesidad: una conexión inesperada
El desarrollo de medicamentos basados en análogos de las hormonas incretínicas, que ayudan a regular los niveles de glucosa en sangre, empezó con el objetivo de mejorar la salud de las personas con diabetes. Pero los investigadores notaron un efecto adicional: una notable pérdida de peso en los pacientes tratados. Este hallazgo abrió las puertas a nuevas investigaciones que llevaron, en 2015, a la aprobación de liraglutida como el primer fármaco de este grupo indicado específicamente para tratar la obesidad, siempre bajo prescripción médica.
Sin embargo, el tiempo la liraglutida en el mercado será breve, ya que su comercialización cesará en 2025. Esto se debe, en parte, a la aparición de opciones más modernas y eficaces que han captado la atención tanto de los médicos como de los pacientes.
La llegada de la semaglutida: un cambio de paradigma
El fármaco que marcó un antes y un después fue semaglutida, una molécula inicialmente comercializada como Ozempic para tratar la diabetes tipo 2. Su eficacia en la pérdida de peso llevó al desarrollo de una presentación específica para el tratamiento del sobrepeso y la obesidad, comercializado como Wegovy. Aunque ambos medicamentos son la misma sustancia, tienen diferentes indicaciones y dosis adaptadas a cada necesidad.
La semaglutida se utiliza para la diabetes y está financiado por el Sistema Nacional de Salud (SNS) en ciertos casos específicos. La presentación de semaglutida para el sobrepeso, por su parte, está indicada para personas con un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 30, o a partir de 27 si existe algún problema de salud relacionado con el exceso de peso. Actualmente, no cuenta con financiación pública en España, por lo que los pacientes deben asumir su coste íntegro.
Ambos medicamentos se administran mediante una inyección semanal, con dosis que van desde 0,25 mg hasta 2,4 mg. También en ambos casos deben administrarse bajo prescripción médica.
Nuevos candidatos: tirzepatida
En julio de 2024, llegó al mercado un nuevo competidor: tirzepatida. Este fármaco va un paso más allá, ya que combina la acción sobre los receptores de la hormona GLP-1 (como semaglutida) con la activación de los receptores de la hormona GIP, que influyen directamente en el metabolismo de las grasas.
Ha sido aprobado tanto para tratar la diabetes como la obesidad, aunque, al igual que la semaglutida, no cuenta con financiación pública en España. Se comercializa en varias dosis, de 2,5 mg a 10 mg, y también se administra semanalmente mediante inyección.
Más allá de los medicamentos: un enfoque integral
Si bien estos avances son emocionantes y ofrecen nuevas oportunidades, es fundamental recordar que la obesidad es una enfermedad compleja que requiere un tratamiento integral. Los medicamentos son solo una parte de un tratamiento, que debe incluir:
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Cambios en el estilo de vida, como una alimentación equilibrada y actividad física regular.
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Apoyo psicológico para trabajar aspectos emocionales relacionados con la alimentación y el peso.
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Supervisión médica para personalizar y ajustar el tratamiento según las necesidades de cada persona.
Contar con un equipo multidisciplinar es clave para lograr resultados sostenibles a largo plazo.
El futuro del tratamiento de la obesidad
Los nuevos fármacos, como semaglutida y tirzepatida, no solo mejoran la pérdida de peso, sino que también tienen beneficios adicionales en el control metabólico y la salud cardiovascular. Sin embargo, su alto coste y la falta de financiación pública plantean desafíos para su accesibilidad. A medida que avanzamos, será crucial equilibrar la innovación científica con políticas de salud que garanticen que más personas puedan beneficiarse de estos tratamientos.