El estudio, liderado por la Dra. Elena Arbelo del Hospital Clínic de Barcelona, tenía el objetivo de determinar el impacto del coronavirus en el número de marcapasos y desfibriladores implantados mensualmente antes y después de la declaración del estado de alarma en España, en marzo de 2020. Se recogieron datos sobre el número de dispositivos cardiacos electrónicos implantados entre el 2017 y el 2020 de nueve hospitales catalanes. Seis de estos hospitales son en Barcelona, entre los que se encuentran el Clínic, Vall d’Hebron o Sant Pau. Los otros tres en cada una de las capitales de provincia, Girona, Tarragona y Lleida. Estos datos representan el 90% de la actividad en Cataluña por lo que se refiere a la implantación de dispositivos cardiacos.
Se utiliza un modelo matemático para estimar el número de implantaciones mensuales y así poderlo comparar con los meses des del inicio de la pandemia. El total de dispositivos cardiacos implantados entre el 2017 y febrero de 2020 fue de 250 mensuales de media. En el estudio se observó una reducción drástica del número de dispositivos cardiacos implantados en comparación con la época pre-COVID: en marzo de 2020 descendió hasta 207 mensuales y en abril solo se implantaron 131. Esto supuso una reducción de más de un 56%.
Según los cálculos estadísticos hubo un descenso de 153 implantaciones en total durante el periodo de pandemia. Comparándolo más concretamente con el mismo periodo de 2019, se observó una reducción aún más pronunciada, 188 dispositivos menos.
Las causas del descenso
Con la expansión del coronavirus, los gobiernos implantaron varias medidas restrictivas como el confinamiento, la distancia social y también recomendaron no utilizar los servicios de emergencia por condiciones que no fueran muy urgentes. Estas medidas pueden ser una de las razones de la reducción que se observa en este estudio, ya que pueden haber hecho que los pacientes eviten o retrasen las consultas médicas, ya sean en atención primaria o en urgencias.
Por otro lado, las visitas que no eran urgentes o de pacientes críticos se aplazaron o suspendieron en la mayoría de hospitales, esto causó que pacientes que hubiesen podido ser considerados para la implantación de un marcapasos no lo fueran.
Además, existía entre la población un miedo al contagio que podía hacer que los pacientes se resistieran a acudir a las instalaciones de los hospitales.
Este estudio, por lo tanto, sugiere la posibilidad de que haya aumentado la mortalidad y morbilidad en personas con enfermedad cardiaca, como arrítmia o insuficiencia cardíaca, ya que más de la mitad de los pacientes que podrían necesitar estos tipos de dispositivos no los han obtenido.
Aunque la mayoría de estudios hasta ahora analizan el impacto de la pandemia sobre la reducción de los diagnósticos de infarto o ictus en los servicios de urgencias, no había datos hasta este momento del impacto en el nombre de dispositivos cardiacos electrónicos implantados en este periodo. No obstante, existía la preocupación sobre cómo había podido afectar a esta actividad el colapso sanitario causado por la COVID-
Estos datos remarcan la importancia de encontrar medidas para compensar esta disminución del diagnóstico y tratamiento de problemas cardiacos y evitar mayores impactos en la salud de la población a largo plazo.
Información documentada por: Dr. Lluís Mont, Jefe de la Unidad de Fibrilación Auricular, Instituto Clínico Cardiovascular