A finales de la década de los 80, tras la creación del Programa Global sobre el SIDA en la OMS, la atención comenzó a centrarse en lo que se describió como "la tercera epidemia", después de la infección por VIH y casos diagnosticados de SIDA. Esta es la epidemia de respuestas sociales hacia esta infección, caracterizadas casi siempre por niveles altos de discriminación y negación. El estigma social creó serias barreras estructurales para llevar a cabo políticas y programas efectivos para hacer frente a la epidemia del VIH.
La clase social, la exclusión económica, la discriminación racial y étnica, las diferencias de poder entre los géneros y la opresión sexual, entre otras fuerzas estructurales sociales, determinaron el camino de la epidemia, así como condicionaron los tipos de respuestas de diferentes comunidades y fuerzas políticas frente al VIH. Estos factores sociales, contribuyen a resultados poco efectivos en cuanto a programas de salud relacionados con el VIH.
Para luchar contra este estigma y sus consecuencias en la salud, hay varias medidas que son cruciales, la mayoría a nivel gubernamental y de la administración, como son: aumentar la inversión en medidas de cohesión social y mejorar la atención sanitaria de los usuarios de drogas de vía parenteral, para lograr la disminución de las prácticas de inyección. Otras de las medidas usadas es la creación de grupos de apoyo. Para los afectados por el VIH, poder confirmar que no están solos al enfrentar estos problemas y desafíos, es el primer paso crítico para superar el estigma estructural y la marginación que enfrentan como grupo.
Se ha visto que estas medidas tienen un impacto positivo en la prevención, tratamiento y atención del VIH, especialmente entre trabajadoras sexuales en diversos entornos.
A pesar de los desafíos planteados por la inequidad social y estructural, es imprescindible la llevar a cabo este tipo de acciones en distintos niveles para promover el acceso a la salud de los grupos de riesgo. Así como, a nivel de comunidad, lograr un cambio social sostenible, en el que factores como el entorno cultural, económico y sociopolítico no sean determinantes para un aumento del riesgo de contraer infecciones como el VHI.