Durante cada temporada de gripe, se estima que alrededor del 20% de los trabajadores sanitarios se infectan por el virus. Entre un 40% - 70% de ellos presentan síntomas, y el resto desarrollan la infección de forma subclínica leve pero aun así transmisible. En centros geriátricos han realizado estudios que demuestran una reducción significativa de la mortalidad por gripe si las coberturas vacunales del personal sanitario son superiores al 60%.
La vacunación contra la gripe reduce significativamente los casos graves y que requieren ingreso en las unidades de cuidados intensivos, por lo tanto, representa una protección importante especialmente en pacientes con patologías respiratorias crónicas. Estos pacientes son uno de los grupos más vulnerables en caso de contraer la gripe. El personal sanitario es uno de los colectivos que está más en contacto con los pacientes y, por tanto, uno de los que tiene un mayor riesgo de transmisión de la gripe a estas personas.
Según el informe del Ministerio de Sanidad sobre la cobertura de la vacuna antigripal en el periodo 2018/2019, sólo el 35% del personal sanitario se vacunó en esta campaña. Esto son 174.220 de las 497.621 personas que ese año trabajaban como sanitarios en España. Un porcentaje bajo en comparación con el 54% de los pacientes de 65 años o más y con el 40,6% de mujeres embarazadas que se vacunaron ese mismo periodo. El año siguiente, 2019/2020, en cambio, la cobertura vacunal del personal sanitario batió récords, llegando al 62% de los profesionales. Este aumento se asocia con la aparición de la pandemia y la preocupación por el estado de ocupación de los centros sanitarios, que no hubieran podido asumir una fuerte epidemia de gripe en 2020.
La obligatoriedad de la vacunación anual para el personal sanitario que atiende a pacientes de alto riesgo ya está implementada en algunos países como EE.UU., donde se ha llegado a coberturas vacunales del 90%. En España, las indicaciones vacunales son recomendaciones, y esto conlleva una cobertura baja dentro de este colectivo. Sin embargo, hospitales con programas de vacunación activos de los trabajadores sanitarios han disminuido la incidencia de la gripe en este personal hasta el 88%, así como una reducción de la mortalidad por complicaciones de esta infección en los pacientes cercana al 50%.
¿Por qué todavía hay reticencias a vacunarse?
Las principales razones son la autopercepción de buena salud, la falta de contacto con pacientes de alto riesgo, el temor a los efectos adversos y el riesgo de enfermar. Según informa el comité asesor de vacunas, para mejorar la cobertura vacunal dentro del ámbito sanitario es importante facilitar el acceso a la vacunación, hacer una revisión anual de la situación y ofrecer formación sobre la importancia de vacunarse. Tanto para el colectivo médico y de enfermería como para los estudiantes de estas especialidades.
Las vacunas que salen anualmente contra la gripe siempre son testadas y aprobadas por la Food and Drug Administration (FDA), que garantiza el cumplimiento de todos los requisitos de seguridad y efectividad. Cada año, en el mes de febrero, la OMS publica la composición de la vacuna para el hemisferio Norte. Se trata de vacunas de tres cepas diferentes, se denominan trivalentes, y pueden ser producidas a partir de cultivos celulares, huevos embrionados o virus recombinantes. Los tres métodos sirven para reproducir el virus y purificar su antígeno, una proteína de su superficie.
Este año, la campaña de vacunación se iniciará la segunda quincena de octubre para el personal sanitario y sociosanitario. La pandemia del COVID-19 ha puesto de relieve la importancia y la efectividad de la vacunación. En esta próxima campaña se verá si el compromiso del personal sanitario con la vacunación de la gripe se mantiene igual o mejor que en el anterior, por responsabilidad con las personas de riesgo a las que atienden.